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Lo mejor de 2024Es un enorme acto emotivo el homenajear la memoria y recuperar la dignidad de un represaliado, de un demócrata y militar que cumplió con su ... deber ante el golpe de Estado de 1936; defendiendo la legalidad y el orden constitucional de la Segunda República, con sus luces y sus sombras, hasta la derrota del 39. Sin duda, se erige en el destello resplandeciente con el que me quedo de este 2024 que ahora llama a su fin. El 23 de noviembre, aniversario de su fallecimiento en 1973, se honró a la persona y se rescató al ciudadano Ramón Artiles Batista, capitán de Artillería del Ejército de la República.
La fotografía en la que aparece él junto a otros compañeros militares, y que ilustró la invitación al acto en San Juan, en Telde, en una mañana soleada que acompañó el evento, me la entregó en mano mi abuela (hará más de veinte años) como un regalo confidente en el que me dijo que quería que me la quedase y guardara. Jamás imaginé que, transcurrido tanto tiempo, serviría como reclamo en el día que, con las autoridades presentes y ante la opinión pública de Telde y Canarias, se fundara como presentación en la jornada de su reparación histórica.
La familia ha cubierto una laguna que llevaba varias generaciones pendiente de ser solucionada. Tener un represaliado de la dictadura franquista entre los tuyos, no digamos ya la desdicha de aquellos que fueron asesinados, o encima están en cunetas a la espera de recibir sepultura, es algo que desde fuera es difícil de interiorizar del todo; el dolor que supone, la injusticia que se arrastra. No fue sencillo. Armar el expediente jurídico, la organización del encuentro, recabar respaldos… Y superar, también, prejuicios y mezquindades que, por desgracia, siguen formando parte de la condición humana de algunos. Pero salió bien, fue un éxito que nos enorgullece con creces. Y nos ha unido aún más, con lazos estrechos, con independencia de las ideas políticas que cada uno profese, mas con la férrea convicción de salvaguardar y cuidar la democracia que nos protege a todos. Hemos sido testigos de una suerte de constelación familiar que cerró la herida que la dictadura dejó impregnada.
Me imagino a mi bisabuelo pasear por las calles teldenses de San Juan. El largo silencio con el que tuvo que convivir hasta su marcha de este mundo, dos años antes de la del dictador, para que no le señalaran, para que no levantara amonestaciones ni recelos del régimen franquista, para que pudiese (al menos) vivir aunque fuera taponado en la sociedad civil, en la penumbra que ahogó a los derrotados republicanos. Acabamos 2024 con una alegría coral que nos congratula. Y allá donde estés, Ramón, cuando me invoque la muerte, que me asista la certeza de poder darte un abrazo.
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