Postal turística de la década de los sesenta del siglo pasado.José Luis Yánez
La flor de Pascua en la Navidad de Canarias
Nos llegó desde América, como la batata o la calabaza boyuna con la que hacemos el cabello de ángel. Nuestra Navidad y sus símbolos se nutren de todas ellas
José Luiz Yánez
Cronista Oficial de Teror
Viernes, 20 de diciembre 2024, 17:25
Nos llegó desde América, como la batata o la calabaza boyuna con la que hacemos el cabello de ángel. Nuestra Navidad y sus símbolos se ... nutren de todas ellas. Esta flor que no es flor; fue descubierta en Méjico y popularizada posteriormente por Joel Roberts Poinsett, el primer norteamericano que representó a los Estados Unidos en aquel país nada más independizarse de España. Designado por el secretario de Estado, Henry Clay, llegó el 28 de octubre de 1822. Agente instigador de revueltas antiespañolas y uno de los creadores de su «Leyenda Negra», terminó defendiendo las cuestiones norteamericanas en las nuevas tierras que ocupaban una gran parte de las que hoy son fronterizas, y que ya desde entonces interesaban a los Estados Unidos para su futura expansión territorial, social y económica. Sin buena relación con el emperador mejicano Agustín de Iturbide y comprobando lo revuelto de la situación y las pocas posibilidades de conseguir las tareas que les encomendaron, se volvió a Norteamérica después de tan sólo dos semanas. No obstante ese fracaso inicial, Poinsett volvió en 1825 cuando transcurrida la primera etapa imperial, Méjico se transformó en república. Posteriormente su demagógica labor tampoco tuvo éxito y acabó con su definitiva expulsión como representante diplomático el 1 de enero de 1830.
Si queda claro que su labor resultó infructuosa en las gestiones que intentó; su presencia en el país le trajo el honor -por los extraños azares de la vida- de descubrir una extraña planta cuyas hojas viraban del verde al rojo durante las épocas invernales y que al final fue lo que llevó a la posteridad su propio apellido. En una visita a Taxco de Alarcón la conoció y como botánico aficionado la envió a su casa de Greenville en Carolina del Sur para cultivarla. En las siguientes décadas, además de la extensión de su difícil cultivo, aclimatación y generación de variedades; otras personas enfocaron el mismo a su comercialización. Como el escocés Robert Buist que lo hizo a través de su negocio en Filadelfia y que presuntamente, fue el que llevó los ejemplares con que el Vaticano adornó la Nochebuena de la Basílica de San Pedro en 1899.
También la familia Ecke de origen alemán y radicada en California extendió la producción y venta de las flores de Pascua.
Poinsett fue posteriormente a su expulsión de Méjico secretario de Guerra durante la presidencia de Martin Van Buren y cofundador del Instituto Nacional para la promoción de las Ciencias, predecesor de la Instituto Smithsoniano. Falleció en Carolina del Sur el 12 de diciembre de 1851.
Además del Condado de Poinsett en Arkansas y del bautizo de la flor como poinsettia; la fecha de su muerte se celebra en la actualidad el Día Internacional de la Flor de Pascua. También hay que decir que por celestiales justicias o terrenales casualidades, el 12 de diciembre es también el día de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de México y desde 1999 de toda América por decisión de Juan Pablo II.
La Euphorbia pulcherrima
La Flor de Pascua es una euphorbia originaria de Méjico y Guatemala. Son sus parientes, por ejemplo, el cardón y la tabaiba. En el llamado Códice Florentino, escrito en náhuatl y español en la segunda mitad del siglo XVI por el monje Bernardino de Sahagún y que ha sido el documento de investigación directa para elaborar la 'Historia general de las cosas de Nueva España'; aparece con el nombre cuetlaxuchitl, por el que la conocían los aztecas. «Ay una flor que se llama cuetlaxuchitl. Son hojas de un árbol muy coloradas. Ay también una enfermedad entre las mujeres que se les causa en el miembro mugeril, que también la llaman cuetlaxuchitl». Decían los supersticiosos antiguos que esta enfermedad se causaba en las mujeres por haber pasado sobre esta flor arriba dicha, o por haberla olido, o por haber sentado sobre ella. Y por ello avisaban a sus hijas: que se guardasen de olerlas, o de sentarse sobre ellas, o de pasar sobre ella». Francisco Hernández de Toledo, médico y botánico español, durante su estancia en México de 1574 a 1577, en su estudio de las prácticas medicinales locales relata que «las hojas aumentan la leche a las nodrizas, aún a las ancianas, sea que las coman crudas o cocidas, o que laman el látex que mana de ellas».
Según otras investigaciones; con sus brácteas elaboraban un pigmento usado para tejidos y cosmética y su savia -la «leche» típica de las euphorbias- se usaba con fines antitérmicos, depilatorios o para tratar mezquinos, verrugas, fuegos en la boca, llagas e infecciones cutáneas y heridas; hinchazones por picadura de insectos o inflamaciones.
Tras la conquista, los misioneros franciscanos las incluyeron en la elaboración de sus Nacimientos ya que presentaban su mejor aspecto precisamente en las semanas de Adviento. En 1804, Humboldt las trajo a Europa.
Las Poinsettias en Canarias
A pesar de que los estudios que analizan la difusión de la planta por distintas zonas del planeta en las décadas siguientes a su cultivo en Norteamérica hasta los primeros años del siglo XX, sitúan la misma casi exclusivamente en manos de cultivadores y comerciantes; lo cierto es que a Canarias llegó ya en el último tercio del siglo XIX y no fue por su intervención. Por considerarla planta difícil de adaptar y sin muchos conocimientos sobre sus necesidades; es muy probable que nos llegara desde Cuba de manos de los indianos como también lo hicieron también los célebres Laureles de Indias que pronto ocuparon plazas, alamedas y bordes de caminos. No ocurrió así con la poinsettia, de la que constan datos de su presencia ornamental en fincas y hoteles decimonónicos, más como cosa de gentes pudientes en aquellos primeros momentos.
Pintura de Ella Du Cane del acceso a la finca de La Paz en el libro 'The Canary Islands'.
José Luis Yánez
El 22 de diciembre de 1890 se abría en Tenerife el Gran Hotel Taoro, dirigido a un selecto turismo cada vez más abundante. En 1896 el periodista asturiano Jesús Vigil González publicaba en varios artículos el trabajo 'Apuntes de un viaje: El Gran Hotel Taoro' en el que trataba extraordinariamente todo lo relacionado con el mismo. Describiendo sus magníficos jardines, dijo que limitaban con «la carretera y dos soberbias alamedas y en ellos encontráis todo género de rosales, senderos de azucenas y alfombras de geranios. A un lado se cimbrea la linda palmera excelsa y os muestra sus hojas de color metálico la magnolia tan bella cuando entre aquellos aparecen los cogollos blancos y olientes; las araucarias elevan al cielo su cúspide deliciosa y descubrís las verdinegras hojas del ciprés entre vignolias y flores de Pascua».
Las hermanas Florence y Ella du Cane fueron un típico ejemplo de viajeras inglesas que recorrieron y escribieron sobre distintos temas y lugares. A fines de la primera década del siglo XX vinieron a Tenerife. Con extraordinaria maestría, Florence escribía y Ella ilustraba con magníficas acuarelas. El libro resultante fue 'The Canary Islands' publicado en 1911. De la Finca de La Paz, propiedad de la familia Cologan y situada también en el Puerto de la Cruz dicen: «Al este de La Orotava, hay una zona donde, en tiempos pasados, los españoles edificaron sus residencias veraniegas para huir del calor y de la tierra del pueblo…Estas prensas llevan largo tiempo ociosas y calladas, porque una plaga asoló los viñedos hace unos cincuenta años, y ya no se almacena el Canary Sack en las amplias bodegas de aquellas casonas. Uno de estos antiguos edificios fue nuestra vivienda provisional…. Dos gigantescos cipreses guardan el paso, como centinelas, a cada lado de una desteñida verja de madera. A través de esta, puede verse, a un lado, una fila de vistosas flores de pascua, destacando su llamativo color rojo sobre un bajo seto de arrayanes y, al otro lado, el alto muro del jardín cubierto de enredaderas color naranja».
Y así, poco a poco, en la primera mitad del pasado siglo fueron extendiéndose por todas las islas, apoyadas por normativas de los gobiernos civiles que aconsejaban dejar los eucaliptos y plantar en espacios públicos o al borde de carreteras especies que gustaran al ojo visitante, como las buganvillas, los geranios o las pascuas. Fueron así, poco a poco, convirtiéndose no sólo en símbolos de la Navidad isleña, sino también en imágenes promocionales del archipiélago. En 1965, el folleto turístico que unificaba los datos de Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura se publicaba en español, inglés, francés y alemán con una espléndida portada de pascuas y tuneras.
Poinsset en un grabado de 'The National Portrait Gallery of Distinguished Americans'.
José Luis Yánez
El arte, la poesía, se hacían eco de la belleza de las poinsettias canarias; pero a la par, éstas eran utilizadas como el claro mensaje de que el clima insular era tan excepcional que nuestros inviernos estaban teñidos de colores. Europa sufría gélidos inviernos, todo se cubría del blanco de la nieve, mientras Canarias tenía «un diciembre tibio, azul, resplandeciente. Es una absoluta maravilla, una bendición, un encanto. El cielo es fina turquesa, el mar brillante zafiro. Sobre el límpido espacio recórtase el perfil de los montes lejanos, con un increíble vigor de aguafuerte. Los jardines, recién refrescados por la ligera lluvia, florecen con un magnífico esplendor. Hay jazmines, claveles, geranios de vivos colores y estalla el violento escarlata de las flores de Pascua».
Eventos sociales, artísticos y religiosos se ornamentaban con aquellas plantas que florecían tiñendo sus hojas de encarnado, como para aumentarlas de tamaño.
En 1947, el pintor Mariano Laforet presentaba en el Gabinete Literario una exposición dedicada por completo a flores de las islas. Luis Doreste Silva las glosaba afirmando que Laforet se mostraba en su obra como un pintor poeta. Azucenas silvestres, la estrelitzia o ave de paraíso, bignonias, la boca de dragón, aparecían junto a las flores de Pascua en una versión que Doreste definió como otoñal.
Ya a fines de la década de los cuarenta estaban también en islas como Lanzarote, sin la humedad que se presuponía como necesarias para ellas; en Arucas aparecían por decenas en el proyecto de convertirla en la ciudad de las flores; en Santa Brígida llenaban en 1957 los adornos de la casona de San José para la fiesta de presentación en sociedad de Pino Manrique de Lara y Llarena, hija de Agustín Manrique, Patrono de Nuestra Señora del Pino; y al año siguiente en un glosario de adornos caseros para una bonita Navidad aconsejaban el uso de ramas de pino, velas, cintas, bolas de cristal, estrellas recortadas en papel metalizado, campanitas, pinas naturales y pintadas con purpurina plateada, corteza de pino o corcho, y no lamentarse por la ausencia de acebo o muérdago porque aquí teníamos las pascuas. Y como culminación, en los sesenta, al inicio de la expansión internacional de nuestro turismo, centenares de folletos, carteles y postales llevaron por todas partes las imágenes de las flores mejicanas como cartas de presentación de las Islas Canarias.
Además, muchos acontecimientos y espacios religiosos comenzaron a darle cabida. El 28 de abril de 1960, la tradicional procesión eucarística del Jueves Carnal que era patrocinada por el Cabildo Insular y llevaba la comunión a los enfermos de los Establecimientos Benéficos Insulares, hizo su recorrido por calles engalanadas con colgaduras, reposteros, palmitos, ramas de olivos, y sobre alfombras de rosas, geranios y flores de Pascua. Hace medio siglo, en Santa Lucía, el templo tirajanero se llenó de ellas para honrar a la «Reina de la Luz» llegada desde Suecia.
Todos los pueblos de las Canarias comenzaron a ver en la planta un símbolo hermoso de la Navidad y que atraía al turismo. Desde Breña Alta a Las Palmas de Gran Canaria, desde Arucas a Los Realejos comenzaron a importar de Inglaterra y otros países las plantas que adornarían sus calles y plazas en las fiestas navideñas. Sin conseguir, al igual que ahora, evitar los robos o que las plantas medraran más allá de dos meses. Kunkel afirmó que había pocos parques y jardines en Gran Canaria donde no se notara su color rojo encendido, fuerte pero agradable, que se levantaba del verde del follaje.
Desde los años noventa, el consumo y uso de las mismas para este fin, ha hecho incrementarse mucho el gasto cabildicio y municipal que la usan casi en exclusiva para crear el ambiente de calidez que se quiere en estos días.
No dejó de tener este proceso, detractores. Como Néstor Álamo, siempre crítico contra todo lo que considerara insulto para Canarias. Y así lo afirmaba. Que era tontería, tal como se hacía en algunas guías turísticas, hablar de la flora canaria insertando en ella especies de importación clarísima y hasta reciente. «Tal las 'fresias' que nos llegaron a final del XIX de Buenos Aires y por eso las llamaron así, Flores de Buenos Aires». O las «herberas» que son aquí muy de este siglo y proceden -dicen- del África del Sur «sin ir más lejos». O los «hibiscos», tan pánicos ellos, llegados de los Mares del Sur a través de la ruta de la India o de los Mares de la China. O los «anturios» con la candonga «Flor de Pascua» que importamos del Pacífico y sus aguas vía Cuba».
Que todo son sentimientos y en eso no entra nadie. Para mí, la Navidad huele a nardos, que en la casa de mis abuelos donde vivía de niño, nacían por decenas y llenaban estos días con su particular y deliciosa fragancia. Años más tarde supe que no eran nardos como se les conoce en nuestros campos sino una variedad de narcisos -la Narcissus tazetta Double Roman-, pero los nardos siguen ahí en mi corazón, en mis ensueños y en mi Navidad.
Pero si hay una flor de nuestra botánica que merezca el nombre contundente de representante de la Navidad en Canarias ésa es sin duda alguna, la retama blanca; que por estos días cubre los montes con su albura y su extraordinario perfume. Pero llegaron lasettias y se quedaron.
Límite de sesiones alcanzadas
El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a las vez.
Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Sesión cerrada
Al iniciar sesión desde un dispositivo distinto, por seguridad, se cerró la última sesión en este.
Para continuar disfrutando de su suscripción digital, inicie sesión en este dispositivo.
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.