Camille Saint-Saëns y los hermanos José y Rafael Larena- Avellaneda (I)
Los hermanos, empresarios y artistas Larena-Avellaneda se merecen, sin duda, un artículo que glose la relacion de la sociedad de Las Palmas de la 'Belle Époque con el intérprete, compositor e intelectual Camille Saint-Saëns durante sus estancias en la ciudad. En este primer artículo reivindicamos al buen violinista José Avellaneda. En el próximo hablaremos del músico, extraordinario dibujante y buen pintor Rafael Avellaneda.
Dionisio Rodríguez
Sábado, 30 de noviembre 2024, 23:04
Hemos traído a estas páginas algunas de las más importantes relaciones del compositor e intelectual francés Camille Saint-Saëns con miembros e instituciones de la sociedad grancanaria de finales del S XIX y comienzos de XX. Abordamos en esta ocasión la que los hermanos José ... y Rafael Larena-Avellaneda Rodríguez tuvieron con él, durante sus estancias en Las Palmas de Gran Canaria.
Se les conocía y firmaban como José y Rafael Avellaneda, hijos y únicos hermanos de una familia acomodada que formaba parte de la buena sociedad de Las Palmas; poseían una empresa de exportación de fruta al Reino Unido, lo que motivó numerosos viajes a Londres de José. Ambos tuvieron afición destacada por la música desde la infancia, ya que los dos tocaban el violín, aunque fuera José (Las Palmas, 17/11/1865 - 4/3/1920) quien destacara desde su juventud.
En la entonces recién organizada Academia de la Sociedad Filarmónica fue su primer profesor Manuel Rodríguez y Molina, director de la Orquesta y de la Academia entre 1867 y 1877, aunque sería Bernardino Valle, en la siguiente etapa, quien destaparía el talento y la capacidad del joven, nombrándolo concertino de la orquesta y animándolo a actuar como solista. También ocupa diversos cargos en la directiva de la Sociedad Filarmónica,
La actividad mercantil de los hermanos Larena-Avellaneda llevó a José a pasar largas temporadas en la capital inglesa, donde seguramente pudo mejorar su formación y oír a los grandes violinistas del momento. En su repertorio, conocido por los múltiples conciertos que dio en la ciudad, figuran sonatas de Mozart, Beethoven y Cesar Franck, junto a obras de bravura y páginas virtuosas de Sarasate, Saint-Saëns, Wieniawski, Vieuxtemps y otras piezas de salón. Junto a su hermano Rafael como segundo violín, Antonio Mesa y López en la viola y Pedro Peñate Hernández en el violonchelo, constituye el Cuarteto Avellaneda, imprescindible conjunto en la vida musical de la sociedad grancanaria, que tanto da a conocer las obras de los grandes maestros clásicos y románticos, como está pendiente de la actualidad española interpretando cuartetos de Tomás Bretón.
La figura de José Avellaneda como músico se acrecienta por la pulcritud y buen estilo de sus interpretaciones y por su calidad técnica, que le permitía acceder al gran repertorio violinístico. Cumbre en su carrera artística fue sin duda el ser acompañado por el gran interprete Saint-Saëns, al piano, en algunos de los conciertos que dio el maestro francés con fines benéficos. Uno de los cuales fue en mayo de 1899, a buen fin de la Sociedad Filarmónica por hacerse con una sede propia. Avellaneda interpreta junto a su autor la difícil 'Romanza en Do mayor Op.48', que posteriormente grabarán muchos virtuosos, lo que dice mucho de las capacidades de nuestro violinista.
Unas semanas después de la partida del compositor, desde Las Palmas de Gran Canaria rumbo al Brasil y otras capitales sudamericanas, le escribe José a la dirección de Saint-Saëns, en París, donde recibía la correspondencia durante sus numerosas ausencias: Plaza de la Madeleine, 1; sede del editor y amigo del compositor Auguste Durand.
Una de las cartas dirigidas a Saint-Saëns por José, y conservadas en la Mediateca Jean Renoir de Dieppe (Normandía, Francia) hace referencia a ese primer concierto con el maestro. Con buena caligrafía le escribe en español desde Las Palmas, el 13 de julio de 1899, a sabiendas de que su carta llegará a París «en ausencia», pero no quiere dejar de felicitarle con motivo de su santo y desearle muchos años de vida (San Camilo se celebra el 14 de julio).
En el bajo de la carta, reproduce el tema primero de dicha romanza en notas musicales, añadiendo: «Mayo, 21 de 1899. Uno de los más gratos recuerdos de mi vida».
El 26 de enero de 1900, y desde Londres, le escribe de nuevo a don Camilo a Las Palmas, hospedado en el Hotel Europa (Calle de los Remedios, 8, esquina a Peregrina). Enterado de la llegada del compositor a la isla, le dice: «Muy considerado e ilustre maestro. Con alegría me he informado de su llegada a mi país». Añade su pena por no poder «oír sus autorizados consejos e indicaciones», y tras mandarle saludos de su hermano Rafael le envía «un abrazo fuerte su affmo. (afectísimo) amigo que le considera, quiere y BSM» (Besa su mano).
Poco tiempo después y en ese mismo año de 1900, le escribe de nuevo a la dirección de su editor, en París, el 18 de abril, ya desde Las Palmas, haciéndose eco de una carta recibida de don Camilo el 25 de marzo: «[…] Siento no contestarle en su hermoso idioma, desgraciadamente no lo sé, lo que siento y deploro infinito. Comprendo que se halle V. mejor en Egipto que en esta población , durante los inviernos. Aquí. salvo el clima y unos sinceros amigos, de corazón,(entre los cuales me considero a la cabeza), que le quieren a V. como V. vale y se merece, comprendo que nada le anime a preferir esta ciudad[…] ».
Le anuncia que prepara con Emilio Valle, hijo de Bernardino, «que ha progresado mucho en el piano y tiene un buen criterio musical», su concierto 'N.º 3 en Si menor', dedicado a Sarasate, (cuyo delicioso 'Andantino' tocará con el autor en el concierto de 1909). Y añade: «[…] Seguramente ese país de los faraones le darán muchos motivos para componer algo bueno […] Por aquí no ocurre novedad alguna. Ud. sabe que la vida aquí se gasta en sencilla y monótona tranquilidad».
La gran especialista en Saint-Saëns, Marie Gabrielle Soret, escribió en su artículo del Catálogo de la exposición 'Camille Saint-Saëns en Gran Canaria (2022-23)', dos apuntes sobre el violinista canario, en cartas de don Camilo a su editor, Durand: «Las Palmas 4/1/1900. El caballero que tan bien tocaba el violín se ha marchado a Londres y ya no quedan más que rascadores».
«Las Palmas 7/1/1909. Hay aquí un violinista aficionado, que tiene un gran talento; juntos haremos la sonata 'Kreutzer' (Beethoven) que nunca se ha escuchado aquí y mi 'Trio sobre el Septeto' (realizó un arreglo para piano violín y violonchelo). Tendré un piano Broadwood que acaba de llegar de Londres y que es delicioso».
Una historia familiar trasmitida por varias generaciones asegura que José poseía un Guarnerius y un Stradivarius –instrumentos que ya en esa época costaban una considerable fortuna– circunstancia recogida por Lothar Siemens en el capítulo que dedica a los hermanos Avellaneda y su cuarteto, en su 'Historia de la Sociedad Filarmónica de Las Palmas', sin que exista documentación o fotografía alguna que lo acredite.
El violín de José Avellaneda, con el que figura en el retrato que le hizo su hermano y en diversas fotografías, resulta ser «un violín antiguo y anónimo de buena calidad sonora y con unas cuidadosas reparaciones», según declara su actual poseedor, Enrique Payo León, autor de un artículo sobre Avellaneda en la 'Revista del Conservatorio Superior de Música de Castilla y León N.º 11' (mayo 2020), con motivo del centenario de su muerte; donde añade que el mantenimiento del instrumento y el estuche de madera estaban a cargo del prestigioso luthier W. E. Hill & Sons de Londres, que siempre ha tenido instrumentos de primer orden y cuidó, durante un tiempo, de los Stradivarius del Palacio Real. Es por esta vía, que se puede suponer que Avellaneda pudo tener en sus manos algunas de estas joyas.
La Gran Guerra europea de 1914 obligó a nuestro hombre a retornar definitivamente a Gran Canaria, donde retomó su actividad artística. Una larga enfermedad minó su salud; durante los últimos años de su vida compuso para su uso privado diversas piezas para violín y piano de marcado sabor local, que están recogidas en su legado, y que fueron encontradas en la banqueta del piano de su hermano Rafael, a la muerte de éste, y trasladadas por Lothar Siemens, amigo de la familia, al fondo de El Museo Canario.
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