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Las Palmas de Gran Canaria
Sábado, 25 de enero 2025, 01:00
Hace 17 años que la cuentista turolense Maricuela (María Molina) contó sus historias en el Festival Internacional de Narración Oral Cuenta con Agüimes. Regresa al evento más antiguo de cuantos se celebran en España para contar en sus cinco sesiones programadas cuentos conmovedores en los que juega con el humor y el juego de la sorpresa entre lo real e imaginario. Dice que no le cuesta ante el público desatarse bailando estrofas y mirándole a los ojos, rodeada de un vaivén de imágenes con las que quizás desabotonará emociones, pasiones, reflexiones, risas o algún ojal vacío.
Para la cuentista, que desde 1992 se dedica profesionalmente a la narración, la palabra «es clave en la literatura, en el arte, en el pensamiento crítico, en la comunicación plena», frente a una sociedad embobada con la rapidez, la imagen y la superficialidad. «La palabra, las historias contadas representan un acto de resistencia cultural, una invitación a pensar, a soñar, más allá de lo inmediato», dice.
La turolense considera que la narración oral «es una forma ancestral muy potente que permite transmitir conocimiento y valores», y por ello estima que en campo de la educación cumple un papel indiscutible. «Escuchar una historia cautivadora puede motivar a los estudiantes a buscar un libro o a explorar. Las bibliotecas públicas y los colegios docentes juegan un papel fundamental en la preservación la palabra, tanto oral, organizando sesiones regulares de narración oral, como escrita».
Maricuela está este sábado, a las 20.0 horas, con Cristina Temprano en el Teatro Municipal de Agüimes, mientras que el domingo participará en la contada colectiva con el resto de los narradores que participan en el festival en la contada colectiva que se inicia a las 12.00 horas en el mismo teatro. Además, contó sus historias en la Casa de la Cultura de Las Rosas el viernes y al alumnado del IES Joaquín Artiles y CEIP Roque Aguayro, el pasado jueves.
La cuentista advierte del peligro que corremos de extraviar la dimensión cultural que posee la rica y diversa tradición oral española reflejo de su historia, sus lenguas y su múltiple realidad regional. «Creo que el peligro de perder este legado cultural es real, aunque espero que esto jamás ocurra. La prevalencia de la tecnología desplaza las formas tradicionales de comunicación, cambian las estructuras familiares, los ritmos, los espacios donde antes se compartían historias. Espero que se siga educando en la tradición oral por medio de programas o cómo sea, que se sigan creando eventos, como el Festival de Agüimes, tan comprometido con esta manifestación durante tantos años. También sería estupendo que la tecnología se volviera una aliada para preservar la narración oral y también para promocionar eventos que la promuevan».
Asegura que las palabras «nos salvarán del olvido, del vacío, de la falta de puentes entre la gente. Las palabras nos pueden acercar la belleza». No le seducen los cuentos que poseen un carácter moralizante.
«Cuando un cuento tiene un propósito moralizante o aleccionador evidente, es decir, una moraleja, como las fábulas de Esopo o algunos cuentos tradicionales, no lo selecciono, no me gusta para contar, no va conmigo. Pienso que puede provocar rechazo. No me gusta ir dando lecciones cuando yo misma vivo improvisando. Elijo cuentos que tienen sus valores o simplemente divierten, pero no pretendo dar lecciones a nadie», agrega.
La cuentista explica que una persona que se dedique a contar historias debe ser un comunicador que contacte con el público con su voz, cuerpo y mirada. «Es fundamental que disfrute mucho cuando se coloca delante del público a contar», anota Maricuela que entiende que «la gente consume hoy muchas historias en otro formato a través de las plataformas televisivas y las redes».
Esa tendencia imparable sugiere que sea mitigada por la narración oral «a base de contenidos significativos y de calidad. Quizás la narración oral necesitará adaptarse a los nuevos tiempos, pero sin perder la esencia humana y la conexión directa con el público y sus emociones (porque si no es de esta forma dejaría de ser narración oral», aunque también reclama «más apoyo mediático e institucional para su conservación y difusión», concluye la narradora.
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