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Las personas tendemos a asumir que a partir de cierta edad nos pasan cosas que entran dentro de lo que podría definirse como lo irremediable. Por mucho que lo rechacemos, va a ocurrir sí o sí «Es el peaje de la vida», nos gusta decirnos. Pero no es así. Al menos, no siempre es así. Uno de esos problemillas más comunes es el de la nocturia, que son unas irrefrenables ganas de orinar que, sistemáticamente, rompen el sueño de cantidad de personas al menos dos veces por noche. Si le pasa, esté tranquilo, que no está solo. Lo mejor de todo lo que va a leer a partir de ahora es que lo suyo tiene solución.
«Despertarse una vez con ganas de hacer pis es perfectamente normal. Más si ocurre a las seis de la mañana y se levanta uno a las siete para ir a trabajar. Lo complicado comienza cuando esa situación se repite al menos dos veces por noche», detalla el urólogo José Gregorio Pereira, de la red de salud IMQ. Aparte de la incomodidad, el descanso se rompe y el afectado acaba por arrastrar la falta de sueño que provoca durante toda la jornada, un día sí y al siguiente, también.
La nicturia, como también se llama, es una complicación ligada al envejecimiento, aunque no solo la padecen las personas mayores. Aunque no son muchos, las consultas de Urología también reciben pacientes de 30 años. Lo habitual, sin embargo, es que llegue con los 50, «cuando la maquinaria comienza a fallar». A partir de los 70 años, el trastorno cobra tintes de epidemia y afecta ya a tres de cada cinco personas.
La población tiende a pensar que esto es una cosa de hombres, pero se da en ambos sexos y en realidad algo más –un poco más– en las mujeres. Lo padece, en concreto, el 25% de los varones y un 31% de la población femenina de 30 a 50 años. Después, la balanza tiende a equilibrarse.
Otra de las ideas sobre este mal tan extendida como falsa es que se debe, sobre todo, a un fallo de la próstata en los hombres y a una disminución de la capacidad de la vejiga en las mujeres. Son sólo verdades a medias. Ni una ni otra circunstancia constituyen las principales causas de este trastorno. Por mucho que su vecino le repita que lo ha visto en internet, no es cierto. Representan solo el 25% de los casos. Existen hábitos, problemas de salud e incluso tratamientos que favorecen la nocturia y que, por tanto, bien manejados, permiten superarla.
Unas ganas irrefrenables de mear no son ninguna tontería. Condicionan enormemente la vida social de los afectados, porque sus urgencias no siempre resultan bien comprendidas; y afectan –y mucho– a sus relaciones laborales y afectivas. La falta de un sueño reparador propicia una mayor somnolencia diurna y con ella, peor memoria, peor estado de ánimo, irritabilidad, ansiedad...
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Fermín Apezteguia
Es por eso que si se acude al médico en busca de una solución, el especialista comenzará por indagar en los hábitos y costumbres del paciente. «Lo primero es saber si uno se despierta porque tiene ganas de orinar o si las percibe porque se ha despertado», detalla el especialista.
Los riñones mantienen su actividad mientras se duerme, siguen generando líquidos. Pero, claro, si se bebe en exceso, se ven obligados a trabajar a toda máquina y le llevarán al baño con mayor frecuencia. Si le pasa, evite beber dos horas antes de acostarse. Determinadas bebidas, como el café, el té y las infusiones en general, también deben suprimirse seis horas antes de irse a dormir por su enorme capacidad diurética.
Asimismo, hay enfermedades que propician unas incontenibles ganas de mear. La insuficiencia cardiaca conlleva problemas renales y retención de líquidos. La diabetes y la llamada diabetes insípida –producida precisamente cuando el cuerpo es incapaz de gestionar correctamente los líquidos– también la favorecen.
La lista de problemas de salud que la potencian es larga, pero quizás merezca una mención especial, por curiosa, la apnea del sueño, que se manifiesta con problemas respiratorios en personas roncadoras. La falta de oxígeno en los pulmones activa un mecanismo de defensa, que constriñe las arterias. Esa presión arterial se transmite al corazón, que como respuesta genera una sustancia (péptido) relacionada con las ganas de miccionar... Algunos fármacos, como los de la hipertensión, también son diuréticos y ayudan a lo que no se quiere.
El control de todos estos aspectos ayuda. Pero si no es así, llegados a este punto, los médicos aún podrían recetarle un medicamento que «va muy bien» y que comenzó a utilizarse para ayudar a los niños que se orinan en la cama... Hay más buenas noticias. La industria tiene ya muy desarrollado otro fármaco sobre el que se han depositado grandes expectativas. «Vivimos en una sociedad que prima la calidad de vida; y la industria –reflexiona José Gregorio Pereira– investiga en todo aquello que puede suponer negocio». El bienestar tiene un precio.
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