
Crítica de teatro/ 'Enemigo'
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Crítica de teatro/ 'Enemigo'
Teatro La República: sensibilidad, coherencia y compromisoFelipe García Landín
Las Palmas de Gran Canaria
Miércoles, 22 de enero 2025, 23:03
Lleva la compañía de teatro La República 30 años despreciando la monarquía de lo superficial y el reino de la trivialidad. Supe de elllos a través de Tony Suárez que me llevó a un lugar de Ingenio donde tenían su laboratorio, allá por el año 1997, para que conociera su trabajo 'in situ'. Acababan de estrenar 'Chatarra' sobre un texto de Fontanarrosa dirigida e interpretada por Nacho Cabrera y Mario Vega y se habían ganado el respeto de las gentes del teatro. Habían convencido por la radicalidad de su propuesta que, con muy pocos medios, habían materializado en un espectáculo extraordinario. Y desde entonces no han dejado de crear un teatro que se guía por la sensibilidad, la coherencia y el compromiso. Ahí están sus montajes, siempre arriesgados, como tiene que ser, pues el verdadero teatro es riesgo o no es: 'Cuando las mujeres asaltaron los cielos', 'Historia de un soldado', 'Ciudadano Yago', 'San Juan', 'Madre'... Montajes todos ellos que confirman su honestidad intelectual a la hora de abordar la técnica teatral y la dramaturgia. Y así sucede con 'Enemigo', adaptación de 'Un enemigo del pueblo' de Henrik Ibsen que se estrenó en Oslo, en 1883. Desde entonces, este clásico de la escena no ha dejado de recorrer el mundo en diversas adaptaciones y versiones para el teatro, el cine y la televisión. En España se estrenó por primera vez en 1893 y no ha dejado de ser representada hasta hoy. Tuvo su adaptación para la TVE en el mítico programa de Estudio 1 con José Bódalo en el papel principal y el Centro Dramático Nacional la estrenó en 2007 con una versión de Juan Mayorga.
En el cine Steve McQeen dio vida al personaje protagonista en una película de 1978 dirigida por George Schaefer y en 1989 el director indio Satyajit Ray realizó su propia versión. Pero antes de estas películas Steven Spielberg había llevado a las pantallas la que terminaría siendo una película de culto, 'Tiburón' (1975), que plantea el mismo dilema de la obra de Ibsen –eso sí, con otra deriva– en un pequeño pueblo que vive del turismo. El argumento de la obra no puede ser más actual en estos tiempos en los que la 'posverdad' impera sobre la ciencia, la razón y la lógica. La mentira y la manipulación de la realidad se impone para que unos pocos se beneficien de ello y aumenten su fortuna personal. El doctor Thomas Stockmann, descubre que las aguas del balneario están contaminadas. Cuando pretende advertir de ello a las autoridades y al conjunto de la comunidad, se encuentra con la oposición de las fuerzas vivas, incluido su propio hermano que ejerce de alcalde.
Todos están más preocupados por la pérdida de clientes en el balneario que por la salud de las personas. Tienen miedo a que salga a la luz la verdad y que esta afecte al negocio turístico que sustenta la economía del pueblo y de la isla. Todos los poderes se coaligarán para cuestionar el prestigio de Stockmann. Nacho Cabrera sitúa la acción en el presente, en una isla de Canarias sobre-explotada por el turismo.
'Enemigo' es una adaptación muy libre de Nacho Cabrera que prima el texto y el relato de la historia sin violentar el texto original. Al servicio del texto y de la historia está la escenografía, con una estética funcional y efectiva, en la que los actores se desenvuelven con naturalidad ya que estos, con el texto, son el elemento fundamental de la representación. Y todos cumplen a la perfección su papel para que el mensaje llegue transparente al público.
Nacho Cabrera, como director de teatro no es ajeno a la calle y la introduce en la representación buscando conmocionar, sin retóricas. Es crítico y parece aplicarse aquellas palabras de Pulitzer dirigidas a los periodistas cuando afirmaba que los verdaderos reporteros tienen que estar hartos, enfadados con las situaciones injustas y reaccionar. Todo lo contrario de esa prensa, simbolizada en la obra por el director de 'El Mensajero del Pueblo' y aliado del alcalde, que «distorsiona deliberadamente una realidad, manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales». 'Enemigo' representa una historia, tan antigua como actual, en la que se enfrentan la razón y la verdad con el poder político y económico, la honradez con la corrupción, el individuo libre a las masas manipuladas y a los privilegios de clase, la verdad a la mentira, el bien público con el negocio privado, la defensa del medio ambiente con un mal entendido progreso.
En suma, esta puesta en escena denuncia sin ambages la corrupción del poder y la manipulación informativa. Estamos entrampados – dejó escrito hace años José Monleón– «en un sistema económico neoliberal brutal, donde la especulación y el consumo contaminan todos los ámbitos de la vida, usurpando a las personas su conciencia y sus energías, empujándolos a aceptar de forma natural el actual ordenamiento social imperante». Cuando el doctor convoca a la ciudadanía para entregarle el informe científico sobre las aguas contaminadas y explicar su posición al respecto, el alcalde manipula la improvisada asamblea, le impide hablar y lo acusa de ser el enemigo del pueblo. La comunidad termina asumiendo la mentira, destrozan su vivienda, él es destituido, su hija despedida del trabajo y son forzados a pensar en emigrar para rehacer sus vidas. Todo nos resulta tan próximo que resulta inquietante escuchar a determinados dirigentes políticos hablar como salvadores, como si fueran los dueños de toda la verdad. Al final, se impone la amenaza de un conmigo o contra mí. Por cierto, a destacar el alegato final de la hija del doctor Stockmann representada por Niria Ro a la que hay que reconocerle su buen hacer. Enemigo aborda también la salud democrática de una sociedad y de un país. Alexis de Tocqueville (1835-1859) en su ensayo 'La democracia en América' advertía de las deficiencias de la democracia y observaba que «cuando un hombre o un partido sufre una injusticia, ¿a quién queréis que se dirija? ¿A la opinión pública? Es ella la que forma la mayoría». Y esa misma mayoría sostiene los demás poderes: el ejecutivo, la fuerza pública y el jurado. «¿Qué importa que tengas la razón si no tienes el poder?» se pregunta el doctor Stockmann.
Podría decirse que toda la producción teatral de Henrik Ibsen se guía por el imperetativo de «sé tú mismo y defiende la verdad aunque las circunstancias no sean favorables». Cabrera organiza su propuesta dramatúrgica desde el distanciamiento, una idea muy brechtiana, al recordar al público, al inicio de la obra, que estamos ante una representación y que no hay que confundir el drama con la realidad. De ahí que se narren las situaciones y se incluyan informaciones televisivas para que el espectador se sienta un observador de esa realidad, reflexione y tome sus propias decisiones. Las consecuencias negativas del turismo de masas, a pesar de ser el indiscutible motor económico del archipiélago, pasan en forma de imágenes de un noticiario que recoge las manifestaciones de una población que denuncia el empleo precario, la pobreza, desigualdad, dificultad de acceso a la vivienda y la enorme contaminación de los espacios naturales con megaproyectos. El público se enfrenta a una democracia imperfecta en la que las minorías son silenciadas y perseguidas. Este montaje no tiene respuestas, plantea preguntas: «¿Quiénes suponen la mayoría en el sufragio? ¿Los estúpidos o los inteligentes? ¿La mayoría tiene la fuerza, pero no tiene la razón? ¿La minoría siempre tiene razón?». Estamos con el director cuando afirma que 'Enemigo' es una reflexión sobre el concepto de la democracia y una obra necesaria en estos tiempos «donde el riesgo de decir la verdad en el marco de esta sociedad anestesiada, insensible y adormecida, es muy elevado».
En su estreno un público diverso, que llenaba el Teatro Cuyás, reconoció el trabajo de la compañía con un largo aplauso. A la salida conversaba con mis acompañantes sobre el significado del símbolo de la lavadora y el trasmallo que estuvo presente a lo largo de la obra y que fue resaltado al final. En fin, en el Teatro Cuyás triunfó La República que con 30 años está muy viva y consiguió por un momento despertarnos de 'la siesta intelectual'.
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