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El éxito multitudinario de 'Narcos' supuso el despegue definitivo de la marca Netflix en su expansión internacional, con algunos polémicos anuncios de la plataforma en las calles de Madrid con el semblante del narcotraficante Pablo Escobar en plan superstar. Luego llegó 'Narcos: México', con alguna muerte sospechosa durante el rodaje, alimentando la leyenda y la promoción, a la que se unieron sucesivamente numerosos proyectos sucedáneos que, con mayor o menor fortuna, explotaron la fórmula rompiendo fronteras.
'Fariña' fue la respuesta a la gallega, con un resultado loable. La serie española adaptaba el libro del escritor y reportero Nacho Carretero, que también tuvo una versión en cómic, realizada por Luis Bustos, y un espectáculo teatral. La edición en papel fue secuestrada, innecesariamente, tras una denuncia de uno de los nombres implicados en la trama, generándose el efecto Streisand: censurar un contenido acaba dándole publicidad. Las historias sobre el tráfico de drogas y la violencia que suele conllevar el crimen organizado atraen al gran público. La serie de televisión no pasó nada desapercibida, más bien todo lo contrario, y ahora llega otra propuesta que también parte de hechos reales ocurridos en Galicia: 'Clanes', dirigida por Roger Dual, que prometía con 'Smooking Room', con guion del prolífico Jorge Gerricaechevarría, el compañero de fatigas de Álex de la Iglesia en su agitada filmografía.
'Clanes', notablemente más descafeinada que las series mentadas, una suerte de 'Narcos' light extreme, irrumpió en el menú de Netflix el pasado fin de semana colocándose directamente en el número 1, destronando a 'Los Bridgerton'. La nueva apuesta sobre narcos gallegos, rizando el rizo del estereotipo, está ambientada en las Rias Baixas y goza de un título más llamativo en inglés, 'Gangs of Galicia', que suena a la estupenda 'Gangs of London', cuya segunda sesión esperamos con ahínco desde hace siglos, o la película de Scorsese, 'Gangs of New York'.
'Cocaine Coast' se llamaba 'Fariña' en el mercado internacional, atención al dato, porque las denominaciones en anglosajón, más directas, dan otro color a la producción de cara al posible público. La famosa Operación Nécora, en los años 90, es una de las inspiraciones de la nueva ficción. El juez Baltasar Garzón y el fiscal antidroga Javier Zaragoza movilizaron a un buen número de policías desde Madrid hasta la comarca del Salnés, en Santiago de Compostela, para atrapar a varios contrabandistas, entre ellos Laureano Oubiña y Sito Miñanco, que consiguió huir. Entre los criminales capturados en la redada estaba Manuel Fernández Padín, del clan de los Padín, apellido que emplea la serie para crear su propio relato a partir del cruce de varios casos policiales históricos.
A mediados de los años 2000 saltó también la noticia de una abogada que se mudo a Cambados y acabó enamorada de uno de los narcotraficantes que operaban en la zona. Este es el escenario de 'Clanes', donde Clara Lago interpreta a la licenciada en Derecho que acaba simpatizando con la banda criminal del pueblo. Moviéndose emocionalmente entre el amor y el odio hacia los narcos, conecta con uno de ellos, el heredero de uno de los clanes más poderosos, encarnado por Tamar Novas ('El desorden que dejas').
El enredo está servido en un thriller convencional que fusiona el crimen y el romance sin quebraderos de cabeza. Guerricaechevarría tira de plantilla y firma un guion sin sobresaltos, con más tensión sexual entre los protagonistas principales que violencia explícita. Acorde a los sucesos descritos, con negocios sucios de por medio, falta agresividad. El juntaletras vasco viene de escribir 'Hasta el cielo: La serie', para Daniel Calparsoro, con un esquema similar, y cuenta en su trayectoria con otros títulos en la misma línea como 'Código Emperador', o 'El niño', tan solventes y eficaces como resueltos con el piloto automático (lejos del delirio y la sorpresa de '30 monedas', por poner un ejemplo de su cosecha muy diferente).
'Clanes' sigue la estela de numerosas propuestas similares que romantizan al delincuente, aquí bien defendido por Novas, cuya cara de buenazo funciona para empatizar con el espectador y blanquear su carrera fuera de la ley en la ficción. El actor gallego no goza de ninguna escena donde dé rienda suelta al lado salvaje de su rol de malote: hoy en día los villanos tienen su corazoncito, como bien remarca Disney en sus últimas producciones. Lago, por su parte, representa mejor la doble cara de un sujeto activo que se mueve entre el bien y el mal. Al principio, buscando respuestas, empujada por un sentimiento de venganza. Más tarde se deja llevar por los acontecimientos y las cosas del querer.
Llama la atención cómo estiran el chicle con la tensión sexual no resuelta entre ambos personales estrella, llevada al paroxismo. Hasta el quinto capítulo, a falta de dos episodios para el final, siete en total, no hay un encuentro carnal (Galicia parece el País Vasco, por tirar de un topicazo). El deseo está presente, pero hay una timidez poco creíble en un ambiente tan cargado. Es uno de tantos rasgos ilógicos, atendiendo a la realidad, que hacen que el resultado cojee con algunos momentos poco creíbles que, si la audiencia no tuerce el morro, no desaceleran el entretenimiento. Por poner un ejemplo, un sicario es descubierto meses después de haber cometido un asesinato porque va vestido igual que cuando apretó el gatillo, con la misma gorra y camisa hawaiana. Suspenso en primero de asesino a sueldo. Hay que quemar la ropa y eludir las cámaras de vigilancia, según cuentan series procedimentales de investigación como 'CSI', siempre a reivindicar.
En 'Clanes', como mandan los cánones, hay reuniones vibrantes en despachos, colocación de micros, chivatos y bandidos honrosos, además de algo de jolgorio en la aduana del aeropuerto y gente haciendo footing -reivindiquemos esta palabra- por las mañanas con música de fondo para impregnar un poco de trascendencia al asunto. Hay menos muerte de las deseadas en el festejo, co-protagonizado por Xosé Antonio Touriñán ('Cuñados'), Chechu Salgado ('Las leyes de la frontera'), Melania Cruz ('Malencolía'), Miguel de Lira ('Cuñados'), Francesc Garrido ('Sé quién eres'), Diego Anido ('As Bestas') y María Pujalte. 'Mano de hierro', ficción nacional con la cual se puede comparar lo expuesto por proximidad, se vendió como una mini-serie, aunque su última entrega finalizaba en mitad de una persecución, quizás porque no estaba clara su renovación, aún en el aire. El lanzamiento que nos ocupa deja algunos cabos sueltos que pueden dar pie a una continuación.
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