
El Mundial de Aridany Romero
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El consejero de Deportes se ha significado por repartir méritos para el hito que se vivirá en 2030, pero su labor incansable le elevaCon Gran Canaria enfilando los ilusionantes cinco años de preparativos para aterrizar en 2030 en perfecto estado de revista para sobresalir como sede mundialista, luego de las excelentes consideraciones y valoraciones que su argumentario como candidata obtuvo por parte de la FIFA, en el reparto de felicitaciones y méritos por el hito ya confirmado hay una figura que concita todas las miradas y aplausos por el trabajo realizado, los esfuerzos expuestos y el excelente resultado que está a la vista de todos: Aridany Romero. El consejero de Deportes del Cabildo era una de las personas más felices de toda la delegación isleña desplazada al congreso telemático celebrado en Madrid que ratificó las sedes.
La culminación de meses y meses de interminable trabajo con su equipo de confianza, Leticia López al frente en la gerencia del Instituto Insular de Deportes y también presente en la capital de España, bien merecía esa satisfacción que mezclaba con la responsabilidad del deber cumplido. Porque Aridany Romero se tomó la cruzada de que Gran Canaria estuviese entre las ciudades elegidas en el proyecto ibérico desde el primer momento en el que accedió al cargo, año y medio atrás, y cuando «todo estaba por hacer» para impulsar un sueño finalmente ejecutado.
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El ejecutivo cabildicio, al que avalaba su etapa previa como concejal de Deportes de Las Palmas de Gran Canaria («me he dejado la piel, la vida y la salud para estar al servicio de todos los ciudadanos de la comunidad deportiva de la capital: deportistas, empresas, empleados, profesionales, federaciones, clubes... Y creo que quien mire, con perspectiva, esos ocho años de gobierno considerará que existe un antes y un después en la ciudad deportivamente hablando», dijo a modo de balance en su política municipal), entendió que el desafío que tenía sobre la mesa de dar forma y dar definitivo impulso a la candidatura de Gran Canaria para acoger el mayor evento deportivo de su historia debía figurar en rojo en la lista de prioridades y, sin descuidar una agenda en la que la atención a todos los actores del deporte ha seguido siendo cercana y efectiva, así ha vertebrado toda su gestión, entendiendo que la oportunidad que se daba era única y había capacidad y medios, como se ha demostrado, para no dejarla escapar.
Romero ha contado en todo momento con el apoyo del presidente Antonio Morales, también decidido a coronar esta carrera y figura imprescindible en la dotación de medios para ello, además de la alcaldesa Carolina Darias y todo el aparato de la Federación de Fútbol de Las Palmas, con José Juan Arencibia también significado por una labor incansable. El empuje de calidad que aportó el ministro Ángel Víctor Torres, por todos señalado como elemento clave, el respaldo unánime de la UD Las Palmas, personificado en su presidente Miguel Ángel Ramírez, así como al adhesión del Gobierno de Canarias, como no podía ser de otra manera, terminaron completando una convergencia de fuerzas que hoy hace posible que el Mundial 2030 vaya a ser una realidad aquí.
El consejero siempre ha sido generoso en su capítulo de agradecimientos y ha generalizado a la hora de repartir méritos («es el éxito de todos los grancanarios y grancanarias, del conjunto de nuestra sociedad a la que todo le cuesta más por la insularidad»), cuidadoso de no dejarse atrás nadie. Pero la medalla reluciente que supone para su legislatura la decisión de la FIFA de dar luz verde a la sede mundialista de Gran Canaria le significa de manera especial y relevante.
En su despacho siempre contra viento y marea, incluso sin el alta médica en procesos víricos y varias recaídas de coronavirus que ha sufrido, disponible sin horario para lo que fuera menester, con jornadas interminables de recopilación y firma de documentos, y un deterioro físico que hasta él mismo asume («mejor no me pongo a pensar en lo que he envejecido en los últimos tiempos») a cuenta de la presión y la exigencia que implicó sacar adelante el Mundial 2030 en Gran Canaria, Aridany Romero ha vuelto a sorprender a su equipo de colaboradores y compañeros en este viaje por su inquebrantable capacidad de trabajo. Es de justicia consignarlo ahora que es tiempo de salir en la foto.
Claro, que esto es un punto y seguido en su hoja de ruta. Si los meses precedentes han sido frenéticos, qué decir del horizonte temporal que se aproxima, con el inminente inicio de la reforma y ampliación del Gran Canaria como tarea logística más relevante, además de infinidad de cuestiones de orden burocrático que se abren con la oficialidad y ratificación de la candidatura isleña. «Y ahí va a estar Aridany Romero como siempre, sin excusas, sin cansancio, siempre sensible a las situaciones y con soluciones a cada problema que le pongan delante«, dicen desde la consejería de Deportes, donde celebran que su titular sea como es y trabaje como lo hace. Eso explica, en gran parte, que el sueño mundialista haya cuajado en realidad.
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