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Pepa Lorenzo (71 años) lleva más de una década vinculada a la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) como estudiante. Se quedó viuda y quería «cambiar» de aires tras pasar los últimos como cuidadora. «Me apunté a informática, a pilates y a la ULPGC», afirma. Peritia et Doctrina fue el primer programa formativo especial para mayores de 55 años que la universidad pública grancanaria puso en marcha. Un curso en el que no hay exámenes, pero sí diplomas y que este año celebra su 25 aniversario.
«Queríamos responder a dos propósitos. Por un lado, llegar a esa franja de edad que no había podido ir a la universidad y, por otro, respondíamos a uno de los objetivos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y es que una clave del envejecimiento activo es el mantener la formación a lo largo de toda la vida. Además, respondiendo a las líneas estratégicas del Gobierno de Canarias, hacemos prevención de la soledad no deseada», explica David Rodríguez, docente de la ULPGC y coordinador de estos estudios.
«Mantenemos la mente activa y la sociabilidad, esto es salud», asegura Antonio Gómez Cubero (70 años). Él lleva siete en la ULPGC. Era director de una empresa en la que «trabajaba muchas horas». No terminó la universidad y siempre le quedó esa espinita. «Lo tenía pendiente», afirma. Desde que se jubiló intentó entrar. «Me produce mucha emoción cuando vienen los niños en Navidad a conocer dónde estudian los abuelos. Es una gozada», añade. Trabajando cumplió con su deber, explica. Ahora hace lo que le gusta.
En estos 25 años se han ido añadiendo otros programas como el de Estudios Canarios, Europeos, Latinoamericanos, Africanos, Científicos Tecnológicos y, a partir del próximo curso, Asiáticos y Gastronómicos Canarios con lo que ya son ocho diplomaturas. Algo que Pepa Lorenzo, que también es la presidente de la Asociación Peritia et Doctrina, cree necesario porque es lo que les permite seguir en la universidad. «Yo siempre digo que se empiece por Peritia et Doctrina, que es el básico, y después sigues con los demás», señala.
Domingo Santana López (71 años) entró con Antonio, hace siete 7 años. «Un día por la calle iba con mi señora y vi pasar a una vecina empaquetada». '¿A dónde vas?', dice que le preguntó. «Y me dijo que a una comida de Navidad con los compañeros de universidad y el rector, Manuel Lobo. Esa noche entré en la página web y en septiembre me inscribí». Fue bajo el mandato de Lobo cuando la ULPGC inició estos estudios, en 1997, y dos años más tarde se graduaba la primera promoción.
«Entrar en la ULPGC fue abrir un mundo», añade Antonio Gómez que destaca la camaradería entre el alumnado. Además, dice Domingo Santana López, se reivindican como estudiantado de la ULPGC, tanto que incluso les ha llamado la atención no salir en el vídeo de fin de curso que este año ha hecho la universidad emulando a 'Grease'.
«Sin duda alguna una de las cosas que les hacemos ver desde el principio es que es alumnado con el mismo derecho que el estudiantado de primero de cualquier facultad. Son estudiantes de pleno derecho, e incluso están representados en el claustro», apunta el coordinador, David Rodríguez.
A lo largo de este cuarto de sigo se han diplomado 6.500 personas, 2.500 en Peritia et Doctrina. Y más mujeres que hombres, por una cuestión «demográfica» dice Rodríguez. Pero es algo que está empezando a cambiar. Haber logrado mantener estos programas 25 años es «un orgullo», añade el docente. «Cada vez hay más demanda y sentimos que estamos respondiendo a necesidades de la sociedad».
Juani Hernández (69 años) lleva solo 3 años. Para ella la universidad era una «asignatura pendiente». «Me casé pronto, tuve dos hijas y llevé un negocio 25 años», resume. Fue una de las miles de personas que reclamó la creación de la ULPGC. «Salí a la calle por mis hijas», recuerda, y ahora está ella. «Para mí es una necesidad vital estar activa. Cuando empecé me sentí un poco extraña. En mi clase había dos doctoras, gente con carreras terminadas y yo me preguntaba que qué hacía aquí. Pero la ULPGC me arropó», afirma. Ahora, dice Juani, está agradecida porque incluso hace algo que «ni imaginaba», siguiendo las clases de Yeray Rodríguez escribe décimas, e incluso orienta a su nieta, que también le ha cogido afición.
Están encantados con el profesorado, y los docentes con ellos, cuentan. Porque, a diferencia de los jóvenes, dicen, ellos tienen ganas de aprender y atienden en clase. «A veces suena un móvil, pero es una anécdota», apunta Santana.
Asisten dos veces a la semana a La Granja, en el campus de San Cristóbal, y, además de las actividades formativo-culturales que les brindan los cursos sacan tiempo para acudir a las que organiza la asociación de la que forman parte cerca de 500 estudiantes. Entre los proyectos que realizan destacan que reunieron 17.000 euros para construir un pozo en Senegal tras un viaje de fin de curso. Salen a excursiones, hacen convivencias, viajan a convenciones y están confederados con asociaciones de otras universidades. En septiembre estarán en Galicia precisamente. Además, participan en la Radio de la ULPGC, organizan actividades deportivas, participan en la Escuela Verseadora Clotilde Cruz y programan conferencias que «complementan» su formación: testamento vital, la metroguagua, Palestina... «Nadie nos dice que no», añaden. «En cualquier acción ir como ULPGC y los programas formativos nos abre muchísimas puertas. Cada vez se conocen más», señala David Rodríguez.
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