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La cantautora catalana Sandra Bautista. C7
Sandra Bautista: «Mis canciones hablan de dolores que siempre he querido sacar afuera»

Sandra Bautista: «Mis canciones hablan de dolores que siempre he querido sacar afuera»

La cantautora catalana aterriza este viernes en el ciclo 'Patios encantados' de la Casa-Museo León y Castillo de Telde, a partir de las 20.00 horas

Gabriela Vicent

Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 4 de julio 2024, 02:00

La joven Sandra Bautista, nacida en Martorelles (Barcelona) en 1995, no tiene pudor en confesar que cuando escuchó, a los 6 años, la canción '730 días', de Jorge Drexler, sintió, sin dudarlo, que el dardo la había alcanzado de pleno. «Su belleza me abrumó», confiesa. Después, un conocido concurso musical catalán, 'Sona9', la puso en la escalera de despegue y, su primer disco, 'Trapezista', llegó con un pan bajo el brazo. Llega a Gran Canaria de la mano del ciclo de 'Patios encantados', de la Casa-Museo León y Castillo de Telde para presentarse, sin más artificios que guitarra y vez, ante el público grancanario. La velada está prevista para este viernes, día 5 de julio, a partir de las 20.00 horas.

«Vengo con un disco nuevo que he titulado 'Intuir el tigre'», adelanta la joven cantautora catalana, que está estos días inmersa en su gira de presentación. «El concierto se completa con algunas canciones del disco anterior, 'Trapezista'», añade, «armándose un repertorio variado con géneros diversos, donde la palabra tiene mucho protagonismo. Interpretaré las canciones en su formato más íntimo y tal como fueron concebidas, a guitarra y voz».

Tras ganar el prestigioso concurso catalán 'Sona9', Sandra Bautista se lanzó al mercado musical con su primer disco, 'Trapezista', un trampolín de despegue nada desdeñable para una cantautora que buscaba su camino más allá del universo 'mainstream. «En aquel momento, fue una oportunidad para poder grabar a coste cero y llegar a ciertos medios periodísticos».

Tantas cosas por decir han acabado confluyendo en un nuevo álbum, 'Intuir el tigre', con canciones en tres idiomas y producido, ahora sí, por ella misma. Un mundo nuevo y, a la vez, un nuevo salto al vacío en su carrera. «Con ayuda de personas que me han enseñado y dado un espacio para equivocarme», apunta también la joven. «Entre ese primer disco, 'Trapezista', y el nuevo, 'Intuir el tigre', hay un abismo. Entre otras cosas, he pasado de la post-adolescencia a la etapa adulta, con todo lo que conlleva. Creo que mis canciones de ahora tienen muchas más capas de reflexión. Le he dado muchas vueltas a todas las canciones para que sean lo más redondas posible. También son más valientes, hablan de dolores que siempre he querido sacar afuera con ayuda de personas que me han enseñado y dado un espacio para equivocarme».

Fusión de las dos orillas

Su estilo se caracteriza por fusionar los sonidos folk de ambos lados del Atlántico, rasgo que deja traslucir también sus influencias. «Quien me clavó el dardo a los 16 años fue Drexler y, desde entonces, he ido escuchándolos a todos, antiguos y modernos», explica.

«Por ejemplo, a Silvio Rodríguez lo descubrí realmente hace pocos años. Siempre he vivido mi ignorancia como algo negativo, pero ahora pienso que tengo la gran suerte de poder descubrir a estos artistas por primera vez desde una madurez que me hace apreciarlos más. Actualmente, me fijo mucho en la obra de artistas latinoamericanos como Alejandro y Maria Laura, Bala Desejo o Noelia Recalde, y, aquí, en España y Portugal, me inspiran mucho Javier Ruibal, Silvia Pérez Cruz, Mundo Chillón o Salvador Sobral... Y creo que tenemos muy infravalorada la obra de 'El Niño de la Hipoteca', de la que personalmente he aprendido mucho», comenta.

Siguiendo el hilo de las influencias, Sandra Bautista está de acuerdo con la afirmación de que hay en estos días un cierto resurgimiento de la música tradicional, a través de cantautoras y cantautores como puede ser el caso de Valeria Castro en Canarias. «Por supuesto, y me parece maravilloso que ocurra esto. Poner en valor la música tradicional y mezclarla con géneros actuales creo que es muy potente. Como oyente, me cuesta sostener un género mucho tiempo. Por ejemplo, disfruto del flamenco puro, del jazz más jazz o de la música tradicional en esencia, pero no la aguanto demasiado tiempo. Sin embargo, mezclado con otros géneros, o entre ellos, me parece apasionante, podría pasarme horas ininterrumpidamente», describe la cantautora.

Vivir y disfrutar de la música. ¿Es un camino tan difícil como parece? «Es complejo, sí», confirma. «Hay que diferenciar a la industria musical de la música para no volverse loca. La industria es muy feroz y, como sólo está interesada en la economía por encima de cualquier valor o ética, intentará que te vistas, cantes, digas y hagas todo lo que en ese momento esté de moda. Si te niegas a hacerlo, se cerrarán puertas, pero se abrirán otras más sencillas, con las que puedo dormir toda la noche sin sentir que no aporto nada al mundo», agrega.

Giras por salas humildes

A Sandra le pone muy nerviosa «la gente del sector que se agarra a la frase: «Si tanta gente escucha ese disco o va a tal concierto, será por algo. Ese 'algo' nunca denota una imposición de la industria. En la mayoría de casos, esa música se ha metido hasta en la sopa para que te acabe gustando y omitas un universo de cosas mucho más ricas. Creo que hay una percepción del éxito muy dañina, en la que vivir de la música implica llenar grandes teatros y estadios de futbol. Yo vivo de mis pequeñas giras por salas humildes y disfruto de cada concierto y cada persona que viene a escuchar desde el corazón. No me hace falta más. Quiero seguir teniendo mi vida, mis amistades, mi partido de fútbol semanal y seguir con los pies en el suelo de mi barrio», remata esta joven de sólidos principios, musicales y humanos.

A Sandra también le cuesta llegar al principio de su propio hilo musical. «Desde que soy pequeña recuerdo a mi padre poniendo vinilos de The Beatles o Deep Purple, y creo que ahí empezó todo. Me gustaban Nena Daconte, Michael Jackson o Chambao. Recuerdo también mi primera guitarra a los 12», avanza.

«Todo eso vino antes de descubrir a Drexler», advierte. «Entonces, todo cuadró. Escuché por primera vez la canción '730 días' y esa belleza me abrumó. No entendía nada. Le dije a mi padre que esa canción era un aburrimiento y que Jorge no cantaba bien, pero por dentro sentía un abismo, una sensación de despertar, de haber llegado a algún lugar feliz y concreto, al inicio de un camino».

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