Secciones
Servicios
Destacamos
Julia Fernández
Viernes, 31 de mayo 2024, 23:07
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Opciones para compartir
Cuando uno se planta en la línea de salida de una carrera popular, pongamos por caso, oye muchos comentarios. Entre ellos el ya manido «no sé si he entrenado lo suficiente» acompañado del «yo me siento mal por no haberle dedicado más horas». Hablamos de gente que como usted y como yo tiene una profesión y una familia, y en sus ratos libres ha decidido entrenar determinado deporte porque le gusta. Tener dudas sobre si uno se ve suficientemente preparados para una prueba es normal, pero ¿lo es sentir culpa porque no se ha podido entrenar más?
«Sí, es normal que eso ocurra», tranquiliza Alejo García-Naveira, coordinador de la sección de Psicología del Deporte del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid. Al final, añade su colega Mireia Cabero, «la culpa es una experiencia psicológica y emocional» que se vive cuando interpretamos que «las consecuencia de nuestros actos y decisiones son de alto impacto» para nosotros y quienes nos rodean.
Noticias relacionadas
Óscar Beltrán de Otálora
Aquellos que se comprometen con fuerza con objetivos deportivos «o ven su entrenamiento como una parte esencial de su rutina diaria» son mas propensos a sentirla. Lo que se les pasa por la cabeza a estas personas es que se están fallando a ellos mismos o a otros: el amigo al que han liado para que se apunte, la familia a la que roba tiempo para prepararse o el entrenador que ha contratado para que le organice las sesiones. Y también creen que al saltarse un entrenamiento pierden oportunidades de mejorar.
Pero hay un punto en el que sentirse así deja de ser normal y se convierte en preocupante: «El pensamiento obsesivo», indica García-Naveira. Que un día te sientas mal por no entrenar, pase; pero que te sientas tan presionado para que cada vez que no completes una sesión te fustigues con ello «y no sientas que tienes recursos para hacerle frente» es síntoma de que algo no va bien, señala Cabero, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Si no entrenar nos va a generar un mal día hasta el punto de acabar pagándolo con los demás, cuidado porque algo no estamos enfocando bien.
El deporte «debe ser un complemento diario» a todo lo que hacemos, prosigue la docente catalana. Y debe «encajar de manera orgánica» con nuestra vida, «sin estrés ni excesiva autoexigencia». García-Naveira considera que la clave es «el impacto emocional» y su intensidad. Opina, de hecho, que la frase «tengo que entrenar» es de partida errónea: no lo tienes que hacer, lo haces porque quieres y le conviene a tu salud, quien lo tiene que hacer es un deportista profesional.
Cuando la culpa por no salir a correr, por ejemplo, afecta a nuestro actividad social, laboral o familiar la cosa se pone más seria, alertan ambos expertos Y si, encima, te lleva a la última bandera roja, «la desmotivación», hay que darle una vuelta a nuestra forma de integrar la práctica deportiva en nuestra vida diaria.
A veces no solo nos sentimos mal por no salir a entrenar, sino porque no lo hacemos como el resto. Porque el bombardeo fitness en redes como Instagram, TikTok, Facebook... es brutal. Y eso sin contar con las propiamente deportivas: Garmin Connect, Strava...
El primer consejo para poner coto a esto es de Cubero y consiste en «relativizar todo lo que puedas». Luego, hay que dejar de compararnos con otros: «La superación y la competición es con nosotros mismos». García-Naveira apunta en otra dirección más conocida: no es oro todo lo que reduce en el escaparate virtual. «Hay que tener en cuenta que las redes nos muestran versiones idealizadas y a menudo poco realistas de la vida deportiva de otros».
– Aun así... es inevitable no sentir remordimientos
– Es útil recordar que cada persona tiene su propio ritmo.
Si en vez de inspirarte con esos perfiles, te vienes abajo, desconecta, déjalos de seguir y «enfócate en ti». «El deporte para los amateurs debe ser entendido como una actividad que mejora la calidad de vida, las relaciones sociales, la salud física y mental, y que proporciona placer y bienestar», concluye García-Naveira. Y una última cosa: no eres lo que entrenas.
Entrena la constancia cada día. Pero no solo en el deporte, sino «en tu vida en general», recomienda el psicólogo deportivo Alejo García-Naveira.
Establece objetivos realistas. Define «metas que sean alcanzables y que se ajusten a tus capacidades y tiempo disponible». No fantasees, pero tampoco te infravalores.
Escucha a tu cuerpo. Es fundamental «reconocer cuándo necesitas descansar» y hacerlo. «No te fuerces más allá de tus límites», recomienda el experto.
Disfruta el proceso. Hacer deporte no tiene que ser un castigo. Enfocarlo así es un error. «Encuentra formas de hacer que el entrenamiento sea divertido y variado».
Equilibrio. Integra el deporte «de manera equilibrada» con otras actividades y responsabilidades en tu vida. No debe incapacitarte para otros planes.
Busca apoyo. Rodéate de personas que «te motiven y te apoyen» en tus objetivos «sin presionarte de manera negativa». Y no te compares, cada uno tiene su ritmo.
Celebra los logros. Si somos muy exigentes, solemos dar más importancia a nuestros errores que a nuestros aciertos. En el terreno deportivo es importante «reconocer y celebrar los progresos, sin importar lo pequeños que puedan parecer». Todo cuenta.
Si fallas en un entrenamiento... ¡No pasa nada! «Acéptalo como tal, no seas tu peor verdugo, el próximo día será una buena oportunidad para continuar entrenando la constancia». Recuerda esta frase:«El hábito hace a los grandes deportistas».
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.