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El drama decimonónico protagonizado por Ana Ozores a finales del siglo XIX en la opresiva localidad de Vetusta revive este viernes y sábado en el Teatro Cuyás de la capital grancanaria. Helena Pimenta dirige y adapta al universo escénico 'La Regenta', clásico literario de Leopoldo Alas Clarín en un montaje «muy digno con respecto a la novela» y con una escenografía «minimalista», según Álex Gadea, integrante de un reparto compuesto por ocho intérpretes que en algunos casos asumen varios personajes.
Gadea, que forma parte del proyecto desde sus inicios y que ha vivido los dos meses de representaciones colmadas de público en Madrid y las posteriores, también con un gran respaldo de asistentes, dentro de la actual gira por el resto del país que ahora recala en Gran Canaria, subraya que el montaje retrata los aspectos «esenciales» de la novela que inspira el montaje. A su vez, dice, dibuja con acierto las características propias de «unos personajes de envergadura». En su caso, se trata del rol de don Fermín, integrante del todopoderoso cuerpo eclesiástico español en la época en la que se ambienta la historia.
Esta primera adaptación escénica de 'La Regenta', puntualiza el actor, no solo es una invitación para que el público joven se apunte a leer esta obra maestra de Clarín. También supone, por la historia que desarrolla, un toque de atención ante aquellos que abogan por volver a los tiempos en los que las mujeres apenas contaban con derechos en este país y en casi todo el mundo. «Nada mejor que revisitar los clásicos para darnos cuenta de la vigencia que tienen y para mostrarnos cómo los seres humanos tenemos la tendencia a querer tropezar varias veces con la misma piedra. Sin duda, para la gente joven es importante que se dé cuenta de dónde venimos, los derechos que se han conseguido y el papel de la mujer hoy en día. También hace una crítica a aquella sociedad poniendo, evidentemente, a la Regenta en el centro de todo. También critica de forma brutal a la iglesia. Hay una parte que me corresponde, como magistral de la catedral, en la que se muestra la fuerza y el peso que tenía en la conciencia de los ciudadanos la iglesia. Controlaba con mano de hierro. El público joven podrá descubrir cómo funcionaban los poderes fácticos en aquel momento, con un gobierno de turnos entre liberales y conservadores, donde todos sabían que si no estaban al mando uno iban a estar los otros, cómo funcionaba el establecimiento eclesiástico, cómo funcionaban las apariencias en una sociedad ociosa, la existencia de unas grandes divisiones entre las clases sociales con un 80% de la población viviendo al borde de la pobreza. Galdós retrató muy bien aquellos tiempos convulsos y Clarín lo hace a la perfección en esta obra», explica el actor.
La icónica Ana Ozores la asume en estas dos funciones del Cuyás la actriz Elena Ballesteros, que sustituye desde hace tres funciones en esta gira a Ana Ruiz.
«Por compromisos profesionales, Ana Ruiz me pidió que formara parte del proyecto y estoy encantada. Han sido muy pocos días y el reto muy grande, pero soy una persona bastante valiente y echada para adelante para encarar un proyecto tan grande y a un personaje tan complejo, profundo e interesante. Hacerlo ha sido un acierto absoluto en mi vida», señala Ballesteros.
«He estado extrañamente tranquila en el estreno de Albacete y en las dos funciones de Valencia. Aquí haré mi cuarta y quinta función, con cuatro días de ensayos y ningún ensayo general», añade quien asegura haber recibido buenas críticas.
La actriz reconoce que pasó «por varias fases» a la hora de prepararse para dar vida a esta mujer de linaje venido a menos que se casa con el regente de Vetusta, un reflejo del Oviedo decimonónico. «Empecé muy echada para adelante, después con un tic nervioso en un ojo que después pasó a la boca. Ya con el texto armado y ensayando ya me fui tranquilizando. Lo que más trabajo en el personaje es la dicotomía entre la virtud y la pasión. Ella se ve constantemente entre ambos en una época en la que la mujer no podía permitirse sentir deseo y tenía que estar sometida a su marido, estar detrás de un hombre. Repite constantemente que le debe la honra al cura, a su padre y a su marido que es casi un padre. Es una mujer muy inquieta que no pertenece a esa época. Piensa de una manera muy adelantada a su tiempo y todo el mundo le achaca que no está bien, que tiene un problema, que son los nervios y que tiene que dejar de pensar tanto», describe la actriz antes de las dos funciones en el Cuyás para las que apenas queda un centenar de entradas por vender, avanzó este jueves Gonzalo Ubani, director artístico del teatro.
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