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La irrupción del coronavirus en el horizonte epidémico transformó por completo el sistema de vigilancia de las enfermedades en Canarias. «Se trabajó muy rápido. Daba la impresión de que era un caos, pero la máquina estaba bien engrasada, lo más complejo fue crear mecanismos para la gestión y el envío de la información», rememora Álvaro Torres, actual jefe de un servicio, el de Epidemiología y Prevención de Salud Pública, que poco o nada se parece al que había antes de la pandemia de covid.
El sistema de captación de información de lo que ocurría en los centros de salud y hospitales, con un ejército de enfermeras que llegaron a hacer 4.000 pruebas PCR en un día, se creó casi de la nada. «No había recursos suficientes para captar la información de manera ágil. El Ministerio de Sanidad nos dio de plazo hasta el 11 de mayo para que mandáramos la información de forma automática y se pudo hacer», recuerda Torres sobre un punto de inflexión que ha cambiado el modus operandi del Servicio de Epidemiología.
A partir de ese 11 de mayo de 2020, todos los resultados de las pruebas realizadas en los laboratorios públicos y privados de las islas llegaban al servicio a las 6 de la mañana. «Se depuraban de madrugada. Nos especificaban los negativos y positivos, porque el dato de la positividad era un indicador muy importante. Los datos llegaban junto con los errores detectados que íbamos corrigiendo. Nos comunicaban las muertes y un equipo de cuatro personas se dedicaba a comprobar si morían por covid o con covid. Cuando alguien moría por un cáncer terminal y tenía covid, no lo achacábamos a la covid», cuenta.
Los destinatarios de aquel volumen ingente de datos diarios eran dos; el Ministerio de Sanidad y la ciudadanía, para la que Grafcan creó un visor donde se contabilizaban los positivos diarios por isla y municipios, las hospitalizaciones y las muertes. Ese visor dejó de actualizarse el 29 de marzo de 2022, cuando la pandemia ya sumaba en Canarias 333.243 positivos confirmados y 1.633 fallecidos por covid-19.
Poner coto al virus en los momentos de máxima expansión no fue fácil. «Tuvimos muchos brotes, algunos de difícil gestión como los de los turistas y los barcos. Los casos complejos requerían mucho tiempo y personal. Había que hablar con las personas afectadas. Habilitar arcas de Noé, lugares de aislamiento en hoteles vacíos y se contrató un seguro para la estancia de los turistas que no tenían un seguro propio... Todo era complejo. No había un rato para el café. Nos hizo hacer un esfuerzo de coordinación con reuniones diarias por videoconferencia a las 8 de la mañana que se han mantenido», relata Torres, que recuerda que hubo que alquilar un piso para acoger al personal que ya no cabía en la sede de Salud Pública de Gran Canaria.
En el servicio había 35 rastreadores que se coordinaban con los de Atención Primaria (AP), un auténtico ejército, que incluyó a militares, instalado en la Biblioteca del Estado, primero, y luego en Infecar, en Gran Canaria, y en una nave industrial del polígono de Güímar, en Tenerife. Solo en Gran Canaria, llegó a haber 137 rastreadores de AP.
Pocos de los que trabajaron entonces siguen en el servicio. «La plantilla estaba envejecida. Quedan dos personas de las que estaban cuando empezó la pandemia», afirma. En todo caso, el personal dedicado a la vigilancia epidemiológica se ha redimensionado, pasando de once médicos y cuatro enfermeras a siete médicos, con cuatro plazas vacantes, y trece enfermeras. Además, la experiencia ha servido para reorganizar el departamento, que ahora tiene dos unidades; una para las enfermedades transmisibles y las vacunas, y otra para las patologías no transmisibles.
El principal escollo que tuvo que resolver el Servicio de Epidemiología y Prevención de la Dirección General de Salud Pública con la pandemia fue la creación de sistemas para captar y gestionar la información sobre el impacto del Sars-Cov-2 en la población. Esta experiencia ha inspirado otras mejoras en la vigilancia de las enfermedades en Canarias.
«Nos planteamos que, si lo hicimos para la covid, ¿por qué no para vigilar el resto de enfermedades? Y lo estamos haciendo: El Ministerio de Sanidad y Europa nos han dado fondos para desarrollar el sistema de captación de información de forma automática, sin tener que entrar en las historias clínicas de los pacientes ni que lo tenga que enviar el médico. Eso nos permite mejorar el control de las enfermedades, que son muchas», abunda el actual responsable del departamento, Álvaro Torres.
Una empresa, contratada a través de un concurso público, está desarrollando actualmente dos proyectos; el registro único de vacunas, que contabilizará y reportará al Ministerio de Sanidad la actividad vacunal de los centros de salud y hospitales públicos del archipiélago, además de la de los centros sanitarios privados; y la renovación completa del sistema de captación de información de los análisis de los laboratorios de microbiología y de algunas variables clínicas de los historiales de los pacientes de Atención Primaria.
Además, en el servicio han perdurado hábitos de trabajo, protocolos y, sobre todo, una mayor conexión con los médicos de familia.
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Cristina Magdaleno y Jorge Morales /Efe
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