Las generaciones anteriores lograban emanciparse al alcanzar la mayoría de edad, comenzando a crear su propio futuro, e incluso una familia. Sin embargo, la juventud ... canaria actualmente se enfrenta a un panorama complejo, muy diferente al que vivieron nuestros padres.
El 44 % de las personas jóvenes de Canarias están en riesgo de pobreza y exclusión social, según el índice Arope; y el salario medio ronda a los 843 euros al mes, situándose como el segundo más bajo de España, mientras que el precio medio de una vivienda de alquiler es de 1.024 euros. De ahí que, quienes deciden alquilar un piso, pueden llegar a destinar de media el 99,4 % de su salario neto; por tanto, la opción de compra también parece un imposible.
Según Brenda Rivero, presidenta del Consejo de la Juventud de Canarias, «las personas jóvenes se independizan más en Canarias, pero no por las condiciones, sino por necesidad». Ante esta necesidad, se encuentran factores como sueldos bajos, incremento de viviendas vacacionales y alquileres con precios demasiado elevados, por lo que se ven obligados a compartir piso. «Cuentan como emancipados, pero al final están en la obligación de compartir piso con personas que no conocen; por lo tanto, no están independizados», puntualiza Rivero.
El incremento de inmuebles vacacionales en Gran Canaria ha condicionado los precios del alquiler, lo que se puede representar mediante cifras. En el último año, el número de viviendas de esta índole creció en Las Palmas de Gran Canaria en un 29 %, lo que corresponde a 928 nuevas viviendas. Estos número se puede correlacionar con lo que sucede con el alquiler: sus precios han ascendido en un 13%. «Nos vemos en la obligación de compartir piso en precariedad de condiciones porque la vivienda es inaccesible para los jóvenes», asegura una alumna palmera de la ULPGC.
Este panorama está limitando las opciones de los jóvenes, pues a pesar de trabajar y tratar de ahorrar, solo pueden aspirar a compartir piso con personas que se encuentran en la misma situación.
Para esta juventud canaria, poseer una vivienda sigue siendo un sueño, pero este ronda lo inalcanzable, todo lo cual cuestiona el modelo de éxito tradicional: nos decían, sabíamos, creíamos que la plenitud se alcanzaba al tener una vivienda en propiedad e, incluso, formar una familia.
Por ende, la dificultades para seguir el modelo de vida de nuestros abuelos y de nuestros padres nos lleva a plantear una nueva interrogante, menos contextual y quizá trascendental: ¿estamos ante un cambio en el paradigma social?
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