
Aquilatar
Para padecer amnesia, primero ha tenido que haber memoria y algo que olvidar
Juan Bas
Sábado, 27 de julio 2024, 23:03
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Juan Bas
Sábado, 27 de julio 2024, 23:03
A esta edad que lo único que se me ensancha es el culo, leer al brillante pensador y escritor mexicano Juan Villoro me causa la ... ilusión de que me expande la mente. Salvando las distancias del tiempo vivido y de las erosiones y aprendizajes que lo acompañan, ese deslumbramiento me recuerda al vértigo de la inteligencia que me deparó descubrir a Borges durante la adolescencia y, de un modo más subterráneo, a Kafka.
Me refiero en el título a aquilatar en su cuarta acepción del diccionario: analizar algo con detalle y de manera precisa. Villoro utiliza el verbo al referirse a Milan Kundera cuando consideró que «habitamos el planeta de la inexperiencia». Al respecto, escribe Villoro: «Somos incapaces de aquilatar lo que ya ocurrió. La mayoría de la gente se comporta como si todo sucediera por primera vez». Y apostilla que esa especie de inconsciencia suspendida en el limbo aumenta al frecuentar el que llama «presente eterno de la realidad virtual».
Esta reflexión me ha dado un giro a lo que pensaba: que el desinterés mayoritario por los hechos y las enseñanzas de la historia se debe a falta de interés por el conocimiento en general, a mera incultura por pereza mental. Villoro añade un esencial matiz que llama «crisis de pasado». Lo anterior se descarta y no interesa solo por el hecho de haber sucedido ya y considerarse obsoleto. Serviría la metáfora de los trastos viejos apilados en el desván acumulando polvo porque se ha olvidado que están ahí.
Salvo para una minoría especializada en diversos estudios (lo que Olga Tokarczuk ponía en boca de un personaje de que la inteligencia reside en la capacidad para relacionarlo todo entre sí por análisis y síntesis y en su discernimiento) que aquilatan la realidad sin limitaciones temporales, parece imponerse de modo habitual una frenética y a la vez superficial práctica de la inmediatez y la brevedad en tiempo real, lo cual lleva aparejado que la atención sea efímera y que las ideas, que cada vez existen menos de manera autónoma y van unidas a hechos (con predilección por los triviales) se desvanezcan pronto.
Analizar con detalle y precisión algo que después de buscarlo llega a nuestro conocimiento, es necesario para saber y entender. Pero para llegar a ese análisis primero hay que aprender, interesarse por hacerlo, y después no olvidar lo aprendido. Y aquí surgiría el tópico de que los pueblos que olvidan su pasado están condenados a repetirlo, aunque que no se den cuenta y les parezca nuevo no por olvido, sino por desidia que acarrea ignorancia. Para padecer amnesia, primero ha tenido que haber memoria y algo que olvidar.
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