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Antonio María González Padrón acaba de cumplir 70 años de edad y este 2025 conmemora cuatro décadas como cronista oficial de la ciudad de Telde, una efeméride que le llena «de orgullo. Por mucho que yo haga por Telde, todo honor o distinción para mí sobrepasa el trabajo que haya hecho», destaca este teldense del barrio de Los Llanos que reside desde 1981 en el barrio de San Francisco.
Charlar con Antonio María González Padrón es empaparse de la historia de un municipio lleno de un patrimonio que advierte con disgusto «que está en la UCI. A nivel arqueológico, urbanístico, arquitectónico, de pinturas y de esculturas, el patrimonio teldense está en peligro real. Esto se debe por un lado al deterioro del tiempo y por otro porque los regidores públicos y religiosos no han estado a la altura de la gestión. En este punto debo reseñar que el Cabildo de Gran Canaria ha mimado a Telde. El consejero de Patrimonio, Teodoro Sosa, y el director insular Juan Sebastián López, han sido más que generosos con la ciudad, pero la gestión pública en Telde, a nivel político y religioso, ha sido nefasta. Se han tenido que devolver cientos de miles de euros por no saberlos gestionar», reclama con malestar, añadiendo «que esta es una frustación de casi todos los cronistas».
Antonio María González Padrón prometió el cargo de cronista oficial de Telde el 7 de noviembre de 1985. «La proposición me la hizo la concejala de Cultura en aquella época, Carmen Sosa, a principios de ese verano, con Aureliano Francisco Santiago Castellano de alcalde. No esperaba que me lo propusieran, porque en aquella época Carmelo Ojeda y yo tuvimos una batalla muy fuerte contra el denominado Plan General de Reforma Integral de San Juan y San Francisco, con la redacción de varias publicaciones. Fue un intenso debate social, con muchos artículos condenando esa reforma, que ya solo por su nombre era una locura, ya que nosotros apostábamos por una restauración o rehabilitación. Esos artículos sirvieron como ensayos para mis posteriores escritos ya como cronista», rememora.
Para que Antonio María González Padrón aceptase ser cronista oficial «me marqué tres premisas fundamentales para dar el sí. Una de ellas era que Telde tenía un cronista oficial en aquella época, el sacerdote Antonio Hernández Rivero. Era mayor y estaba enfermo y cuando le plantearon el cambio el aceptó de buen grado e incluso dijo que pensaba que el consistorio sabía que ya no era el cronista desde hacía más de diez años. La segunda premisa era no tener sueldo alguno y la tercera, que para mí era súper importante, era que todas las fuerzas políticas de Telde lo aprobasen por unanimidad de todos los miembros del consistorio. Si había un solo edil que decía que no o que se abstuviera yo no aceptaría el cargo. Al final las tres se cumplieron y como dije anteriormente el 7 de noviembre de 1985 prometí el cargo».
El cronista oficial de Telde trabajó durante 39 años y 6 meses en el Museo León y Castillo, y también durante 10 años fue profesor de Historia, Lengua y Literatura en el Colegio San Ignacio de Loyola, en Las Palmas de Gran Canaria. Bisnieto, nieto e hijo de comerciante de Los Llanos, González Padrón se desvive hablando de su querida Telde, de la que es Hijo Predilecto. A día de hoy es el cronista más antiguo de Gran Canaria, con 40 años de servicio, y el segundo más decano de Canarias por detrás del cronista oficial del municipio palmero de Fuencaliente.
Para González Padrón a Telde «no se le ha dado el valor que tiene. Telde es un libro abierto. Es una de esas publicaciones que figuran en una estantería, muy bien encuardenada, que tiene algunas páginas que necesitan abrirse con un abrecartas de manera sutil para ir descubriéndolas, y esa es la función del cronista. Toda la evolución histórica de Gran Canaria ha comenzado en Telde. Las invasiones europeas empezaron en las playas de Melenara y Gando; aquí se inició el cultivo de la caña de azúcar, de la vid, cochinilla, platanera y fue el primer lugar de Canarias donde se plantó el tomate de exportación a cargo de Mister Blisse en El Mayorazgo de Tara. El primer Obispado de la iglesia católica estuvo en Telde, una ciudad que siempre estuvo a la vanguardia de movimientos sociales y económicos del Archipiélago. Y gracias a la familia Alonso se ganó una partida extraordinaria, al ganar para Telde el aeropuerto en Gando, ya que en aquella época se debatió si ubicarlo en el istmo de Guanarteme o en Las Escaleritas».
40 años llenos de orgullo, en la lucha por divulgar una riqueza patrimonial de incalculable valor. Telde es su corazón y su arraigo, pero ve con lástima «como San Juan o San Francisco sufren hoy en día un deterioro mayor que hace 25 años. El San Francisco es más que evidente la mala praxis de las compañías eléctricas y telefónicas que trabajan en Canarias que machacan la arquitectura con cables y repetidores, en lo que debe ser un museo al aire libre de arquitectura popular. Esto es algo que me duele mucho», apostilla.
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