Borrar
Vea la portada de CANARIAS7 de este lunes 16 de septiembre
Adobe Stock
¿Existen realmente los cortes de digestión?

Cómo actuar ante un corte de digestión

¿Existen realmente los cortes de digestión?

No se llaman así, el estómago no tiene la culpa y no hay que esperar dos horas para bañarse

Miércoles, 7 de agosto 2024, 18:55

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Opciones para compartir

Ha sido la causa de innumerables berrinches veraniegos a pie de playa o al borde de las piscinas de todos los rincones del país. El momento en que los pequeños de la familia terminaban de comer y querían meterse al agua para seguir jugueteando. Sin embargo, recibían un 'no' rotundo como respuesta, normalmente por parte de las precavidas madres, que obligaban a esperar una, dos o incluso tres horas para un nuevo chapuzón. El culpable, el corte de digestión. ¿Existe o no deja de ser un mito, una leyenda urbana? ¿Es realmente peligroso zambullirse después de comer? ¿Tiene sentido esperar tanto tiempo antes de volver al agua?

Lo que dice la ciencia es que no es que no exista el corte de digestión –este proceso, en efecto, puede verse interrumpido–, pero poco o nada tiene que ver con lo que normalmente se ha pensado. «El término no es exacto, ya que no es un problema de la digestión. El término preciso es hidrocución», explica David Avellanal, médico de la unidad de Medicina Interna del Hospital Vithas de Vitoria.

Con este término los médicos se refieren a una reacción exagerada del cuerpo al sufrir un cambio brusco de temperatura como el que se puede producir cuando hacemos deporte o tomamos el sol en un día muy caluroso y nos introducimos de forma súbita en el agua. «Lo que ocurre cuando te metes a un agua muy fría con el cuerpo a una elevada temperatura es que la sangre procura ir a los órganos más importantes, al cerebro, para asegurarse de que no fallezcamos», describe Avellanal.

Ante ese cambio brusco de temperatura, «el organismo también reacciona constriñendo los vasos sanguíneos, lo que hace bajar la tensión arterial». Es esta la que explica buena parte de los síntomas que caracterizan a los mal llamados cortes de digestión: mareos, visión nublada, inestabilidad, palidez –«justamente por que la sangre va desde la piel hacia el cerebro»–, tiritonas…

El riesgo de ahogamiento

¿Y qué tiene que ver todo esto con la digestión? «Es verdad que si se tiene en ese momento alimentos en el estómago y se esta haciendo la digestión, este órgano necesita sangre para llevar a cabo esta. Si en ese momento nos metemos al agua y esta está muy fría, la sangre, como hemos dicho, se redistribuye y va hacia el cerebro, lo que puede provocar síntomas como vómitos o náuseas». El problema aquí es que esta situación se mantenga en el tiempo. Es entonces cuando puede llegar «el desmayo, que estando en el agua puede provocar el ahogamiento», describe el experto.

Los datos al respecto son claros: según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ahogamiento es una de las 5 primeras causas de mortalidad entre 1 y 14 años de edad en el mundo. Y en España, la Asociación Española de Pediatría lo sitúa como segunda causa de muerte accidental en la infancia. En ciertas situaciones, puede incluso ocurrir fuera del agua. «En casos extremadamente graves o en personas con problemas cardiacos, pueden sufrir un 'shock' y un fallo cardiaco». Pero estos casos extremos son «muy muy raros».

Cómo actuar

Como queda dicho entonces, el problema no es haber comido antes –una comida muy copiosa tampoco ayuda, claro–, sino el contraste térmico. Es más peligroso el meterse al agua tras hacer ejercicio o tras haber tomado el sol en un día tórrido. ¿Qué hacer para evitar la hidrocución? «Algunas actuaciones son de perogrullo y nos las decían nuestras madres», como mojarnos la nuca y el estómago antes del baño. «Fundamentalmente se trata de adecuar la temperatura del cuerpo a la del agua. Lo básico sería ducharnos en el caso de la piscina o ir mojando varias partes del cuerpo en la playa para que éste vaya rebajando esos grados que tiene de más».

Si pese a todo se produce la hidrocución, el experto ofrece unos consejos sencillos para saber desenvolvernos. Lo primero, claro, salir del agua para evitar que ésta entre en los pulmones e impida respirar. Una vez fuera, hay que evitar que el cuerpo se enfríe en exceso. «Se puede utilizar una manta o una chamarra para cubrir a la persona afectada». El siguiente paso sería levantar las piernas de la víctima: «Como toda la sangre está en el cerebro, hay que hacerlo para que la sangre se distribuya por y vuelva en sí». En estas situaciones habría que evitar también el alcohol, hidratarse bien y no volver a hacer ejercicio físico el resto del día. «En realidad, lo que sucede en esos casos no deja de ser una lipotimia», resume Avellanal. Si después de todas estas maniobras no hay mejoría, habría que llamar a los servicios de urgencia.

Al final resulta que los berrinches de los niños tenían su razón de ser. El mal llamado corte de digestión tiene que poco que ver con la digestión y «no hay ninguna evidencia de que haya que esperar un determinado tiempo antes de meterse al agua, ni de que debamos tener miedo por ello».

Las claves

  • Salir del agua Es fundamental para evitar ahogamientos, la segunda causa de muerte accidental en la infancia en España.

  • Evitar un enfriamiento excesivo Cubrir a la persona afectada con una manta –vale una chaqueta– para paliar el choque térmico que ha provocado la hidrocución.

  • Levantar las piernas El objetivo es que la sangre vuelva a todas las partes del cuerpo tras haberse concentrado en el cerebro. Si no se aprecia mejoría, llamar a urgencias.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios