Borrar
Amancio Prada canta el 14 de septiembre, en el Auditorio Alfredo Kraus. C7
Amancio Prada: «Una canción es un consuelo porque pone el dedo en la llaga para cauterizar»

Amancio Prada: «Una canción es un consuelo porque pone el dedo en la llaga para cauterizar»

El cantautor leonés recibe el 14 de septiembre el premio Aglaya y protagoniza un concierto en el Auditorio Alfredo Kraus

Victoriano Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Lunes, 9 de septiembre 2024, 02:00

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Opciones para compartir

Amancio Prada (Dehesas, León, 1949) derrocha amabilidad y sensibilidad incluso por teléfono. La lejanía física y el medio tecnológico no limita la capacidad evocadora de este veterano cantante y compositor que desde hace décadas ha llevado el mestizaje entre literatura y música a cotas muy poco transitadas en España, tal y como demostrará el próximo 14 de septiembre, a partir de las 19.00 horas, cuando recogerá el premio Aglaya a la Cultura de Paz que le ha otorgado la Fundación Artisophia en un acto que se desarrollará en la sala Jerónimo Saavedra del Auditorio Alfredo Kraus y que culminará con un concierto protagonizado por el propio artista.

«Este premio me sorprendió porque no sabía de su existencia. También por venir desde tan lejos y porque viniera acompañado de dar un concierto. Lo tiene todo», apunta radiante desde su casa.

Durante el acto previo a su concierto, también recibirán sus respectivos galardones la cantante grancanaria Mary Sánchez y Anatabán, colectivo de artistas de Sudán del Sur. «He escuchado algunas canciones de Mary Sánchez y me encantan. La música canaria me llega mucho, a veces te sorprenden las corrientes subterráneas que no sabes por donde vienen y cuando afloran te hacen gozar y disfrutar de su curso. Ese acompañamiento propio de las rondallas canarias me lleva a mi etapa de joven en los Salesianos», apunta el artista que recuerda haber cantado en una ocasión «unas endechas» con otra cantante isleña, Olga Cerpa, «que es una maravilla también», subraya Amancio Prada.

En el concierto que protagonizará en el Alfredo Kraus, casi veinte años después de la última vez que actuó en la isla, en aquella ocasión en la catedral de Santa Ana, como recuerda el propio cantante, ha apostado «por una selección de canciones que guardan relación con los motivos de estos premios, la paz. He trazado un arco iris desde aquel primer disco, que publiqué hace 50 años, hasta el más reciente. Y es que todo estaba ya sembrado en aquel disco, 'Vida e morte' (1974), fue la semilla de todo lo que vino después. El arco es muy amplio y no he querido tener un esquema rígido, sino dejarme llevar libremente [el concierto se titula 'Libremente- 50 años en los escenarios] por la emoción del acto y la presencia del público», avanza. Y es que defiende sin ambages que «cada concierto y recital son únicos, porque cada canción es distinta y cada día así lo es. Nadie se baña siempre igual», pone como ejemplo.

El poder del directo

Amancio Prada pone en valor la magia del directo. «Los conciertos son otra dimensión. Un disco es una foto fija de algo que está en continuo movimiento. Siempre sorprende y desasosiega comprobar que lo que grabé y mezclé en el estudio y que me acabó enamorando en aquel momento, al poco tiempo me parece la sombra de lo que uno quería hacer. Es lo bueno que tienen las canciones. Pienso muchas veces en los pintores, que están abocados a terminar un cuadro, exponerlo y desprenderse de él. De una canción no te desprendes nunca, porque nunca deja de reflejar tu estado de ánimo. La atmósfera que se genera está tanto en el que habla y canta como en el que escucha. El público da sentido a lo que haces y potencia y ensancha la propuesta de los cantantes», apunta quien antes de atender a CANARIAS7 estaba cantando 'La canción de la mariposa', de Federico García Lorca, uno de los autores clave en su trayectoria musical junto con Rosalía de Castro y San Juan de la Cruz, cuyo 'Canto espiritual' llevó a una dimensión hasta el momento desconocida. «Nunca un poeta llegó tan alto escribiendo tan poco. Y no solo tiene el 'Cántico espiritual', tiene otros poemas maravillosos como 'Llama de amor viva'», apunta sobre el poeta místico y cofundador de los Carmelitas Descalzos con Santa Teresa de Jesús.

Amancio Prada defiende el valor espiritual de la poesía y la música como antídoto a los tiempos oscuros. «La expresión del dolor ya es un consuelo. La música, cuando establece una feliz alianza con la letra, cuando el poema se convierte en canción, además de adquirir esa potencia mágica que canta el romance del Conde Arnaldos, se convierte también en un consuelo, porque pone el dedo en la llaga, pero para cauterizar», señala.

«Hay tanta poesía distinta como poetas. Unas más claras y otras obligan a zambullirse en sus aguas para salir a flote con su frescura. Para eso está la música, para añadirle el zumo, el jugo que consigue iluminar el poema para que vuele más alto. Llega más lejos, a otros corazones y se convierte en una espora que renace en cada persona que lo escucha», apunta poéticamente.

Amancio Prada. C7

Ese tránsito de la literatura hasta la música es algo que Amancio Prada realiza de forma «natural». «Soy un manzano que da manzanas. Me asombro de lo que ocurre a mi alrededor. De los milagros de la naturaleza, como la metamorfosis, que una mariposa ponga huevos, que salga un gusano que después se envuelve en seda, se encierre en la noche oscura y al cabo de un tiempo el corazón se rompa y vuelva a aparecer una mariposa. Solo la poesía, más que la ciencia, puede acercarse a iluminar lo que ocurre en casos así. Para mí, la poesía es el barro con el que modelo la vida», subraya.

El entorno familiar y rural

Amancio Prada celebra este año su medio siglo sobre los escenarios, para lo que ha publicado el álbum 'Prada Prada'.

El cantante y compositor leonés dice abiertamente cuál es el secreto para seguir en la brecha durante tantos años. «La música es mi vocación, no es un oficio. Tengo la suerte de que se ha convertido en mi profesión, pero nunca lo he sentido como un trabajo», explica.

Su sensibilidad musical nació de forma natural en el entorno familiar en el que creció. «Tengo la gratitud de los cantos con los que crecí. Toda mi familia era de labradores, desde siempre, y el canto era una forma de consolarse en casa de aquel rigor laboral, del sudor, literal, con el que se ganaban cada día el pan. Esos cantos eran una forma de celebrar la alegría de lo bien que se había resuelto la cosecha. Esa memoria viva y musical sigue cuando nos reunimos los tres hermanos y mi hermana. Seguimos cantando nuestro propio cancionero, heredado de nuestros padres», asegura.

Del niño que formaba parte del coro de los Salesianos en Cambados «queda la memoria de muchas canciones», reconoce. «Estuve de los 10 a los 14 años y además de cantos litúrgicos y misas, hacíamos zarzuelas, como la de 'El barberillo de Lavapiés', eso sí, con adaptaciones en los que los personajes femeninos eran representados por los niños».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios