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Es probable que haya vecinos de Las Palmas de Gran Canaria que no sepan dónde queda La Suerte y, sin embargo, figura con letras doradas en la llamada ruta del oro rojo: una experiencia inmersiva en el mundo de la cochinilla que atrae hasta este tranquilo y pequeño barrio residencial del distrito Tamaraceite-San Lorenzo-Tenoya a cruceristas de EE UU.
Ni las Dunas de Maspalomas ni el Roque Nublo. Lo que mueve a los turistas que viajan en el exclusivo M/V Corinthian, operado por la compañía de viajes Overseas Adventure Travel (OAT), es saber cómo se obtiene un colorante natural extraído de un insecto ('Dactylopius coccus') que se cría en las tuneras y que durante parte del siglo XIX convirtió a las islas Canarias en líder mundial en esta producción, con 3.000 toneladas al año.
Esa es la aventura que les propone Lorenzo Pérez, gerente de Canaturex, en una instructiva charla introductoria en sus modestas instalaciones de La Suerte, donde tiene el secadero de su cochinilla, que, a su vez, produce y recoge en una aislada, pero muy cuidada finca de tuneras, de una hectárea, en Ingenio.
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«No sabía absolutamente nada de esto», reconocía sorprendida Karen Thomas, una de las turistas que días atrás visitó el taller de trabajo del único productor de cochinilla en activo que hay ahora mismo en Gran Canaria. Thomas procede de Sisters, una ciudad de menos de 2.000 habitantes de Oregon, en la costa oeste de EE UU y se confesó maravillada con todo lo que le contaron.
«Cada vez que viajas y ves cosas distintas enriqueces tu vida». En el caso de Karen Thomas, además, doblemente, porque ella se ha movido en el sector de los pigmentos. Según cuenta Víctor Garrido, guía de OATque hace las veces de traductor, ella comercia a veces con artistas locales, a los que suministra pigmentos minerales. «Venir a sitios como este me sirve para comprender por qué son tan caros». Mientras, varias de sus compañeras de viaje se animaban a pintar con colores sacados de la cochinilla.
Esta es la segunda temporada que Canaturex y La Suerte figuran en la propuesta de excursiones de esta selecta empresa de viajes. El día del reportaje les visitaron los cruceristas en dos tandas, un primer grupo de 19 por la mañana, a primera hora, y otro después de comer, con otra veintena de visitantes.
Primero atienden la charla de Pérez, que les introduce en la historia y la forma de producción de este tinte, y justo después asisten entusiasmados a su potencial gastronómico como colorante de la mano del cocinero Javier Castillo, que les acaba ofreciendo una degustación de una cerveza, Sangre de Dioses, un licor, el del Perfecto Amor, y un moonshine, un tipo de whisky norteamericano, que tienen en común usar como ingrediente la cochinilla.
Los prueban, pero no los pueden comprar, como muchos de los turistas pretenden, porque este insecto aún no figura entre los que se pueden comer en la UE. No en vano, Pérez y Castillo están empujando para que esta especie de los hemípteros se convierta en el quinto insecto comestible en territorio comunitario. Su propuesta ha recibido ya el aval unánime del Parlamento de Canarias y del Senado de España.
Lo curioso es cómo la apuesta particular de este emprendedor, que ya logró otro hito, que la cochinilla canaria fuera reconocida con una Denominación de Origen Protegida, ha suscitado el interés de una empresa de viajes que apuesta por llevar a sus clientes a «conocer tradiciones que están a punto de desaparecer o actividades que son de origen orgánico o sostenibles», requisitos todos que cumple Canaturex.
Con ese mismo objetivo aprovechan su visita a la isla para conocer una finca de aloe vera y otra de plataneras, pasear por los cascos de Vegueta y Agüimes y para hacer una ruta de senderismo por la caldera de Bandama. Lo habitual es que la estancia en la isla sea de dos días, pero esta pasada semana, por el temporal, estuvieron un día más. Se les cayó la escala en La Palma.
Según explica Víctor Garrido, este crucero trabaja con turistas estadounidenses que parte de Dakar, en Senegal, sube por el Sáhara Occidental, pasa por Canarias, donde visita las islas de Gran Canaria, Tenerife y La Palma, y acaba en Madeira. Pérez cuenta que normalmente recibe una visita a la semana entre diciembre y marzo, que son los meses en los que está operativa esta ruta.
Pérez y Castillo no podían tener un público más interesado, máxime cuando, como se advertía, no tenía ni idea de que a partir de un insecto puede obtenerse un carmín. No pudieron evitar un 'Oh' comunitario cuando Pérez escachó uno de sus insectos y tintó de rojo la palma de su mano. No paraban de hacer preguntas y casi no les dejaban avanzar en la charla. Allí se les enseñó el insecto vivo, cómo se recolecta, en grano y hecho carmín: un máster avanzado en cochinilla 'made in' Canarias.
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