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Arriba, a la izq., losas levantadas junto a la piscina. En el centro, escalones sin rejillas antirresbalones. Cober

Las piscinas con trampas del Castillo del Romeral

Denuncia vecinal ·

Losas levantadas, escalones estropeados y fondos repletos de callaos | Son solo algunas de las deficiencias que preocupan a los usuarios de estas albercas de agua salada | El Ayuntamiento culpa a Costas de un permiso que no llega

Gaumet Florido

San Bartolomé de Tirajana

Miércoles, 7 de agosto 2024, 02:00

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Como en una carrera de vallas de París 2024, solo que en vez de vallas hay trampas, y en lugar de encontrárselas en el Stade de France, se las topará en las dos piscinas del Castillo del Romeral. Así se las ven y se las desean los usuarios de este tramo del litoral tirajanero, obligados a sortear obstáculos cada vez que quieran darse un chapuzón. Los vecinos están hartos y piden soluciones. Nueva Canarias se hizo eco de su malestar en el último pleno de San Bartolomé de Tirajana, y el alcalde, Marco Aurelio Pérez, carga las tintas contra el lío competencial que hay en Costas. Tienen todo listo para meterle mano al asunto, pero, dice, les hace falta un permiso que nunca llega.

Línea amarilla con la que el Ayuntamiento advierte de los riesgos de caída a los usuarios. Cober

Mientras tanto, los bañistas extreman el celo. Cuando no es una losa levantada y cortante en el maltrecho suelo que rodea a las piscinas, es un escalón sin rejilla en la bajada de acceso, algo así como un pase vip para resbalarse y romperse la crisma, o un tenique traicionero en los fondos cada vez menos profundos. Cuando no, someten sus nalgas, cual faquires, a la tortura del banco tapizado de piedras punzantes que, se supone, debe servirles de cómodo asiento. No están libres de riesgos ni fuera del agua.

Tanto tentar a la suerte ya ha dejado heridos. Los vecinos enumeran varios casos de cortes recientes en piernas o de peligrosas caídas. Para colmo, las pesadas losas que se han desprendido del entorno de las piletas han acabado en su fondo, convertidas en afilados cuchillos, ávidos de usuarios poco precavidos.

A Roberto Guedes, un apasionado de su pueblo y de estas piscinas, se le llevan los demonios tanto abandono. Sus diarias y remojadas visitas a estas gigantescas albercas de agua salada, «las mayores de Canarias», apostilla Guedes orgulloso, le permiten asegurar que cualquier actuación en esta zona ha de pasar primero por evitar que el agua entre con tanta fuerza cuando hay marea llena. «Si antes no evitan eso, entonces gastarán el dinero en balde, porque todo lo que arreglen, el mar volverá a romperlo».

En la foto superior, Roberto Guedes muestra el suelo destrozado de uno de los lados de la piscina más próxima a las Salinas del Matorral. Debajo, estado del asiento de hormigón que ha de acoger al usuario, más apropiado para faquires. Y detalle del corte que recientemente sufrió en un pie un bañista. Cober
Imagen principal - En la foto superior, Roberto Guedes muestra el suelo destrozado de uno de los lados de la piscina más próxima a las Salinas del Matorral. Debajo, estado del asiento de hormigón que ha de acoger al usuario, más apropiado para faquires. Y detalle del corte que recientemente sufrió en un pie un bañista.
Imagen secundaria 1 - En la foto superior, Roberto Guedes muestra el suelo destrozado de uno de los lados de la piscina más próxima a las Salinas del Matorral. Debajo, estado del asiento de hormigón que ha de acoger al usuario, más apropiado para faquires. Y detalle del corte que recientemente sufrió en un pie un bañista.
Imagen secundaria 2 - En la foto superior, Roberto Guedes muestra el suelo destrozado de uno de los lados de la piscina más próxima a las Salinas del Matorral. Debajo, estado del asiento de hormigón que ha de acoger al usuario, más apropiado para faquires. Y detalle del corte que recientemente sufrió en un pie un bañista.

Vicente Herrera, más conocido como Tito, también vecino de este barrio y concejal de NC en la oposición, propone una solución. «No somos técnicos, pero si se coloca una línea de piedras grandes, a modo de peine, con un metro de distancia entre ellas, en la zona por donde penetra el mar, harán de rompiente para las olas y permitirán que el agua llegue muerta a las piscinas», expone.

Los vecinos plantean colocar grandes piedras en línea, separadas por un metro de distancia, que sirvan de rompientes para las olas y que, a la vez, no impidan que el mar entre en las piscinas. Cober

Fue concejal delegado de Cuidado del Litoral en el último mandato y recuerda que en su etapa se llevaron a cabo tres dragados de las piscinas, una actuación, que asegura, se antoja una exigencia a gritos. Sobre todo por el lado que mira a las Salinas del Matorral, donde la montaña de callaos que va dejando la marea ya supera una escollera de piedras que se puso a modo de barrera y que a duras penas ya puede cumplir con esa función.

Montaña de callaos por el lado de las piscinas que mira a las Salinas del Matorral. En nada acabarán dentro de las albercas. Cober

Guedes repara en otro efecto perverso. Las mareas llevan y traen callaos, pero al quedarse estos atrapados en las piscinas, no solo las dejan sin fondo para el baño, sino que vacían la orilla del mar del hábitat de cangrejos, con lo que se está perjudicando a varias especies de este animal. ¿Qué más hará falta para que se actúe?

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