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Se hizo de rogar siete años, pero el desenlace del culebrón más largo en la historia del fútbol respondió a un guion meticulosamente trazado desde hace meses. Kylian Mbappé ya es jugador del Real Madrid. El club de Chamartín anunciaba a las 19:27 horas de este lunes el fichaje del crack de Bondy, que firma por cinco campañas y percibirá un salario que rondará los 15 millones de euros netos anuales, si bien dicha cantidad se incrementará notablemente al agregarle la correspondiente prima por llegar libre de contrato y una serie de variables. Siete años después de que los blancos iniciasen el cortejo del entonces futbolista del Mónaco, la entidad que preside Florentino Pérez remacha al fin la incorporación más ardua jamás vista. «Muy feliz y orgulloso de formar parte del club de mis sueños», proclamó en redes sociales el astro, «emocionado» e «impaciente» por ver a su nueva parroquia.
La noticia era un secreto a voces desde que en febrero se filtrase que el campeón del mundo con Francia en 2018 había trasladado al presidente del PSG, Nasser Al-Khelaïfi, la determinación irrevocable de abandonar el Parque de los Príncipes a final de temporada para cumplir de una vez por todas el sueño de aquel niño que tenía su habitación repleta de pósters del Real Madrid y que quedó deslumbrado cuando Zinedine Zidane fue a recogerle con su coche particular en diciembre de 2012 para trasladarle a la Ciudad Deportiva de Valdebebas.
Allí el joven, que reverenciaba a Zizou hasta el punto de quitarse los zapatos para no mancharle el auto a la leyenda de 'les bleus', efectuó una prueba en la que maravilló con sus condiciones físicas y tuvo oportunidad de fotografiarse con su ídolo, Cristiano Ronaldo, sin que la cosa fuese a mayores, entre otras razones por las pretensiones de su madre, Fayza Lamari. Contaba 13 años y escribía el primer episodio de un folletín interminable lleno de desencuentros hasta este lunes, cuando un comunicado oficializaba el «sí quiero» que ambas partes se dieron hace meses.
Fue un día de emociones fuertes en los despachos del Real Madrid. Dos días después de que los blancos alzasen la Decimoquinta en Wembley, y una vez concedido el tiempo necesario para que los campeones de Europa se diesen el preceptivo baño de gloria el domingo con su afición, Florentino Pérez emitía la orden para que los focos apuntasen a Mbappé. Todo estaba perfectamente medido y estudiado. La incorporación del atacante francés, que no será presentado hasta que finalice su participación en la Eurocopa y en principio no acudirá a los Juegos Olímpicos de París, supone la última jugada maestra en un curso digno de la matrícula de honor y es, a la vez, la piedra fundacional de una nueva era.
Mbappé aterrizará en la galaxia del Real Madrid con el objetivo de ganar la Champions que se le resistió durante las siete temporadas que pasó en las filas del PSG y alcanzar el estatus de mejor jugador del mundo que se le presume a tenor de las formidables condiciones físicas y técnicas que reúne, pero que deberá confirmar sobre el césped elevando aún más a un equipo que no parece tener techo. Está destinado a ser el buque insignia de un proyecto monstruoso, pero deberá compartir galones con otras estrellas como Vinicius o Bellingham que han sabido supeditar sus egos personales al beneficio colectivo de una escuadra que funciona como una familia.
Con todo, el fichaje de Mbappé representa un descomunal golpe encima de la mesa por parte del Real Madrid, que incrementará su condición de epicentro de la industria futbolística y dispondrá de un frente ofensivo terrorífico. El '10' de la selección francesa sigue así los pasos de Luis Figo, Zinedine Zidane, Ronaldo Nazário, David Beckham, Cristiano Ronaldo, Karim Benzema o Gareth Bale. Figuras todas ellas que recalaron en Chamartín de la mano de Florentino Pérez para engrandecer la leyenda del Real Madrid y erigirse en mitos del club más laureado del mundo.
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Resta por saber todavía el número que portará a su espalda un delantero que ha marcado 283 goles en los 368 partidos que ha disputado en la élite a nivel de clubes y ha anotado 46 dianas en 77 encuentros con la selección francesa. Aflora también la incertidumbre en torno al puesto que ocupará en el engranaje de Carlo Ancelotti, cuyo 4-4-2 con rombo mentiroso en la última campaña abrirá paso previsiblemente al regreso de un 4-3-3 en el que Vinicius, Mbappé y Rodrygo deberían repartirse las tres puntas del tridente ofensivo. La banda izquierda es el escenario predilecto del galo para trazar la diagonal y lucir su letal disparo, pero ese flanco es también el coto de caza de Vinicius, cuya jerarquía nadie discute en el Real Madrid.
El club y Carletto deberán resolver dichas interrogantes y conjugar los intereses del cúmulo de astros para seguir brillando con igual o superior intensidad incluso en el firmamento. Cuestiones para nada menores una vez que el 'tic tac' ya es historia.
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