
Lesmes: «El Dakar es una parábola para la vida»
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El flamante ganador de camiones de la edición 2025, revalidando su corona, reflexiona en su vuelta a casa de una nueva experiencia que «va más allá de lo deportivo»Secciones
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El flamante ganador de camiones de la edición 2025, revalidando su corona, reflexiona en su vuelta a casa de una nueva experiencia que «va más allá de lo deportivo»En su quinto Dakar, nuevo triunfo en camiones, con su correspondiente trofeo acreditativo, y la flamante medalla de 'finisher', de igual mérito y valor. El grancanario Rafael Lesmes mantiene, camino de los 66 años, ese espíritu aventurero que le hace embarcarse, una y otra vez, en el desafío que supone adentrarse en el desierto y poner a prueba «cuerpo y alma» para participar en una prueba que lleva a todos sus participantes al límite. Él no se conforma con estar ahí y superar las mil y una dificultades. Abandera una causa solidaria en la lucha contra el cáncer de mama y, además, lo hace mejor que nadie. De sombrerazo.
-Otra vez distinguido como el mejor en camiones. Parece fácil...
-Pero no lo es. Dos veces tuve que retirarme en ediciones anteriores. Y el Dakar es durísimo porque hay infinidad de factores que no puedes controlar. Pongo de ejemplo algo que nos pasó en esta última edición: en una etapa de enlace, al dar una curva, me encontré a un paisano que venía de frente. Para no llevármelo por delante tuve que dar un volantazo y él siguió en mi trayectoria... Acabé saliéndome de la carretera porque los neumáticos del camión no agarran bien en asfalto y durante un segundo pensaba que íbamos a volcar y que nada, que nos tendríamos que ir para casa. Al final no fue así, pero el susto tremendo de ese instante no te lo quita nadie. Y todo sucedió de esa manera, cuando menos lo esperas.
-Siempre ha dicho que el Dakar deja lecciones. ¿Cuál ha sido la de este año?
-El Dakar es una alegoría, una parábola para la vida. Siempre te deja esa rebeldía a rendirte a los problemas. Cuando estoy aquí y me llegan dificultades, me las tomo a broma porque comparado con lo que se vive allí, son casi anécdotas. Yo me llevo siempre el Dakar a mi rutina y así es más fácil superar momentos de cierta complejidad. En el desierto descubres que no hay límites físicos ni mentales si te lo propones. Allí forjas un espíritu que te hace crecer, que te hace ser casi invencible. Esa es la gran lección de vida del Dakar. Ni más ni menos.
-Ese tanque de gasolina también le puso contra las cuerdas...
-Tuvimos que buscar a un soldador de aluminio frío en el desierto. Y gracias a la solidaridad que hay, lo pudimos hacer. Fueron muy duros esos días en los que no sabíamos si íbamos a poder solucionar ese problema. El miedo a que fuera a más, mientras corríamos, nos hizo comernos un poco la cabeza. Un camión sin gasolina en el desierto es un muerto de 10.000 kilos. Y temíamos que nos quedáramos tirados. Pero apareció el soldador y ya.
-El Elefante Rosa en lo más alto del podio es algo más que un triunfo deportivo por la causa solidaria que encabeza. ¿Eso le hace sentirse más orgulloso?
-Nuestro proyecto del Dakar por la Vida representa una lucha contra el cáncer de mama que, evidentemente, va más allá del deporte. Dar visibilidad a esta lucha es lo que nos llena a todos los miembros del equipo. Es impagable la satisfacción que nos da el sentir que somos útiles en esa dirección y en recibir por parte de todos los implicados el mensaje de agradecimiento por esta labor que hacemos con el camión. Y ganar ya es lo máximo porque da mayor difusión y relevancia a esa labor de concienciación en la que pretendemos ayudar en todo lo que está en nuestra mano.
-¿Ya con la edición de 2026 en mente?
-Ahora es un poco prematuro... Pero claro que vamos a volver. Es tan complicado llegar a la meta que estar en la línea de salida. Ahora viene todo ese trabajo silencioso pero muy duro de preparar todo. Lo que hicimos en el pre-Dakar nos permitió llegar en unas condiciones perfectas a la primera etapa. El camino es repetir todo ese camino para el futuro. Pero, de momento, me voy a permitir descansar y disfrutar un poco de lo que he vivido. Necesito tomarme ese respiro.
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