Algo está sucediendo. Algo se mueve en nuestra Sociedad Civil. No suele ocurrir con frecuencia, pero cuando lo hace, activa lo que está dormido. Y ... dicho fenómeno, como observador, esconde numerosas reflexiones sobre liderazgo social, individual y colectivo.
Cuando un grupo de personas hastiadas de la suciedad y el abandono de su ciudad deciden concentrarse para reclamar lo que es un derecho, esto genera toda una serie de reacciones, muchas veces inesperadas y dignas de analizarse.
Hay quienes se suman a este movimiento, porque sólo se echaba en falta que alguna persona diera un paso al frente y liderara para clamar y reclamar lo que era una verdad a voces, cuando hasta entonces sólo se manifestaba entre conversaciones de amigos, comerciantes, em presarios y ciudadanos.
Hay un liderazgo emergente que surge como una chispa y contagia toda una ciudad
Un grupo interesante a analizar es aquél formado por quienes observan desde la barrera, esperando a ver cómo evoluciona el proceso. Si es un éxito, se sumarán y hasta algunos intentarán ser portavoces. Pero si es un fracaso, el objetivo será que no les vinculen a estos 'rebeldes'.
Podemos también ver las reacciones por parte de los medios de comunicación. Informan y deforman. Reportan el evento, pero algunos deciden criticar, más bien diría que denostar de forma irónica, a los que se manifiestan. En lugar de poner en valor el esfuerzo, la unión, la realidad, el malestar o los argumentos, comentan la tipología de los asistentes, sobre la vestimenta o particularidades que realmente sobran, tal vez buscando desmerecer el contenido y las razones de dicha rebeldía.
La política. Sin ser una manifestación política, ni partidista, sino simplemente un reclamo de limpieza y seguridad, se genera un huracán de reacciones. Unos para atacar, y otros para defenderse atacando, poniendo foco una vez más, sobre el perfil de los manifestantes. Gracias que la cordura se impone y las disculpas también. En lugar de verlo como un ataque, se tendría que ver como un regalo. Les están diciendo, a quienes han sido elegidos por los ciudadanos, dónde poner foco, recursos y hasta su futuro político. No hay una estrategia política detrás de ello, pues no estamos en elecciones, ni cerca de ellas. Es un grito, un reclamo, un hartazgo que seguramente si lo solventaran, se ganarían los corazones y las voluntades de todos aquellos que se manifestaron.
Pero hay un peligro. Que esa semilla de impotencia y rebeldía se extienda por la ciudad. Como de hecho ha sucedido. Otros barrios, con diferentes realidades, han empezado a manifestarse y a reclamar el olvido, la dejadez y el abandono del entorno en donde viven: papeleras desbordadas, jardines abandonados, falta de limpieza en todos los alrededores. ¿Es así cómo se quiere seguir viviendo? ¿Es ésta la ciudad que queremos? ¿Cuánto tiempo aguantarán otros barrios en unirse y reclamar lo mismo?
Ahora bien, también toca hacer autocrítica como ciudadanos. ¿Somo un ejemplo de limpieza?
Hay un liderazgo emergente que surge como una chispa y contagia toda una ciudad o toda una sociedad. Seguramente tenemos presente en nuestra memoria diferentes eventos que cambiaron un país o una realidad sangrante. Se suele despreciar en sus inicios, pero también puede ir cobrando fuerza, como en cierta medida ha sido esta manifestación, con la simbología e icono de los cepillos, de los vecinos de Triana, a los que han seguido los de Almatriche y el Polvorín. A ello se une la protesta de vecinos que asisten a los encuentros pidiendo más manifestaciones en sus respectivos barrios, llámese las Alcaravaneras o Mesa y López. Creo, como observador, que o se reacciona pronto, o el 'virus' de la protesta y el hartazgo se irá extendiendo por la ciudad.
Ahora bien, también toca hacer autocrítica como ciudadanos. ¿Somo un ejemplo de limpieza? No. Cada vez que veo a un fumador tirando una colilla a la calle para entrar en una cafetería o en su lugar de trabajo, me pregunto si lo hace también en su casa. O quien tira un papel en plena calle, por no buscar una papelera.
Pero sucede un fenómeno extraño. La limpieza llama a la limpieza. Y la suciedad llama a la suciedad. En la ciudad de Nueva York se realizó el experimento social para analizar la conexión entre limpieza y suciedad. Se dejó un vehículo de lujo abandonado en un barrio que destacaba por su peligrosidad y vandalismo. Mientras estuvo limpio, nadie lo tocó. Pero como parte del experimento, se procedió a romper una ventanilla y se dejó de cuidar, lo cual generó que a los pocos días, quedara poco del coche. La limpieza llama a la limpieza. La suciedad llama a la suciedad.
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