Júlia Murat, cineasta
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Júlia Murat, cineasta
«Me pareció interesante utilizar la pornografía y la violencia para trabajar con riesgo»Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Júlia Murat (Río de Janeiro, 1979) protagoniza este jueves, a las 19.00 horas, la apertura de la 22ª edición de la Muestra de Cine Iberoamericano Ibértigo, con la proyección en la Casa de Colón de su último largometraje, 'Regra 34', con el que logró el Leopardo de Oro en el Festival de Locarno en 2022. El filme está protagonizado por una joven estudiante de derecho que se costea sus estudios trabajando a media jornada en un sitio porno 'online' y que después luchará contra la violencia contra las mujeres mientras descubre el placer con el sadomasoquismo. El viernes, se proyectará también, a la misma hora y en el mismo enclave de Vegueta, su anterior largometraje, 'Historias que solo existen cuando son recordadas'. La cineasta presentará al público asistente los dos filmes y participará en un debate junto con la directora grancanaria Cayetana H. Cuyás.
–¿Cómo fue la experiencia de ganar el Festival de Locarno, referencia internacional del cine de autor, en 2022, con su película 'Regra 34'?
–Fue algo increíble. Brasil no ganaba desde hace casi cincuenta años. La última fue la película más importante del cine brasileño de todos los tiempos, 'Terra em transe' (1967), de Glauber Rocha. Así que la presión fue intensa.
– ¿Le sorprendió el apoyo y el reconocimiento logrado en ese festival por una película tan especial como es 'Regra 34'?
–Mucho, porque es una película difícil. Es una película que amas o detestas, no tiene espacio en medio. Por eso me parecía imposible que le gustara a todos lo integrantes del jurado. Y pensaba que si lograba un premio sería para la actriz protagonista, Sol Miranda, que está estupenda. Teníamos un grupo de Whatsapp en el que estábamos los actores que fuimos a Locarno, la productora y yo. Alguien dijo que íbamos a ganar el premio principal del festival y dije que era imposible, que estuviéramos tranquilos porque era imposible. Pero decidimos llamar al grupo «Nada es imposible». Y al final se ganó [risas de la cineasta].
–Cuando define usted 'Regra 34' como «una película difícil», ¿es por la temática que aborda en torno a la violencia y la sexualidad o por su desarrollo narrativo y estético?
–Además del tema que aborda la película, pero más por la intención o tentativa de mirar la violencia y la sexualidad de una forma no moralista. Normalmente, tenemos referencias de un cine que mira a la violencia y al placer sexual de una forma equivocada. Empecé la película porque quería hacer un filme sobre sexo y pornografía. Pero no tenía claro cómo hacerlo y me puse a estudiar sobre la pornografía. Yo tenía muchos prejuicios sobre la pornografía, porque lo que conocía de su estética no me entusiasmaba. Soy de persona muy ligada a la estética y en lo que no me gusta desde ese punto de vista me resulta muy difícil entrar. También, obviamente, por las cuestiones de género a las que la pornografía está asociada. Me parecía raro tener tantos prejuicios sobre algo que tenía que ver con el sexo, porque es un tema que me encanta y me interesa mucho. Mientras lo estudiaba, me encontré con una entrevista a Sasha Grey en la que decía que la pornografía era forzar las barreras y arriesgar. Me pareció muy interesante utilizar el sexo y la pornografía para trabajar con riesgo, porque el riesgo me interesa un montón. Por eso intenté empezar la película con la idea de intentar tumbar la barrera de mis propios prejuicios. Tenía muchos prejuicios tanto con la violencia como con el sexo, por una cuestión personal. Mi madre fue violentada durante la dictadura brasileña. Luchó contra la dictadura, fue encarcelada, torturada y forzada sexualmente. Por eso la conexión entre violencia y sexo es para mí muy complicada. En esa búsqueda del riesgo aposté por una película protagonizada por una mujer que puede tener placer con la violencia. Mientras hacía la película intenté comprenderlo, aunque tenía claro que es muy difícil de hacerlo en un sitio como Brasil. Sobre todo para la actriz principal, que es negra y que cada día, solo por su cuerpo, vive una violencia cotidiana de racismo y de género. Pensé que era necesario ubicar la historia dentro de un espacio en el que decimos que es posible tener placer sexual con la violencia y a la vez comprender toda la violencia sistémica de Brasil. Una cosa no explica la otra, ni siquiera decimos que sea posible tener placer con la violencia, pero sí que mostramos que existen y pueden coexistir.
– ¿De ahí que 'Regra 34' esté protagonizada por una abogada que lucha contra la violencia contra las mujeres y a su vez gana dinero en un sitio pornográfico y acaba practicando el sadomasoquismo? ¿Busca también defender la libertad individual en el ámbito privado?
–Sí, pero también hay algo de que nuestra privacidad está relacionada con la sociedad. Ella no vive en una burbuja. El personaje no practica un sadomasoquismo tradicional. No sigue las reglas y las protecciones propias dentro de la comunidad que lo practica. Entre otras cosas porque su placer no está en el dolor, que está más asociado al sadomasoquismo, sino en el riesgo. Es diferente.
–¿Cómo se ha recibido esta película en Brasil?
–Fue intenso. Primero, hay que tener en cuenta que cine independiente en Brasil hay poco. Cuenta con pocos espectadores. Pero tuvo mucha repercusión en los festivales y los periódicos. Generó menos polémica porque pensábamos que caería en las garras de la ultraderecha, que en Brasil y en casi todo el mundo ha ganado mucho poder. Pero no pasó y las discusiones fueron dentro del campo progresista.
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–¿Cómo está la industria brasileña del cine en la actualidad? ¿Bajo el mandato de Bolsonaro pasó algo parecido a lo que sucede ahora en Argentina con Milei?
–Tuvimos la suerte de que no fue capaz de acabar con las leyes, pero durante cinco años no puso dinero para el cine. Esta película, por ejemplo, ganó el último dinero público que hubo en el país para el cine. La pude terminé por un apoyo de la ciudad de Río de Janeiro y otro de Gotemburgo para el cine que se hace en países con problemas democráticos. En Brasil tuvimos la suerte que durante el anterior mandato no se destruyó toda la estructura de la industria cinematográfica y ahora, tras dos años con Lula, las ayudas están volviendo.
–Su segunda película, 'Historias que solo existen cuando son recordadas', que también se proyecta en Ibértigo, es muy diferente a 'Regra 34'. ¿La cuarta también será totalmente distinta a las tres anteriores?
–Será muy distinta, porque será un musical. Está asociada también a 'Regra 34' porque abordará el racismo y las cuestiones de género y sociales. También es una especie de autoficción, sobre lo que pasó cuando estrené mi segunda película, 'Pendular' (2017), en un festival muy político. Fue un año histórico en Brasil, porque en aquella edición había muchos directores negros en aquel festival y hubo mucha discusión sobre el racismo sistémico en cine brasileño. Fue muy impactante estar en ese festival. En el guion que estoy escribiendo hay cuatro personajes. El mío es una chica blanca y progresista que por primera vez se ve como la opresora y no como la persona que lucha contra la violencia. Aún no sé cuándo la rodaré, solo tengo la primera versión del guion.
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