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No habíamos quedado en que en España no hay racistas y que los que insultan a Vinicius llamándolo 'negro' o 'mono' lo hacen porque es un provocativo? Pues va a ser que no. Los hechos demuestran que, por ejemplo, al Bernabéu, el campo del club, el Real Madrid, que hizo bandera de la causa antirracista, personalizada en los últimos meses en Vinicius, también van racistas.
Porque sí, es un acto de racismo llamar 'mena de mierda' a Lamine Yamal o mandar a Raphinha a 'vender pañuelos' a un semáforo. Como fue un acto de racismo cuando un jugador del Cádiz llamó 'negro de mierda' al valencianista Mouctar Diakhaby, o cuando parte del público en varios campos de fútbol españoles han imitado los sonidos que produce un mono en los momentos en que Iñaki Williams toca la pelota, o cuando a Dani Alves, estando en el Barcelona, le lanzaron un plátano en una semifinal de Copa del Rey frente al Real Madrid.
¿Qué pasa? ¿Son todos estos jugadores provocativos? Es obvio que no. Vinicius, es cierto, sí incurre en actitudes provocativas, de poca deportividad y hasta agresividad, pero nada, eso tampoco, justifica que se le insulte recurriendo al color de su piel.
¿Por qué? Porque esa conducta, la del desprecio al negro, arrastra una pesada e histórica mochila de masacres, asesinatos, humillaciones y violaciones de los derechos humanos de la que toda la humanidad, sin excepción, debería estar avergonzada.
Estos incidentes prueban que existe un problema de fondo y que hay que afrontarlo sin medias tintas. Hay que dejar atrás fanatismos de club y odios viscerales. Es tan racista llamar 'negro' a Vinicius como 'mena de mierda' a Lamine. Da igual en qué club jueguen o si te caen mejor o peor.
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