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Con un pregón cargado de emotividad y para el que evitó la tentación de recurrir a la inteligencia artificial, el músico Manuel Benítez dio en la noche de este viernes el pistoletazo de salida oficial a las fiestas del Pino de 2024 sin una sola nota musical pero enumerando a una legión de terorenses y grancanarios vinculados a la Fiesta Mayor.
Ante una plaza del Pino abarrotada, el pregonero recordó que la romería-ofrenda de cada 7 de septiembre, «un buen invento de Néstor Álamo y Santiago Santana», encara su 75 aniversario habiéndose convertido en «referente y escaparate esperado de la fiesta», comentó la renovación que en la década de los 80 del siglo pasado se produjo en la organización de los festejos y se mostró convencido de que en pocos años deberá producirse un nuevo relevo en su configuración «porque los tiempos han cambiado» y porque «es ley de vida» .
Al respecto, mantuvo que «las fiestas, y no solo esta, tienden a oficializarse alejadas del ocio espontáneo que las ha caracterizado en el pasado, y se manifiestan cada vez más en la necesidad y la demanda del ocio programado». Por eso «quizá ha llegado el momento de que, sin injerencias innecesarias y ajenas al hecho festivo, y respetando la necesidad de aprovechar estas fechas para la diversión, la cultura intervenga discretamente y ayude a devolverle a la sociedad, a las personas, la capacidad de fabricar sus propias fiestas».
En este sentido, el gerente de la Fundación Orquesta Filarmónica de Gran Canaria expresó que, aunque desconoce lo qué ocurre en la caminata a Teror de la víspera del 8 de septiembre, le gustaría creer que «en algún lugar del camino ya se están dando de manera espontánea o no las nuevas formas de expresión lírica: las improvisaciones, los piques, las controversias raperas, los ritmos derivados del hiphop». Incluso dejó en el aire esta pregunta: «¿Por qué no una caminata plagada de peleas de gallos durante la noche del Pino?».
Pero el pregón fue, ante todo, una enumeración de personas vinculadas a todas sus vivencias en las fiestas del Pino, empezando por las infantiles, un paisaje sonoro y sensorial con «voladores, olor a calamar seco, campanas, anuncios por los altavoces, señoras que animan a apostar en las ruletas» y en el que también figuran «un ya anciano Marcelino arrastrando su carrucha; el mal genio de Pepe Caña Dulce persiguiendo con su voz ronca los restos de una crueldad infantil ya desaparecida; la solemnidad de la capa de vocación cardenalicia de Monseñor Socorro Lantigua; la atenta y socarrona mirada de Momito y Urquijo, señores de la cámara y notarios casi únicos de una fiesta entonces menos mediática, acompañados por Teófilo Falcón, aportación local e imprescindible».
Ahora los protagonistas son otros, «como Juan José González, Frank Hernández o Nacho González; otros rectores de la basílica, como el bueno de don Manuel Reyes o Jorge Martín de la Coba. Hasta llegar a nuestros días, donde cada uno de nosotros nos hemos convertido en notarios de la actualidad, a la velocidad de unas redes sociales que asustan tanto como unen y separan».
No se olvidó Benítez de su familia, en particular de su extensa familia materna y de su padre y su madre, Pepe y Fermina, «un hombre comprometido, orgulloso de su pueblo, fiestero y gustoso de recibir visitas; y una buena mujer, trabajadora y emprendedora, cuya extensa familia se regó por toda la isla desde las cumbres de Gran Canaria».
En la lista de personajes vinculados a la romería no faltaron aquellos que la viven previamente, caso de «Ezequiel Ramírez desde La Aldea, ofreciendo de buena mañana los mejores tomates que vas a probar en todo el año. O Paco Suárez, el de los Cantos, madrugando con la fruta para la carreta del Cabildo. O las figuras de Chanito Llovet, encargado de la barca de Arguineguín, Paco Rodríguez con Mogán, Gustavo Moreno con Gáldar», como tampoco se olvidó de «aquellos que unen ya su nombre a la de las carretas que durante años han ayudado a poner en pie y decorar: Kike Guerra Laso en Teror, Toni Caballero en Guía, Toni Benítez con Telde, Fernando Benítez para el Cabildo».
La legión de voluntarios y empleados del Ayuntamiento de Teror que, año tras año, «entablando relaciones casi familiares», acogen cada 7 de septiembre a sus respectivos municipios de adopción por un día compusieron otra lista del pregón número 77 de la Fiesta Mayor de Gran Canaria.
En las labores de intendencia de las fiestas con las que el pregonero colaboró estrechamente en los años 80 citó primero a Pepe Cheo ya entonces jóvenes empleados municipales como Chano Martel, Carmen Pérez y Teo Santana y después a Braulio Guevara, «artista polifacético, primer cineasta del pueblo y maestro de casi todo», y a los encargados municipales José Antonio González Ravelo, Juan Ramírez, Juan Santana, Paco Montesdeoca...
Estos son los personajes que el pregonero vincula a sus vivencias en las fiestas del Pino, pero no los únicos posibles porque «cada uno de nosotros, independientemente de su procedencia geográfica, social o ideológica, puede hacer este ejercicio haciendo entrar en el juego a cuantos personajes considere necesarios».
Sobre este particular apostilló que «en cada rincón de la isla de Gran Canaria hay pregoneros del Pino cargados de nombres y de recuerdos, con una razón de peso para volver a encontrarnos en Teror» durante las fiestas.
En otro momento de su discurso Benítez desveló que en Teror hay 415 mujeres y 35 hombres cuyo nombre contiene el de la Virgen del Pino y que son, aproximadamente, un 3,7% del censo, datos facilitados por la encargada del servicio de estadística municipal, Zenaida Peña, y lanzó esta propuesta: «Como al parecer vuelve a estar de moda acudir a las vírgenes a la hora de elegir el nombre de las y los niños, anímense y repoblemos de Pinos esta isla».
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Ya en la recta final, el pregonero invitó a los presentes a utilizar sus vivencias en estas fiestas y a que «aprovechen tanto los recuerdos como el presente para vivir, convivir, disfrutar y brindar por lo que fuimos y lo que queremos ser, lo que no queremos perder y lo que necesitamos para avanzar». Yes que, según resaltó, «las señas de identidad de una sociedad no están solo en los símbolos que nos unen ni en seguirlos inconscientemente, sino en compartir: la fe, la vida, los recuerdos, los deseos, las alegrías y las penas… Porque de eso van las fiestas, de recibir y dar en comunidad, cada uno a su manera», precisó.
Antes de finalizar su intervención ante la basílica dio las gracias a la protagonista principal de las fiestas, la Virgen del Pino, «eje central de la celebración para los creyentes y los que no lo son tanto, por darnos no solo una imagen que venerar, sino una razón común para sentir que formamos parte de una misma sociedad, cada uno en su parcela, todas importantes e igualmente necesarias, al menos unos días de cada septiembre».
Tras el pregón de Benítez la noche continuó con el concierto de la Banda de Música de Teror, la inauguración de los chiringuitos del Pino, el tributo musical 'Por siempre Selena' y el concierto de Los 600.
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