Internet comenzó funcionando solo con textos blancos sobre un fondo negro. Luego en los 90 se añadieron las imágenes y más tarde, en la década del 2010, el vídeo comenzó a ser el claro protagonista. Ahora nos toca ir un paso más allá para lograr una realidad inmersiva completa.

Si con internet podemos interactuar a través de la pantalla del ordenador o el móvil, con el metaverso y un equipo de realidad virtual podremos movernos por medio de un avatar que nos representará y será capaz de tocar objetos, realizar compras, influir en su entorno o relacionarse con otras personas, entre otras muchas posibilidades.

Imagina negociar una hipoteca con varios bancos cómodamente desde tu sofá o asistir a un concierto que tenga lugar a miles de kilómetros. Imagina cómo sería caminar virtualmente por las calles de la antigua Roma o, incluso, ir de compras, probarte la ropa y hablar con los dependientes sin tan siquiera tener que salir de casa.

¿Te suena descabellado? Pues en estos momentos empresas de todo el mundo están invirtiendo decenas de miles de millones para diseñar y construir esta especie de mundo paralelo. Según estas empresas podríamos estar a las puertas de una revolución equivalente a lo que supuso internet a principios de los 90 o el surgimiento de los smartphones a comienzos de la década de los 2000.

El ejemplo más claro, sin lugar a duda, es el de la antigua Facebook. La empresa de Mark Zuckerberg, incluso, ha cambiado su nombre para dejar muy claro cuál es su principal apuesta. Ahora se llama Meta y tan sólo en 2021 destinó más de 10.000 millones de dólares a desarrollar esta tecnología.

Claro que no se trata de un caso aislado. Desde Microsoft a Nvidia, pasando por Alphabet, Nike o Accenture son tan sólo algunos ejemplos de compañías que están apostando por desarrollar diferentes vertientes de este nuevo mundo virtual inmersivo.

Incluso, una empresa industrial como BMW está trabajando junto a Nvidia para desarrollar metaversos profesionales que repliquen centros industriales de forma realista para así poder probar y experimentar con cambios y ajustes en la cadena de producción antes de llevarlos a la vida real.

Por supuesto aún estamos en una fase muy embrionaria de esta tecnología que, además, necesitará una clara mejora tecnológica en términos de hardware para poder hacerse realidad. Sin embargo, su desarrollo está avanzando a toda velocidad y, desde luego, es la gran apuesta de muchas de las grandes compañías tecnológicas del mundo.