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Arabia Zapata
Las Palmas de Gran Canaria
Sábado, 10 de agosto 2024, 23:22
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El Centro de Cooperación Operativa Insular (Cecopin) es una de las claves de que los 15 conatos de incendio forestal -menos de una hectárea- declarados en lo que va de año en la isla no hayan alcanzado la categoría de incendio. La rápida detección de puntos de calor y columnas de humo y la intervención veloz de los medios humanos y materiales del dispositivo contra incendios del Cabildo han evitado hasta ahora una nueva tragedia ambiental.
Las instalaciones del Cecopin observan en tiempo real las imágenes de 32 cámaras situadas en zonas de alto riesgo de incendio forestal. 28 de ellas captan columnas de humo y las otras 4 son de infrarrojos y perciben puntos de calor. «Las cámaras están repartidas por lugares donde hay menos presencia humana. Cada cámara enseña un paisaje forestal y no todas las funcionan igual. Las que están en negro no es que no funcionen sino que son las infrarrojas. Las otras, que muestran un paisaje, si hay algún tipo de columna de humo también lo detecta y activan una alarma que informa inmediatamente de la zona afectada y la sitúa», explica Dídac Díaz, analista de incendios forestales del Cabildo.
Como máquinas que son, las cámaras pueden ser engañosas. «A diferencia del factor humano, no son capaces de razonar por su sistema automático y en algunas ocasiones han avisado erróneamente. A veces detectan la neblina como si fuese humo y nos mandan el aviso». Esto ocurre porque la imagen no tiene tanta definición. «Un ojo humano sí lo distinguiría», declara Díaz.
También ocurre a veces que la cámara está mirando hacia un punto en concreto y tampoco se detecta del humo. «Cuando la gente nos llama para avisarnos porque ha visto una humareda por alguna zona de las que tenemos vigiladas, redirigimos la cámara hacia el punto afectado y así podemos controlar su evolución», añade este ingeniero técnico forestal de la Consejería de Medio Ambiente.
Siendo fundamentales, las 32 cámara que detectan columnas de humo y puntos de calor, no son la única vía de aviso de conatos de incendio. La colaboración ciudadana sigue siendo esencial y existen también torretas de vigilancia ubicadas en puntos estratégicos. No en vano, el 41% de la superficie de Gran Canaria es zona de alto riesgo de incendio.
Todos los avisos de posible incendio forestal, sean por medios propios o procedentes de llamadas al 112 de los ciudadanos, pasan por el Cecopin. Los técnicos que trabajan en esta sala de operaciones clasifican la magnitud del peligro en distintos grados, siendo D1 el mayor y D2 el menor. «Ahora estamos en época de peligro alto porque es verano y las temperaturas son más elevadas, pero no estamos en alerta, por lo que nos encontramos en D1», comenta Díaz.
En D1 los dispositivos están preparados para actuar, «pero como no nos encontramos en alerta algunos de los compañeros salen y realizan otros trabajos de prevención», informa el ingeniero. «Cuando viene alerta por riesgo de incendio se activa el D2. En este caso los compañeros se quedan preparando todo en las bases operativas para salir inmediatamente a apagar el fuego», concreta Dídac Díaz.
Si la labor del Cecopin resulta tan efectiva es porque cuenta con un amplio equipo de profesionales preparados para intervenir en todo momento allá donde aparezca una llama. «Aproximadamente somos unos 220 o 230 operarios de prevención y extinción de incendios en el Cabildo», indica. Este dispositivo incluye a las unidades y transportadas Presa, las brigadas terrestres Bravo, los vigilantes de las torretas, oficiales del propio Cecopin, agentes de Medio Ambiente, compañeros que controlan las autobombas, las patrullas y bomberos del Consorcio de Emergencias y los dos helicópteros que tienen su base en Artenara. Estos medios aéreos han dado sobradas muestras de su eficacia y son claves en la tarea de evitar que los conatos se conviertan en incendios.
Dídac Díaz recuerda que la causa más común de los incendios que se producen en Gran Canaria es la utilización de maquinaria que genera chispas: motosierras, desbrozadoras, rotaflex, radial, soplete, entre otras. «Las personas que las utilizan no tienen ninguna intención de provocar un incendio. Cuando se produce es porque no están tomando las medidas preventivas adecuadas con esta maquinaria», subraya ese técnico.
La segunda causa más repetida son las quemas agrícolas. «En verano están prohibidas, por lo tanto es una preocupación que en estos meses desaparece para nosotros, aunque hay que andarse con ojo», aclara Díaz.
El tercer motivo va variando a lo largo de tiempo. En este momento son las líneas eléctricas en contacto con zonas arboladas. El roce con las ramas acaba provocando chispas que producen el fuego. «La cuarta o quinta causa son los incendios intencionados», añade.
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