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Saro Guzmán posa en el Pueblo de San Lorenzo, el lugar al que llegó y en el que ha hecho vida desde los 8 años. Cober
Saro Guzmán: El alma de las fiestas
Los rostros del barrio

Saro Guzmán: El alma de las fiestas

La novena entrega de esta serie habla sobre esta vecina del Pueblo de San Lorenzo que es un personaje fundamental en la organización de la Fiesta de Interés Turístico Regional y que cada agosto vive sus famosos fuegos con devoción

David Ojeda

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 25 de enero 2025, 23:13

Saro Guzmán y su familia llegaron al Pueblo de San Lorenzo un día de Las Nieves de hace ya 63 años. Era comienzos de agosto y sobre el campo de fútbol, donde hoy está el colegio de primaria, estaban las atracciones de las fiestas ya preparadas. Nunca olvidará La casa de la risa, una de esas salas de espejos que deforman las figuras, ni los zapatos que su madre le había comprado en Galante, una tienda clásica en Las Palmas, porque para las fiestas había que 'estrenar', y que tras horas jugando con una amiga le dejaron los pies en carne viva.

Hoy Saro tiene 71 años y no puede olvidar ese momento. Tenía ocho años cuando su familia decidió cambiar Arucas por el viejo municipio anexionado a la capital. «Todo ha cambiado mucho. Pero aquí llegue, aquí me casé y aquí tuve mis hijos», comenta desde el salón de su casa, uno de esos hogares que llenan la extensión de la palabra.

Saro Guzmán es el alma de las fiestas. No lo dice ella, que con modestia destaca la labor colectiva de los que cada año trabajan voluntariamente para que todo salga a la perfección más allá de la foto de postal que queda tras los tradicionales fuegos. Lo dicen, por ejemplo, los artistas que participan en el programa de actos y que buscan resguardo en lo que Saro y el resto del equipo han dejado listo en la cocina.

Saro es de las que pelea por la identidad del lugar en el que ha hecho vida. «Esto es un pueblo, y eso no termina de reconocer lo que pasó cuando nos quitaron el municipio. José Luis Suárez me porfiaba en Radio Las Palmas que esto era un barrio como otros y fui con papeles a demostrarle que estaba equivocado. Esto es un pueblo», dice orgullosa a través de esa voz poderosa que esconde una infinita ternura.

Hay en el hogar de Saro Guzmán una broma constante. Ella siempre comenta con su mirada que si algún día se saca una lotería se comprará una casa en Las Canteras, pero el relato no suena convincente. «Mis hijos siempre dicen que no se lo creen, que me quedaré aquí siempre», dice sosteniendo una carcajada.

Hoy todo ha cambiado mucho. Los Fuegos de San Lorenzo fueron decretados Fiesta de Interés Turístico Regional y se encuentran dentro de lo que la ciudad considera uno de sus cinco grandes fiestas, con lo que el Ayuntamiento asume parte de su presupuesto. Cuando Saro Guzmán empezó a colaborar todo era muy diferente, más austero y tal vez más humano. «Desde que tengo 12 años estoy metida en la fiesta de una forma u otra. Las fiestas eran completamente distintas y se hacían, por ejemplo, carreras de bicicletas. Bordábamos las cintas para entregárselas a los ganadores. Eran fiestas que organizaba básicamente el pueblo», expone.

Eran días en los que San Lorenzo sonaba a folclore. El de las agrupaciones que voluntariamente participaban en los actos. En los que los vecinos acaban con ampollas por divulgar las actividades que iban a llenar sus calles de vida. «Hacemos nosotros los programas y vamos casa por casa repartiéndolos. Eso se mantiene pero hemos rebajado algo la cosa, porque cuando éramos más jóvenes íbamos hasta Almatriche caminando, cuando allí solo había media docena de casas, a repartir programas. Luego bajábamos hasta el cementerio de San Lázaro que de vez en cuando pasaba una guagua que nos traía para arriba», recuerda.

Y así hasta el día de hoy. Saro Guzmán ha sostenido su hogar, volcada en lo colectivo pero llevando con pulso una casa en la que crecieron tres hijos. Hoy tiene una nieta de ocho años por la que siente devoción y a la que dedica también gran parte de su tiempo cada día.

Pero las fiestas del pueblo, o las noches de finaos que allí se organizan, son dos pasiones sin las que sería complicado comprender de quién hablamos. Hace dos años, el verano de 2023, cuando los fuegos se tuvieron que suspender por la alerta de incendios que se había declarado Saro recibió la noticia en la cocina del colegio, donde había liderado la preparación de la comida para los voluntarios de aquella noche. Horas después la tuvieron que llevar a urgencias porque la tensión se le había disparado de los nervios y la incertidumbre.

Entre risas, despacha otra anécdota, con más de medio siglo de vigencia. «Mis suegros se marcharon a trabajar a Holanda y un verano nos invitaron a pasarlo con ellos. Pasé julio bien pero cuando se acercaba el día de los fuegos me empecé a sentir inquieta y a repetirle a mi marido que nos íbamos a perder los fuegos. Me vio tan angustiada que decidió que nos fuéramos al aeropuerto a ver cómo podíamos llegar a tiempo y conseguimos un vuelo. Una hora antes de que empezaran aparecí por el pueblo y mi madre me dijo: '¿Tú qué haces aquí?», recuerda risueña.

Será difícil que un día se vivan las fiestas del Pueblo de San Lorenzo sin que personas como Saro Guzmán estén detrás. Aunque ella no para de alabar el trabajo de José García, el joven presidente de la comisión de fiestas. También se empaña discretamente los ojos cuando habla de personas que a lo largo de los últimos sesenta años han bregado por sacarlas adelante, como su hermano ya fallecido. Gente que trabajó por la alegría del Pueblo.

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