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Carlos Garaicoa (La Habana, 1967) es un observador perspicaz de la realidad que le rodea. Se interesa por el paisaje, los enclaves en los que ha vivido o reside y la realidad social, política y económica para pergeñar un universo reflexivo, crítico y cultivado tan estético como inspirador, como demuestra en la exposición 'Toda utopía pasa por la barriga', que desde este jueves y hasta el 1 de septiembre en dos de las plantas del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM).
Su reflexión sobre la preocupación medioambiental que destilan buena parte de sus piezas explica sin ambages cómo entiende el arte este creador cubano que lleva siete años afincado en Madrid y que es una referencia contemporánea latinoamericana desde hace años. «Nunca he hablado de ecología, porque me interesa más hablar en términos de sociología y de política. Apuesto porque la mirada del artista que indague y meta los dedos en las llagas de los temas sociales y políticos. Esto no implica que las obras no sean bellas, aunque lo que inspiren sea terrible. Busco ir un poco más allá que pintar una pintura, me pregunto para qué sirven esas imágenes», explica el artista mientras recorre una muestra con medio centenar de piezas y que ha comisariado la historiadora del arte Lillebit Fadraga.
Carlos Garaicoa reconoce que la exposición ha sido «un reto», porque atribuye una especial importancia al contexto y el edificio del CAAM, diseñado por su admirado Francisco Javier Sáenz de Oiza, le resulta «excepcional».
En su estreno en el CAAM, exhibe un compendio de piezas recientes. «Llevo 30 años de carrera y resulta difícil no caer en hacer siempre lo mismo. Aquí exhibo una selección de mi labor de los cuatro o cinco años últimos, con una reflexión transversal de la ciudad y la naturaleza», apunta un artista que reconoce que la pandemia de la covid-19 fue determinante para buena parte de las obras que muestra en el CAAM.
El confinamiento le 'regaló' tiempo para retomar el dibujo. De esa estancia en casa durante el 2020 exhibe en el centro artístico de Vegueta los dibujos en grafito sobre cartulina Guarro 240 gramos de la serie 'Modelos C', que cuelgan de las paredes de la planta uno del CAAM.
Cuando la pandemia cambió la realidad mundial hace cuatro años, Carlos Garaicoa llevaba años con su reflexión en torno «a las ciudades y la naturaleza», que motivó la pieza 'Toda utopía pasa por la barriga', que da nombre a esta exposición que cuenta con un presupuesto de 105.780 euros y que el CAAM coproduce junto con el Es Baluard Museu d'Art Contemporani de Palma de Mallorca, que acogerá la misma en otoño.
Se trata de una instalación realizada con vidrio, madera, acrílico, PVC, elementos comestibles, carbón y piedras, mediante los que ha pergeñado una «ciudad distópica en la que los edificios están separados de las materias primas esenciales para la alimentación de los seres humanos», explica junto a Orlando Britto, director del CAAM que tiene contactos con este artista desde los años 90.
«Llegó la pandemia y estaba en el proceso. Estábamos encerrados y la ciudades, vacías. Empecé a reflexionar sobre cómo tendríamos acceso a los alimentos. La obra la he construido como si fuera un lego, donde las piezas se quitan y se ponen, porque está diseñada para variarla. En el Es Baluard será más amplia. Me gusta mucho la idea del juego dentro de lo serio», añade sobre esta obra que comparte reflexión urbana con 'Contrapeso (Ciudad Plomada, 2022)', que se exhibe en el cubo central del CAAM. «Es una ciudad aérea, casi de sueños y distópica, que entronca con la idea de Ítalo Calvino. Me llaman mucho la atención los instrumentos de construcción, los materiales que se emplean para construir. La obra habla de la verticalidad, de la estabilidad de los edificios, de la perfección y de la ciudad industrial que sostiene esta ciudad de sueños. Cuando vine al CAAM, vi que el cubo central era el lugar perfecto para instalarla. La pieza parte de dibujos míos y me gustó la idea de esos dibujos etéreos y frágiles frente a la estabilidad», apunta sobre esta obra de gran formato que asciende hasta el techo.
Los sitios por los que transita Carlos Garaicoa no son ajenos a sus reflexiones. De su paso por la capital grancanaria ha nacido una obra inspirada en la Casa del Niño, en el barrio de Zárate. «Son obras que surgen del momento. Quería hacer algo sobre esta arquitectura que me fascinó y como un pequeño guiño a la ciudad. Reflejar sus implicaciones, con ese estadio frente que tiene algo de la arquitectura fascista italiana que me interesa mucho», comenta en alusión a las instalaciones deportivas de Martín Freire. Transforma la Casa del Niño en una especie de «trinidad», ya que le añade dos torres e incluye otros tantos muñecos de bebé con formas realistas y encapsulados en una urna de cristal».
«Su odio al sistema político cubano que es un desastre» emerge en la instalación 'Patologías urbanas' (2018), donde convive «una mezcla de enfermedades arquitectónicas de los edificios de La Habana con las enfermedades sociales y políticas» de su país natal, como el propio Garaicoa explica. En la misma sala muestra también 'Cúpulas', una instalación que bebe de la misma fuente crítica y conceptual y que ha desarrollado con las principales cúpulas arquitectónicas de Madrid «y unas láminas en las que explico, tras un concienzudo trabajo de documentación, los principales casos de corrupción política, con las cifras robadas y el nombre del partido político que lo protagonizó», apunta quien también reflexiona en una de las series que muestra en el CAAM sobre la ciudad colombiana de Armero, en la que «explotó un volcán en los 80 que provocó que reventara una presa y murieran 25.000 personas».
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