Don René del Pino y sus 66 años de abonado
Ejemplo de fidelidad ·
Desde Santa María de Guía se hizo célebre por su desinteresada recogida de dinero para formalizar abonos en Pío XII. Todavía hoy mantiene el entusiasmo por los coloresSecciones
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Ejemplo de fidelidad ·
Desde Santa María de Guía se hizo célebre por su desinteresada recogida de dinero para formalizar abonos en Pío XII. Todavía hoy mantiene el entusiasmo por los coloresNecesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
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René del Pino, 84 años muy bien llevados, es una especie en extinción. En Santa María de Guía hizo su vida, forjó una familia «maravillosa» y se ganó con justicia el respeto y consideración de los vecinos. Pero ha sido su pasión por la UD, herencia que le legó su padre, la que le ha dado un realce especial porque, como significa, desde que se hizo abonado en 1958, ya ha llovido, el idilio con el escudo y los colores se ha mantenido inalterable. Durante largo tiempo, y coincidiendo con etapas de problemas y precariedades en el club, abanderó al frente de la peña Queso Flor de Guía una campaña de captación de abonados por el municipio y sus aledaños en la que él recibía el dinero de la gente para las cuotas y se encargaba de personarse en Pío XII para formalizar cada inscripción. «Recuerdo una vez, recién llegado Miguel Ángel Ramírez a la presidencia, que me presenté con un millón de los antiguas pesetas de todos los aficionados que me habían dado, con muchísimo sacrificio, sus ahorros y cantidades correspondientes para mantener el carné de socio. Nunca fallé a nadie. Todos se fiaban de mí. Era mi manera de colaborar con nuestro equipo y, modestamente, creo que fue una aportación que, en determinados momentos, dio un impulso importante. Hablamos de bastantes temporadas, algunas en Segunda B. Todos los que estuvimos implicados en tirar hacia adelante nos sentimos muy orgullosos de esa fidelidad», aclara. Los tiempos han cambiado y, a diferencia de los que él conoció, ya no se requiere la presencialidad para inscribirse o proceder a la renovación.
René habla de fidelidad al escudo y no hay mejor ejemplo que el suyo. Su ritual veraniego de reservar la butaca en el estadio, antes Insular y ahora Gran Canaria, ha marcado su existencia. Incluso también abona el pago de su mujer, fallecida hace unos años (»se me parte el alma ver su asiento vacío, pero es algo que ella querría y lo hago con el corazón»).
«Nunca fui una persona de vicios. Mi familia, mi trabajo y la UD. Tuve claras siempre mis prioridades y así me comporté siempre, tratando de dar ejemplo a mis hijos en todo momento. Me emociono al recordar los tiempos en los que íbamos desde Guía al Insular a ver al equipo en un coche de ocho plazas. Había que pasar por El Hormiguero y se tardaba hora y media en llegar a la capital. Mi padre me llevaba a todos los partidos y me transmitió ese amor por los colores. Aquellos ambientes eran maravillosos. Si ganaba la UD, en la vuelta a casa todos contentos. Si no había suerte, regresábamos pensando en volver a las dos semanas a animar con más fuerza. Me siento un privilegiado por haber acumulado tantas y tantas experiencias. Tengo 84, ya iba de niño y me abonaron al cumplir la mayoría de edad... Echen cuentas. No veré los siguientes 75 años de la UD pero los que han quedado atrás fueron muy emocionantes», asegura.
Su memoria es enciclopédica y conserva muy precisos detalles y vivencias de tantas décadas, hasta seis enlazadas, de peregrinar incansable con el representativo, incluyendo varios desplazamientos con amigos a encuentros disputados por la geografía peninsular. «He disfrutado muchísimo y mi orgullo por ser aficionado de la UD es algo que he llevado en lo más alto. Y eso que, como se sabe en el fútbol, hay temporadas buenas, regulares y malas. Ahí estuvimos siempre, sin abandonar. La mayoría de los que me acompañaron ya fallecieron. Quedo yo y, mientras tenga fuerza, la UD estará muy presente», subraya.
Vio en directo a todos los grandes («todavía me acuerdo de Pepín, un porterazo»), pero, a la hora de enumerar a los futbolistas que más le impresionaron, René no decepciona con su respuesta: «Gracias a Dios, hemos tenido una cantera impresionante y han salido futbolistas de época que han sido figuras. Pero para mí bastaba que alguien llevara la camiseta amarilla y el pantalón azul para que fuese el mejor. La UD por encima de todo».
Ahora se le hace complicado ir a ver todos los partidos («por la noche prefiero quedarme en casa y seguirlo por la televisión»), pero mantiene ese nervio y adrenalina camino de los 85.
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