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El objetivo es tan importante que el trabajo no pesa. Eso al menos es lo que transmiten las personas que prestan su tiempo de manera desinteresada en la Casa de Galicia para ayudar a los Reyes Magos a llegar a todos los hogares de Las Palmas de Gran Canaria y de otros municipios de la isla el 6 de enero, el día de la ilusión.
Una ilusión que no es solo una palabra que se repite en la sede social de la entidad regional, en la calle Salvador Cuyás, como un mantra que alimenta y da fuerzas, sino que es el motor que hace que un puñado de personas de todas las edades y ocupaciones opten por dedicar buena parte de su tiempo cada Navidad para que los niños de las familias más desfavorecidas no la pierdan.
Este año son más de 80 los voluntarios que toman parte en la campaña '+ Que Reyes', que suma 73 ediciones y que se va a desarrollar hasta el próximo 30 de diciembre. Un equipo en el que la mayoría son personas que ya han colaborado en cita anteriores. «Esto tiene la mala manía de enganchar a la gente y aunque no quieras, acabas aquí metido hasta las trancas», explica con humor David Vendrell, responsable de coordinar este equipo humano desde hace unos seis años y que, pese a sus 26 años, ya es un veterano pues comenzó a echar una mano con apenas 10 años en una entidad regional a la que le unen lazos familiares y de la que es miembro de su junta directiva.
«La ilusión es contagiosa», responde cuando se le pregunta sobre los motivos que llevan a personas anónimas a compaginar sus empleos o estudios y a aprovechar que se encuentran en situación de desempleo para ayudar.
Las hay incluso que, como revela que le ha ocurrido este año en dos ocasiones, han llegado a donar algún juguete y se han interesado por formar parte de un equipo de voluntarios que afrontan muchas horas de trabajo y pocas de sueño y en el que se reparten las tareas en función de las necesidades del servicio.
Pero reconoce que también se busca que el personal voluntario esté bien y por eso a la hora de asignar las tareas tiene en cuenta sus cualidades y lo que mejor se les da. Así, algunas personas prefieren encargarse de recibir, comprobar y clasificar las donaciones mientas que el fuerte de otras es la atención directa a las familias solicitantes.
Indira Polanco es una de las voluntarias más recientes pues a sus 23 años se encuentra inmersa en su segunda campaña solidaria. Dice que la recompensa que recibe por esta acción altruista que desarrolla es «la ilusión de las familias que vienen, te dan las gracias y ves que se van contentas porque ves la necesidad que tienen algunos».
Apunta que «es la ilusión de los niños pero también de los padres y los abuelos», afirma mientras recibe a pie de calle a las personas que, en horario de 10.00 a 13.30 horas, y de 16.00 a 19.30 horas, van llegando a la sede de la sede de la Casa de Galicia para ser atendidas.
Unas familias que, a continuación, pasan a la parte de oficina en la que se confirman su datos de derivación de los servicios sociales municipales, antes de pasar a la tienda solidaria en la que, con la ayuda de los voluntarios, eligen los juguetes que creen más adecuados para que los Reyes se los hagan llegar a sus hijos e hijas.
«Hacen falta manos porque aquí hay mucho trabajo que no se ve», dice en referencia a los muchos preparativos previos que requiere poner en marcha una maquinaria como la de la campaña '+ Que Reyes'.
Zaida Monzón lleva tres años colaborando con la Casa de Galicia. Tiene 21 años y asegura que es la prueba de que no es cierta la creencia de que la juventud de hoy en día no se implica en causas solidarias.
«Hay muchísimas personas jóvenes que venimos de familias humildes y que nos gusta ayudar, que sentimos la necesidad de que, tal y como está el mundo, hace falta gente como nosotros. Hay mucha gente adulta que no está dispuesta y nosotros sí. No me cabe ninguna duda», dice quien compagina sus compromisos laborales con el voluntariado.
«Si trabajo de mañana vengo por la tarde y si trabajo de tarde, por la mañana», dice sobre el empleo de cara al público que tiene y le ha dado las tablas necesarias para desenvolverse como pez en el agua a la hora de ayudar a las familias y orientarlas a su llegada a la Casa de Galicia.
Señala que el esfuerzo que hace todo el voluntariado se ve de sobra recompensado «ese Día de Reyes, cuando vemos a todos esos niños con un juguete en la mano».
También Violeta Suárez dice que recibe más de lo que da como voluntaria en la Casa de Galicia, entidad con la que colabora «hace nueve años» porque «esto es una experiencia inolvidable ya que es una labor súper bonita, aunque cansada».
Además, explica que tras mudarse de su Guía natal a la capital grancanaria «tenía una media depresión y mi marido, que ya era voluntario, me animó a venir». Una decisión que lo cambió todo.
Dice que «los niños» son la razón del trabajo que hace e invita a formar parte de un equipo que se convierte en familia. Una a la que pertenece desde hace casi 30 años Carmen Armas, una de las voluntarias más veteranas y miembro de la junta directiva de la Casa de Galicia.
Explica que antes buscaba tiempo donde no lo había y ahora, al estar jubilada, tiene «todo el del mundo». Presta su tiempo en la tienda solidaria y asegura que «esto te da una satisfacción tremenda». Reconoce que se sigue emocionando «porque hay mucha gente que donaba juguetes y estaban bien y ahora se ven en la situación de tener que pedir ayuda. Gente que te abraza y se echa a llorar», relata sin perder el ánimo mientras sigue con la tarea de atender a la siguiente familia.
«Nuestra recompensa es poder participar en Reyes porque la ilusión que ves en la cara de la gente, no solo de los niños, poder vivir eso en primera persona es algo que se siente muy diferente», corrobora Vendrell.
Y es que hay que recordar que la Casa de Galicia y su voluntariado también organiza la llegada de los Reyes Magos a la capital grancanaria la mañana del 5 de enero, la posterior cabalgata y la cabalgata que se denomina de «la alegría», del 6 de enero, que recorre varios centros asistenciales y distintos barrios, y que se queda siempre con una larga lista de espera de gente que quiere colaborar y no tiene hueco, pues es más pequeñita.
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Iker Elduayen y Amaia Oficialdegui
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
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