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Capote en su madurez en un retrato magistral. Irivng Penn
Truman Capote, escritor genial y cotilla venenoso y detestado
Primer centenario

Truman Capote, escritor genial y cotilla venenoso y detestado

Nacido hace cien años, el autor de 'A sangre fría' y 'Desayuno en Tiffany's' catapultó el nuevo periodismo e indignó a la 'jet' a la que traicionó / Murió con 59 años intoxicado con un cóctel y deseando reencarnarse en un buitre feo e indeseable

Domingo, 29 de septiembre 2024, 19:37

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«Soy homosexual. Soy un genio». Así se presentaba Truman Capote (Nueva Orleans, 1924-Los Ángeles, 1984) en 'Música para camaleones', su formidable colección de cuentos de madurez. El brillante autor de 'A sangre fría' y 'Desayuno en Tiffany's' fue un genio, en efecto, que casó como nadie literatura y periodismo. Pero también un ególatra engreído, un cotilla venenoso y prepotente, dueño de una viperina y afiladísima lengua. Bajito, de voz picuda y tendencia al sobrepeso, chismoso irredento, rico y famoso, fue el más vitriólico bufón de Hollywood, donde hizo enemigos y pinitos como actor, y de los más selectos salones neoyorquinos a cuyas damas confidentes traicionó aireando sus secretos.

Nacido el 30 de septiembre de hace cien años, Truman Streckfus Persons fue un niño no deseado, solitario y desamparado. Cuando se divorció, Lillie Mae Faulk, madre del futuro escritor, envió a su único hijo a Monroeville (Alabama). Con cuatro años el pequeño Truman quedó al cuidado de sus ancianas tías anhelando el improbable regreso de mamá. Se sentía muy desgraciado y para demostrarlo se bebió un frasco de perfume de su alcohólica e inestable progenitora.

Introvertido en extremo, superdotado e hipersensible, el crío se refugió en su contradictorio y complejo mundo interior. Su temprana vocación literaria nació de su desvalimiento y sus heridas emocionales mucho antes de que adoptara un apellido del segundo marido de su madre, el cubano José García Capote, que haría universal. No en vano, describía su vocación como un «pequeño demonio» al que se entregó cuando su madre lo encerró en una habitación de hotel para irse de juerga.

Hábil constructor de su propia leyenda, sostuvo que aprendió a leer y escribir por sí mismo. Y lo cierto es que escribía cuentos con ocho años y que antes de cumplir diez armaba unos relatos que han soportado con dignidad el paso del tiempo. Adolescente amanerado y con voz de pito, muy consciente de la carga que suponía ser homosexual en el profundo sur -«marica» diría él- blindó su universo como escudo de la hostilidad sin cuento de un entono de machismo salvaje.

Su escuela fueron los relatos que entre 1935 y 1943 aparecieron en la revista del instituto y otros ambientados en Nueva York, donde Capote se instaló determinado a triunfar como escritor. Apuntaba ya una rara genialidad y la voluntad de estilo que desplegó en 'Otras voces, otros ámbitos' (1948), primera novela 'oficial' escrita con 23 años y LGTB 'avant la lettre'.

Un joven Truman Capote posa como San Sebastián. Richard Avedon

En 'Desayuno en Tiffany' s' y en el gran reportaje que es 'A sangre fría' Capote sabe ya que «el arte y la verdad no son necesariamente compatibles».De no haber pasado su infancia en Alabama durante la Gran Depresión, jamás habría concluido 'A sangre fría', la novela-reportaje sobre el asesinato de la famlia Clutter en Kansas que le catapultó a la fama en enero de 1966, inaugurando un género misceláneo con hechos y ficción.

En Alabama fraguó una amistad decisiva y provechosa con Harper Lee, autora de 'Matar a un ruiseñor', con quien retomaría el contacto en la Nueva York de los años cincuenta. Lee se inspiró en Capote para el personaje de Dill, el chico díscolo y excéntrico que se presenta al inicio de la novela diciendo: «soy pequeño pero soy mayor». Capote, por su parte, recrea a su mejor amiga y su vecina de Monroeville en el personaje de Idabel de 'Otras voces, otros ámbitos'.

Ingrato

Capote necesitó seis años de investigación para recrear y narrar el brutal asesinato de los Clutter. No habría llegado al fondo del caso ni logrado los testimonios de primera mano sin la ayuda de Harper Lee, que aportó las habilidades sociales de las que Capote carecía. El ególatra y orgulloso escritor no reconoció ni agradeció jamás la aportación de Lee y ambos se distanciaron. Escrita durante la provechosa estancia en la Costa Brava que Leila Guerriero recrea en 'La dificultad del fantasma' (Anagrama), no quiso publicar la novela hasta que los asesinos fueron ahorcados para asegurar su éxito.

Portada de 'A sangre fría'. Anagrama
Imagen - Portada de 'A sangre fría'.

Richard Brooks llevaría al cine en 1967 la novela inaugural del nuevo periodismo que vendió más de trescientos mil ejemplares de la primera edición y estuvo treinta y siete semanas en la lista de los libros más vendidos del New York Times.'Un árbol en la noche' (1949), 'El arpa de hierba' (1951) y 'Se oyen las musas' (1956) precedieron a 'Desayuno en Tyffany's' (1958), novela ágil y de sutil tono poético en la que Capote pule su estilo.

Llevada al cine en 1961 como 'Desayuno con diamantes' con dirección de Blake Edwards, la protagonizó Audrey Hepburn en el memorable papel de la dulcificada y 'chic' buscona Holly Golightly. Para entonces Capote tiene ya categoría de 'pop star', como su odiado Norman Mailer, Tom Wolfe y colosos de las letras como Gay Talese y Hunther S. Thompson, otros pilares del nuevo periodismo y el 'gonzo'.

Portada de 'Desayuno en Tiffany's'. Anagrama
Imagen - Portada de 'Desayuno en Tiffany's'.

Pero no pudo concluir su novela más ambiciosa, 'Plegarias atendidas' -título tomado de Santa Teresa de Jesús-, de publicación póstuma en 1987. Era un retrato social despiadado e insoportable de la alta sociedad que lo había acogido y le había confiado sus secretos. También era retrato de la juventud del Capote ingenioso, provocador, seductor, bisexual y amoral. La 'jet' no se lo perdonó y Capote cayó en desgracia.

Murió a los 59 años, en la mansión de Joanna Carson en Los Ángeles, intoxicado con un cóctel de drogas y aquejado de cirrosis y flebitis. Deseaba reencarnarse en buitre. «Un buitre no tiene que molestarse por su aspecto o capacidad para gustar y seducir; no tiene que darse aires. De todos modos, no va a gustar a nadie; es feo, indeseable» escribió alguien que tuvo vocación de cisne.

Destilando mala baba construyó su áspero personaje. Un ser mordaz, salaz e hiriente a quien se admiraba o detestaba. Con todo, leerle sigue siendo un placer.

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