Nuestra propuesta es fruto de un profundo análisis de la realidad actual de la ULPGC y de una visión prospectiva. En primer lugar, la ULPGC se sustenta sobre las estructuras que generó la LRU, a finales de la década de los 80 del siglo pasado, sin que se haya generado un estudio y debate serios sobre la eficacia actual de esta estructura. No lo podemos posponer más. Ya no somos capaces de responder con agilidad ni rapidez a los constantes cambios de la sociedad; no somos ya esa institución que tenía en su ADN la innovación y la creatividad, heredada de la Universidad Politécnica de Canarias.
«La implementación de la Ley Orgánica del Sistema Universitario ha sido aparcada»
Durante una década hemos escuchado que la plantilla envejecía y que había que responder a la competencia de las universidades privadas, presenciales y online; esa realidad ya llegó y nos está superando sin que haya habido una reacción eficaz y de futuro, y, lo que es peor, sin que se vislumbre cómo la ULPGC va a revertir esta pérdida de protagonismo y liderazgo social.
La progresiva deshumanización en la resolución de los retos, dificultades y éxitos de la comunidad universitaria ha generado una alarmante desafección. El orgullo de pertenecer a la ULPGC no se consigue con eslóganes, vídeos o hashtags sin ningún impacto social, sino con una oferta académica amplia y variada que prime no sólo los algoritmos, sino la respuesta a la formación que demandan sectores económicos estratégicos de Canarias, así como al estudio y la conservación de nuestro patrimonio histórico y natural, para protegerlo y potenciar nuestra identidad como pueblo. Una formación que genere empleabilidad y capte más y mejores estudiantes dentro y fuera de Canarias; una formación de calidad que sustente a quienes diseñarán el futuro del archipiélago.
La ULPGC vive un período de su historia en el que los diferentes estamentos, docentes e investigadores, estudiantes y personal técnico y de administración y servicios, se culpan mutuamente de las frustraciones que les genera la institución. Hay que revertir este sentimiento y solo se puede hacer desde la participación y el empoderamiento en la toma de decisiones, así como por una inversión planificada y realista en recursos materiales y humanos.
En esta misma línea, es necesario recuperar la influencia de la ULPGC en el debate social y económico de Canarias. La vinculación y el aprecio de la sociedad se multiplica desde el conocimiento generado por la comunidad investigadora, que se debe poner al servicio de Canarias contribuyendo al debate de sus problemas actuales y anticipando discusiones sobre las realidades que nos alcanzarán en el medio plazo. Desgraciadamente, hoy la ULPGC, como institución, no es un actor clave en estos debates centrados en resolver problemas socioeconómicos o medioambientales. La pura realidad es que vamos a remolque de las iniciativas de otros.
Además, el horizonte económico y normativo es incierto. A día de hoy no se han concluido las negociaciones y no se ha firmado la propuesta de contrato programa para la financiación de las universidades públicas canarias. Ahora nuevas realidades e intereses políticos ponen el contador a cero y nos asomamos a otro lustro -y ya van tres- sin que podamos tener una mínima planificación a medio plazo. A ello se une la falta de reflejos para solicitar proyectos vinculados a los fondos Next Generation en materia de sostenibilidad y digitalización que hubiesen aliviado la obsolescencia de nuestros edificios, así como los desafíos ya evidentes en lo que se refiere a la adaptación al calentamiento global.
Asimismo, la implementación de la Ley Orgánica del Sistema Universitario ha sido aparcada, mientras que otras universidades similares a la nuestra ya han afrontado con éxito la redacción de sus nuevos estatutos y están adaptando sus normativas. Una vez más, nos ha faltado agilidad y respuesta. Quienes iban a reducir la excesiva burocratización, han aumentado aquello que prometieron racionalizar.
Y por si fuese poco, se avecina otro cambio legislativo, en este caso autonómico, con la Ley Canaria de Consejos Sociales, la Ley Canaria de Universidades y la Ley Canaria de la Ciencia que requiere un posicionamiento firme en defensa de la ULPGC como servicio público autónomo y de calidad.
El ecosistema universitario canario ha cambiado sustancialmente y se avecinan más retos a los que la ULPGC debe responder con nuevas dinámicas, nuevos parámetros, nuevos mecanismos. Nuestra institución ha sido el principal motor de progreso social y económico en la historia de la provincia de Las Palmas y tiene que seguir siéndolo, pero ello no se conseguirá sin que toda la comunidad universitaria aúne esfuerzos, compromiso, eficacia y responsabilidad para impulsar la necesaria transformación de la ULPGC.
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