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Ni unos tiempos tan convulsos como los actuales, donde la ponzoña política, la polarización, la agresividad desbocada y la guerra marcan buena parte del día a día pueden con el «optimismo» con el que enfoca la realidad el artista grancanario Miguel Panadero. Una nueva muestra de ello es la exposición 'Nautas', que ofrece un recorrido colorista y variado por sus últimos cuatro años de trabajo y que se puede visitar en el Cicca de la capital grancanaria desde la noche de este jueves y hasta el 31 de enero de 2025.
El viaje interior y artístico que plasma en esta serie bebe en parte del espíritu de la Grecia clásica. «Hay un concepto muy importante para mí en ese viaje que es el de moira, que habla del destino. La primera pieza de la exposición se titula así y alude a esa idea de que todo está conectado y todos lo estamos. En Grecia se decía que moira era el destino y la parte del todo que se nos entrega. Tengo la firme creencia de que todos estamos conectados, que todos somos muy dependientes unos de otros y de una forma muy positiva. Eso enlaza también con mi discurso del paisaje, del que también somos dependientes, y de la conciencia ecológica ante lo que le hacemos a la naturaleza», explica junto al centenar de piezas que componen 'Nautas'.
«En el recorrido que planteo está la torre, la fortaleza, la casa, los paisajes y mi propuesta consiste en hacerlas volar y empezar de nuevo, de ahí las fragmentaciones que propongo en algunas piezas», explica Miguel Panadero sobre esos mundos imaginarios y oníricos que recrea en este proyecto.
Desde su punto de vista, la muestra también se podría llamar «recuerdos del futuro, aunque es una contradicción». «Voy a lugares que no existen y que en realidad existen, existen en mi cabeza. Hablo de situaciones de la vida», añade.
Uno de los apartados de la exposición que mayor ilusión le hace es efímero. Se trata de una recreación, también imaginaria, de su propio estudio de trabajo. «Muchas veces, el público llega con muy poca consciencia de por qué hacemos las cosas. Me parece frustrante cuando a veces les tienes que explicar algunas cosas para que lleguen a ellas. Esta pieza es una inspiración, con notas, de mis intenciones y que invita a una próxima exposición», comenta Miguel Panadero.
Entre el centenar de piezas que componen 'Nautas', además de sus habituales pinturas y dibujos ha incluido varias esculturas realizadas con madera reciclada y que no son habituales en la producción que suele exhibir. «Esculturas siempre he hecho. La primera la hice en los años 90. Pero nunca me he considerado como un escultor, porque tengo unas carencias técnicas gravísimas. No estudié Bellas Artes y todo lo he ido aprendido a base de curiosidades y aprendiendo de la gente. Me he formado de una forma muy empírica. Se me ocurre una cosa y busco la manera de hacerla, porque no tengo la técnica. Me ha costado enseñar mis esculturas por eso», señala.
Cuando dibuja, pinta y construye con madera esas ideas y esos mundos imaginarios que ahora exhibe no crea vías de escape. «Tengo una visión bastante positiva del mundo. Mi pareja se ríe mucho porque dice que confío mucho en el universo y soy una persona despreocupada», reconoce. «No necesito mucho escaparme porque me gusta el mundo. Soy un filántropo. Un amante del mundo en el que vivimos a pesar de las barbaridades que hacemos. No soy un artista torturado. Soy un privilegiado y somos unos privilegiados por el lugar en el que vivimos», putualiza sobre el espíritu con el que afronta su vida y su arte.
Antonio Almeida comisaria 'Nautas' y reconoce que llegó a Miguel Panadero gracias a una sugerencia de la profesora de Historia del Arte de la ULPGC, Ángeles Alemán. «La muestra plantea un viaje a través de la figura del nauta, esa figura que tantas veces hemos leído del viajero, no solo a nivel físico sino también humano e interior a través del paso del tiempo», explica.
Desde su punto de vista, Miguel Panadero lleva a cabo en esa serie una reflexión sobre la «existencia del individuo en un mundo cada vez más globalizado, con esa modernidad líquida de la que nos habla Zygmunt Bauman, con la inmediatez como base que nos mueve».
Subraya la defensa del medioambiente que impregna las piezas. «Retorna un poco a la antropología bondadosa que nos planeaba Rousseau en el siglo XVIII, donde el ser humano se encuentra con la naturaleza, entendida también como parte de su esencia. Para ello utiliza distintas técnicas, como la acuarela, el acrílico y la madera reciclada», explica el comisario de esta exposición que tendrá en los próximos meses una serie de actividades paralelas, tal y como avanza Fernando Fernández Morales, director de la Fundación La Caja de Canarias.
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