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La alcaldesa Carolina Darias presidió en la noche de este domingo el acto de honores y distinciones que cada año, con motivo de la celebración de su fundación en 1478, Las Palmas de Gran Canaria entrega a personas o entidades que han destacado por su labor en favor de la comunidad. El discurso de la regidora socialista se agarró a las raíces marinas de esta capital para proyectarse en el futuro como lo que quiere ser: una ciudad conectada con todas las orillas, integradora, acogedora, solidaria, moderna y emprendedora.
«Para alcanzar este propósito, esta ciudad necesita de sus gentes, de nuestro compromiso permanente, de una gestión eficaz del día a día y necesita de grandes proyectos y planes estratégicos», planteó Darias.
Este posicionamiento sirvió a la regidora socialista para explicar la dirección política que se está dando al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. «En eso estamos trabajando con ahínco en esta ciudad. Al tiempo, que nos estamos preparando para crear un futuro en el que nadie quede atrás», justificó.
En el abanico de los grandes proyectos estratégicos para que la ciudad siga avanzando citó los planes de mejora de la higiene urbana, cuya primera fase concluyó con la retirada de 42,2 toneladas de basura recogida y el saneamiento de 2.341 contenedores y 2.935 papeleras; el del ciclo integral del agua, que aspira a fortalecer la producción, abastecimiento y depuración de agua mediante una inversión de 857 millones de euros en diez años; el nuevo paseo Guiniguada de la Cultural y las Artes Canarias; la puesta en marcha de la candidatura a capital europea de la cultura en 2031; así como la estrategia de movilidad y la de mejora turística.
También anunció la creación de un sistema de bienestar local así como de una carta de servicios que aproxime la administración al vecindario, de modo que garantice la igualdad de oportunidades en el acceso a los servicios públicos.
«Se trata de acciones cuya fuente de inspiración más importante es la vida de las personas y las organizaciones que a lo largo de nuestra historia han contribuido a mejorar la vida de la gente, y, también, son proyectos basados en un reconocimiento claro de necesidades objetivas de demandas ciudadanas y de sueños e ilusiones compartidos», argumentó la primera edila.
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Ese compromiso y esa ejemplaridad en la consecución del bien común son los mismos demostrados por los quince homenajeados anoche en el acto de entrega de honores y distinciones celebrado en el auditorio Alfredo Kraus. Los galardonados fueron El Colegio de Enfermería, la asociación de vecinos Tres Palmas, la comisión de fiestas del Pilar, Oblatas del Santísimo Redentor, Sagulpa, Tropical y Tirma como medallas de oro de la ciudad.
Como hijos e hijas adoptivos se nombró al oncólogo Delvys Rodríguez Abreu; la directora de los coros Infantil y Juvenil de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, Marcela Garrón; el escenógrafo Hamid Blell; y la primera médica de Canarias, Carlota de la Quintana, a título póstumo.
Por último, el magistrado Tomás Luis Martín Rodríguez, la geógrafa María Emma Pérez-Chacón Espino, la nadadora olímpica Rita Pulido Castro y el peluquero y emprendedor Nicolás Jiménez León recogieron los títulos de hijas e hijos predilectos.
«Representan lo mejor de todos nosotros, la entrega y el compromiso con esta ciudad tan nuestra, con esta urbe que nos abraza y abriga», indicó la alcaldesa de la capital, «bojeo el sentimiento de honra con todos ustedes, por ser parte de esta ciudad de orillas. Sí de orillas de mar y vida. Orillas de llegadas y de partidas. De orillas que abrazan y de orillas que abren estelas. De orillas de encuentros, de futuro y de esperanzas. Porque la esperanza, como el mar siempre, siempre, siempre vuelve».
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El mar y las raíces atlánticas de Las Palmas de Gran Canaria fueron una presencia constante en el discurso de la regidora. Desde el empleo de términos estrictamente salados -como el empleo de bojear como sinónimo de navegación- hasta las referencias a las letras de los artistas canarios Josefina de La Torre y Alonso Quesada, o de la cubana Dulce María Loynaz, el mar inundó el auditorio Alfredo Kraus, siempre como puente, nunca como frontera;siempre como conexión, nunca como obstáculo porque la propia fundación de la ciudad que ahora cumple 546 años se empezó a construir en el mar. Pero antes y después, los padres y madres, los hijos y las hijas de esta isla vinieron también empujados por las mismas olas.
«Ese mar que llevamos dentro, un mar que nos anima siempre hacia la conquista de lo imposible en los brazos del encuentro (...) Las Palmas de Gran Canaria es hoy una ciudad abierta a todos los horizontes gracias al mar que la rodea, que la abraza y que la acaricia», defendió.
La alcaldesa no rehuyó tampoco las malas noticias que llegan desde las orillas. «Ese mismo mar también, a veces, se torna un mar doloroso de amor y de misterio, como nos recuerdan los hermosos versos de Alonso Quesada. Es entonces, en ese momento, cuando el mar nos hace conscientes de nuestra propia fragilidad frente a las grandes fuerzas de la naturaleza», expuso, «recordamos a Yassine y Alejandro, desaparecidos recientemente en El Confital, y nos solidarizamos con sus familias que sufren el dolor de la pérdida. Tampoco puedo dejar de pensar, en una noche tan especial (...) la tragedia que viven cientos de personas que pierden su vida en el mar, por el anhelo de alcanzar un mundo mejor. Sea para ellos y para ellas nuestro recuerdo emocionado».
En esta línea, también hubo momentos para el recuerdo de los fallecidos Jerónimo Saavedra, Óscar Gutiérrez y Juan de León.
El acto se cerró con una actuación musical de unos veinte minutos de duración en el que se sucedieron los aires de la folía a timple, el tanguillo o una interpretación de 'Alfonsina y el mar', entre otros temas, con la participación de los músicos Germán López, Augusto Báez, Carlos Meneses, Akior García y Jairo Cabrera; la cantante Marieme Abdeulaye; y los bailarines Cristina Pérez y Jacob Hernández.
En nombre de los homenajeados por la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria en este año tomó la voz el oncólogo cubano Delvys Rodríguez Abreu. Su discurso marcó la estela marina de la voz que momentos después empleó la alcaldesa de la ciudad, Carolina Darias, en la presentación del acto de entrega de honores y distinciones, que se celebró en el auditorio.
Como ella, Delvys Rodríguez situó el mar como calzada de progreso. Y como la regidora, el oncólogo destacó la insularidad como baipás que supera cualquier aislamiento. «Permítanme decirles que las islas no tienen por qué aislarnos y que si entendiéramos a quienes hoy aquí me acompañan, personas e instituciones, como islas, estaríamos también en lo cierto, porque, dentro de nuestra condición única, diferenciada y original (como tienen unas islas con respecto a otras), conformaríamos un archipiélago unido por el mar que aquí, esta noche, se convierte en compromiso, uniendo nuestras orillas a través de los correíllos invisibles de nuestras experiencias compartidas», expuso el responsable de la Unidad del Pulmón del Hospital Universitario Insular de Gran Canaria.
La «responsabilidad con la sociedad que nos rodea, con la ciudad que nos acoge, y con los vecinos y vecinas que nos acompañan en nuestro día a día» fue el rasgo que Rodríguez Abreu destacó entre todos los premiados en la celebración del acto de honores y distinciones.
El oncólogo hizo una especial referencia, conteniendo su emoción, a la trayectoria vital de su familia, de sus abuelos, canarios que emigraron a Cuba, y del viaje de vuelta que emprendió él mismo, hasta que recaló en Gran Canaria en 2008, tras hacer dos escalas antes en Suiza y en Barcelona. Ese mismo mar que surcaron sus ancestros fue el que Rodríguez Abreu empleó para conectar con su pasado y para dar sentido a su tiempo en esta Tierra que es, sobre todo, mar.
«Las Palmas de Gran Canaria en su condición de encrucijada atlántica, de puerta al mundo y de ciudad de ida y vuelta hoy nos acoge, como lo hizo mi Habana para tantos canarios», esgrimió, «muchos han sido los artistas, escritores y poetas de las dos orillas que han cantando al mar, al océano, y a su naturaleza de puente que nos conecta con nosotros mismos y con los otros».
«No importa la orilla que me traiga hoy, soy de las dos y también de muchas, de la que me vio nacer y de la que me acogió», prosiguió, «somos, todos nosotros y nosotras, islas conectadas, que miramos al azul que nos rodea, encontrándonos los unos con los otros; navegando sobre el devenir de la historia, contribuyendo a seguir haciendo ciudad y, por tanto, mundo, desde esta urbe tricontinental y generosa cuyas orillas abrazan siempre el progreso y el cruce de caminos, avanzando y recogiéndose, pero siempre en movimiento».
Delvys Rodríguez destacó que esta condición de ínsulas conectadas a nivel global es la que permite dar al palmense y al grancanario, como al cubano, la sensación de estar viviendo en un continente en miniatura.
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