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Las apañadas, esa tradición ancestral que consiste en reunir el ganado caprino de costa que está suelto en el interior de Fuerteventura dentro de un corral llamado gambuesa, se ha convertido en el epicentro sobre el que la escritora Carmen J. Nieto (Montaña de Cardones, Arucas, 1973) ha tejido su nueva novela negra, que ha sido editada a nivel nacional por el sello Alrevés.
«La yema del pulgar, desgarrada, se abrió en un chorreo de sangre y cubrió el ojo del macho joven. No supo si el alarido del viejo fue previo a la herida o fue después. La primera marca no había sido en la oreja del animal». Así arranca la novela 'Gambuesa', en la que Carmen J. Nieto ha plasmado una idea que albergaba casi desde niña. «Las apañadas son algo sobre lo que siempre quise escribir, aunque fuera un cuento o un relato. La primera vez que escuché hablar de una apañada yo tenía unos 12 o 13 años. Fue cuando un amigo de mi padre comentó que iba a ir a una», rememora esta escritora que pasó su infancia en la isla de la Maxorata, a la que arribó con 9 años cuando su padre, que era guardia civil, fue destinado a esta isla.
«Me llamó la atención aquello de que las cabras que estuvieran sueltas en la isla, en el interior. Lo primero que me pregunté fue quién les daba de comer. Cuando vas con el coche por la isla, es habitual que te encuentres con gente que acude a una y recurrentemente me encontraba con conocidos que participaban en esta tradición», confiesa la escritora.
Esta actividad le sirvió como inspiración literaria gracias «a la carga narrativa» que detectó en su desarrollo y las posibilidades que vio para acoplar el género negro en la misma. «Es una novela negra donde hay un reflejo social y una historia de ruptura del orden establecido. Hay un delito, aunque no es un delito al uso. Son esos delitos con los que somos más permisivos, si no van a mayores. En este caso, se trata de los robos de unas cabras y saber qué pasa con esas cabras y por qué las roban. También me recreo en el paisaje físico y humano, con distintos arquetipos de personajes que habitan la isla, desde los que están más arraigados al paisaje hasta los que se han desvinculado de las raíces. También figuran personajes intermedios entre ambos casos. La novela viene a decirnos qué pasa cuando perdemos nuestras raíces y nos quedamos un poco al pairo», resume la novelista.
Cuando tuvo claro que había llegado el momento de convertir en una realidad literaria la idea que revoloteaba en su mente desde hacía años, Carmen J. Nieto consideró necesario ver en directo cómo se desarrolla una apañada. «Son un trabajo comunal. El Mancomún no es un territorio individual en la isla. Al final, fui a una, porque solo las había visto de lejos. Una amiga del instituto me puso en contacto con el comisionado de Betancuria, que fue muy generoso. Durante la apañada, el comisionado es el que manda y, aunque las cosas salgan medio mal, nadie protesta. Hasta una cosa que nos pasó acabó en la novela. Fuimos con el coche que habíamos alquilado al sitio indicado y al llegar nos dijeron que lo dejáramos allí aparcado, porque no era el indicado para ir por los caminos de tierra. Nos llevaron en una ranchera», relata.
El punto de partida de esta ficción lo protagoniza Jorge, un inspector de trabajo que tiene que averiguar si en la finca ganadera de Perico se cumple con la legalidad laboral. Durante esa investigación preliminar se acercará al universo caprino majorero y las reglas que lo rodean, mientras el lector va descubriendo a personajes, en su mayoría desnortados, como la empresaria hotelera Micaela; Conchi, una trabajadora de la finca ganadera; Ayose 'el Caboso', mano derecha de Micaela en el hotel; y el Polaco, un tipo de la Europa del Este que ha ido a parar a esta isla atlántica.
«Me interesa mucho el contexto social» para mis novelas. En 1992, Carmen J. Nieto se afincó en Gran Canaria, isla a la que vino a estudiar. «Los mayores cambios sociales los percibo en Fuerteventura, isla a la que sigo muy vinculada, donde vive mi hermano. Cada vez que voy, lo noto. Tengo una amiga del instituto [la misma a la que acudió para ir a la apañada] que sigue viviendo allí tras estudiar Física fuera. Me dice que ya no existen las playas donde nos bañábamos cuando éramos jóvenes, con 14 o 15 años, en las que nadie nos veía. Ahora todas están llenas de gente. Por ejemplo, la última vez que fui a las cuevas de Ajuy vi que estaba todo lleno de turistas, cuando en nuestra juventud allí no iba nadie. Te encuentras con que la gente vandaliza incluso yacimientos arqueológicos... Es porque no tiene ningún significado para la gente, porque se ha roto el vínculo con el territorio, con la raíz y el material del que estamos hechos. Los seres humanos, al final, también estamos constituidos de nuestra tradición, de lo que tenemos detrás», apunta.
Carmen J. Nieto aclara que no le gusta que le «den la turra», por lo que ella no se la da a los lectores de sus novelas. Lo que no quita que en el desarrollo de 'Gambuesa' haya un claro mensaje velado que va en torno a la pérdida de identidad de la que habla. «Es evidente la pérdida de ciertas identidades y de la idiosincrasia de lo que somos. Con las manifestaciones contra el turismo siempre pienso que para que el mal triunfe, como decía Luther King, basta con que los buenos no hagan nada. Es suficiente con dejarle un sitio libre y lo hacemos cuando quitamos todo lo que está detrás de nosotros y que nos identifica. El hilo de la novela es que si perdemos toda esa raíz, qué es lo que nos va a venir. Lo que viene en esos casos que nos manejen ciertos intereses como quieren. No podemos cargar contra el turismo porque fue lo que hizo que las islas se desarrollaran. Henos evolucionado porque ha venido mucha gente de fuera, pero se ha perdido el nexo con lo que somos, que no es vestirnos de canarios el 30 de mayo. Es darle valor a lo que nos da la identidad y las apañadas son un ejemplo como trabajo común. Durante las apañadas, se sabe que una cabra es de alguien porque el baifo mama de una madre que tiene la marca de esa familia o propietario. Es como un código de honor que me llamó mucho la atención», destaca.
Otra cuestión que siempre desliza en sus libros es «la salud mental». «No postulo cosas que no me tocan, pero algunos de los problemas de esta índole se resolverían si estuviéramos más pegados a lo que realmente somos. Estamos en una fase de pérdida identitaria. Hay personas, con mucha formación, con carreras impresionantes y que están en cargos 'Top', que han petado o que cuando estaban a punto de hacerlo lo han dejado todo, han regresado a lo básico, a cultivar la tierra o a hacer artesanía», comenta con una clara alusión al personaje de Conchi en la novela.
En 'Gambuesa', los protagonistas principales son isleños. «Me molesta que los personajes vengan de fuera y nos digan lo que tenemos que hacer. Micaela, por ejemplo, es majorera y sabe que se ha metido en un problemón del carajo cuando descubre lo de las cabras. Sabe lo que significa la fuerza del Mancomún. También está Ayose, que me sirve para describir las víctimas de segunda generación del turismo, porque aunque todo está ficcionado, hay referentes reales. Se trata de niños que ahora tienen un máximo de 30 años y los pequeños unos 15, cuyas madres han trabajado de camareras de piso o en restaurantes y que apenas han podido estar con ellos para poder salir adelante. Se han criado de cualquier manera y para ellos lo importante es ser alguien con dinero. Buscan ser reconocidos y manejar dinero, sin haber estudiado y sin tener un oficio», explica.
En las páginas de esta novela, para cuya escritura empleó dos años, se percibe un cierto aliento a Western, en gran medida por el paisaje interior majorero y por el microcosmos que habita el entorno de las apañadas. Para inspirarse, Carmen J. Nieto tiró de lo que denomina «las lecturas de la escritura». «Cuando iba a escribir algo, siempre se lo comentaba a Alexis Ravelo. Él, que se lo había leído todo, me recomendaba un montón de libros como referentes. Desgraciadamente, ya no está», lamenta quien se apoyó en 'Todos los hermosos caballos', de Cormac McCarthy, para inspirarse en el tono que buscaba que poblase la historia de 'Gambuesa'.
«También es una novela negra y no me importa trabajar con la violencia física. Me siento cómoda, pero tampoco me gusta recrearme. Tiene un sentido cuando aparece. La mutilación emocional lo llevo a lo físico. Mi deporte de toda la vida fue el judo y eso me hace conocer cómo se derriba un cuerpo humano. Además, creo que la violencia física está muy presente en nuestra sociedad. Es un reflejo de la violencia implícita, que a veces es peor que la muerte», asegura.
A Camen J. Nieto le gusta escribir con restricciones autoimpuestas. En su anterior novela negra, 'Sin aditivos' (Alrevés), no empleó ni un adjetivo para dar con el «tono seco» que anhelaba para la historia.
En 'Gambuesa' se decantó por ascender «el Everest» de las restricciones, el lipograma, que consiste eliminar una letra del alfabeto en todo el relato. Prefiere no desvelar qué letra, para que lo descubra el lector. «La limitación fue compleja, me las prometía muy felices», reconoce entre risas. Eso sí, aclara que «las novelas son argumentos y el estilo no se las puede comer». «Me complico yo la vida, pero no se la complico al lector con las restricciones», añade
'Gambuesa' ve la luz en una respetada editorial nacional, lo que no impide que el narrador y los protagonistas, como canarios que son, utilicen términos de la tierra. «Alexis Ravelo tumbó todos los complejos sobre que la escritura canaria se entendiera fuera de las islas. Yo siempre repito lo mismo. Una vez leí un cuento de Borges en el que decía que cuatro señoras se metían en una pileta. Pensé que esa pileta era muy grande o que esas cuatro mujeres eran muy pequeñas. Seguí leyendo el cuento y después descubrí que pileta para los argentinos es una piscina. En mi novela, por ejemplo, hablo de baifos y no de cabritos. El que nace de una cabra en Canarias es un baifo y el que nace de una cabra en la península es un cabrito», defiende quien tuvo claro desde el principio que el título de la novela era 'Gambuesa', cuyo significado descubrirá el lector que se zambulla en esta intriga apegada a la tierra majorera.
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