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Amores de verano: por qué 'enganchan' y su final es tan duro

Amores de verano: por qué 'enganchan' y su final es tan duro

Claves por las que la separación puede causar un dolor equiparable a veces al de rupturas de relaciones largas, según algunos expertos

Miércoles, 17 de julio 2024, 23:13

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El gran Mario Benedetti, que tanto escribió sobre el amor, decía que le gustaba la gente «capaz de entender que el mayor error del ser humano es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón». Y es por eso que muchos romances de verano se quedan a perpetuidad en esa parte de nosotros que tenemos reservada únicamente a las cosas que nos han hecho inmensamente felices. ¿Por qué son tan especiales? Dos expertas nos desvelan el misterio de su inolvidable (¿y engañosa?) 'perfección' para que no caigamos en ellos si no queremos... o para que lo hagamos con todo el equipo, qué diablos. Nosotros elegimos.

  1. El ambiente ayuda...

Dice la escritora Margaret Atwood que «las circunstancias lo son todo». También a la hora de enamorarnos, claro. Y en verano se produce la tormenta perfecta para ello. «Estamos más tranquilos y de mejor humor, lo que contribuye a que nos sintamos mejor con nosotros mismos. Y así es más probable enamorarse», indica Lucía Jiménez, sexóloga de Diversual. Y al desconectar de la rutina también nos pasa una cosa: rebajamos nuestros mecanismos de defensa (esos que normalmente nos impiden darnos batacazos). Así que vamos a tumba abierta con estos amores, que, según, Emily Clayson, portavoz de EasyToys, «tienen un fuerte componente de misticismo porque se producen en un contexto de felicidad». La marca acaba de publicar un estudio donde los españoles señalan que les encantaría tener sexo en la playa (33%) o en plena naturaleza (25%)... es decir, que en la lista de deseos 'hot' miramos mucho hacia el verano y sus escenarios.

  1. ... las hormonas también.

«En verano, el aumento de luz solar estimula la producción de serotonina y testosterona, lo que también incrementa la excitación sexual», añade Jiménez. Vamos, todo ayuda a que nos 'pillemos' mucho y rápido. Sea por el ambiente o por nuestra biología, lo cierto es que estamos sexualmente más receptivos. Un estudio de la app de citas Match reveló que el 57% de las personas encuestadas -2.000 solteros y solteras- querían mantener relaciones sexuales en verano... con una nueva pareja. Y las búsquedas en Google sobre sitios de citas durante los meses más calurosos se multiplican.

  1. Lo idealizamos brutalmente

Todos sabemos que los primeros meses de relación corresponden a esa etapa de enamoramiento en la que todo se idealiza. «¡Y si esta fase coincide con el verano, tenemos una idealización al cuadrado! Sin horarios, sin rutina, sin obligaciones, con baños en el mar, amaneceres, noches largas y verbenas. ¡Es difícil no idealizar con tantos incentivos!», justifica Jiménez. Por eso, cuando ya forman parte del pasado, adquieren un gran significado. «En películas y libros los representan de manera melancólica, como expresiones de una juventud e irreverencia perdida», apunta Clayson. Es decir, se convierten casi en mitos: nuestra memoria emocional los 'fabrica' con recuerdos y proyecciones que, como sabemos, no son exactamente la realidad.

  1. Son líos de alto voltaje

¿Quién no tiene en su currículum un amor de verano muy tórrido? «Las relaciones sexuales suelen ser muy intensas. El juego puede estar mucho más presente y podemos estar más receptivos y motivados para probar cosas nuevas», apunta Lucía Jiménez. Y esas 'transgresiones' los fijan extraordinariamente en la memoria.

  1. No se deterioran

«Nos quedamos con la sensación de que la relación no tenía que haber acabado. No nos da tiempo de vivirla lo suficiente como para conocer a fondo a la otra persona y poder ver aquellas cosas que no nos gustan tanto», desvela Jiménez. Es decir, el desgaste del día a día no toca a estos amores. Por eso los recordamos con tanto cariño. En ese sentido, Clayson considera que «es común pensar en los amores de verano como puros y reales, pero la realidad es que muchos caducan con la propia estación, porque sufren para prorrogarse más allá». Aunque todos conocemos parejas que nacieron en verano y que se han consolidado tras superar la transición a la realidad.

  1. Sabemos que hay un final

«Estos amores muchas veces se inician sabiendo que enseguida hay un adiós. ¿Quizás por esto nos dejamos llevar más? ¿Lo intensificamos todo? -Jiménez lanza estas preguntas-. Puede que dejemos a un lado otros planteamientos que de forma habitual nos haríamos en torno a la persona o la relación al no verlo necesario debido al contexto de poca duración». Es decir, somos mucho menos exigentes.

Un duelo horrible

Cuando un amor de verano se termina se produce un duelo dolorosísimo que no es proporcional a su duración. Algunos psicólogos aseguran que puede ser peor que el de una ruptura de una relación de una década. ¿Por qué? Porque, normalmente, en las relaciones más prolongadas ya has hecho parte del duelo antes de que se rompan y en el caso de los amores de verano, no. Nos llevamos el tortazo cuando estamos en todo lo alto. Así que son finales de mucho sufrir. ¿Un consejo para evitar separaciones dolorosas? Ser realistas con las expectativas desde el principio y compartirlas con la otra persona y, desde luego, no practicar el 'freckling season' ('época de las pecas', que salen en verano), que es ocultar al otro que no tenemos intención de seguir con el romance al acabar el verano.

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