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Agapito, en su casa, con uno de sus escritos. Conserva miles. Cober

Agapito González, el poeta cantor, desde La Aldea al mundo entero

San Nicolás de Tolentino ·

Regentó un comercio y dio clases de inglés a medio pueblo, pero su pasión siempre fue escribir | Este año ha sido elegido para pregonar las fiestas del patrón

Gaumet Florido

La Aldea de San Nicolás

Domingo, 11 de agosto 2024

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El local lleva años cerrado. Sin vida. Hay cartas sin abrir y en el suelo. Unos pocos poemas, escritos a mano, parecen salpicar sus enormes cristaleras. Solo los oriundos del pueblo saben que allí, frente a la Policía Local, estaba la tienda de golosinas de Agapito. Y que también por allí pasaron decenas y decenas de niños y jóvenes aldeanos que quisieron mejorar su inglés. Pero esa falta de actividad se antoja un tanto engañosa. Agapito González Matías está más activo e ilusionado que nunca, y su pueblo, La Aldea, ha querido honrarlo como se merece. Será este año el pregonero de las fiestas de San Nicolás de Tolentino, el próximo 31 de agosto, a las 20.00 horas, en la plaza Vieja o de La Alameda.

«Ha sido una gran sorpresa», confiesa. «El alcalde (Víctor Hernández) me llamó por videoconferencia, me quedé un poco dudando, pero al final le dije que sí. No tengo nada que perder, voy con la muleta y como la cabeza la tengo clarita, puedo hacer el pregón», se infunde ánimos. No lo dice abiertamente, pero deja intuir que se toma esta decisión como una prueba de que su pueblo no se ha olvidado de él, pese a sus años, 77, y a que apenas sale de la casa que le vio nacer y en la que se crio, en el apartado y un tanto aislado pago de Los Cercadillos, a los pies del imponente Pico de los Cedros.

El poeta cantor de las Islas Canarias, ante el imponente paisaje que rodea a su vivienda. Cober

Ya tiene hecha una parte. Resaltará los valores y la historia de La Aldea, entre otras cosas. No le pilla desentrenado. Se ha pasado la vida llevando al papel sus reflexiones y vivencias, pero es que ahora Agapito vive una etapa de esplendor creativo. Internet y las redes sociales le han abierto una ventana al mundo que le han permitido vencer la triple insularidad en la que vive, la de Canarias, la propia de La Aldea y la del pintoresco caserío rural de Los Cercadillos, y darse a conocer por los cinco continentes.

De hace tres años para acá sus escritos se difunden por medio mundo vía redes sociales

«Dios mío, yo que estoy en un pueblo tan aislado y que esa gente grandiosa se preocupe por saludarme». Agapito se refiere a las distintas redes de una gigantesca comunidad virtual literaria a la que se ha vinculado en los últimos años, de 2022 para acá. «Es una ilusión, porque veo que lo que yo hago interesa».

Entre otros grupos, sus poemas y sus escritos se difunden a través de la Fundación IQRA y su presidenta, Aylina Aboud, o la Generación Siglo XXI de Escritores, Poetas y Locutores, que preside la colombiana Luz Elena Arias Soto. Estas casas poéticas están dedicadas al arte, la cultura y la paz. Sus miembros le envían mensajes de vídeo elogiosos y hasta le tributan reconocimientos, como el de Embajador para la Paz de los Pueblos. Es más, le conocen como el poeta cantor de las Islas Canarias. Y es que a Agapito le gusta cantar sus poemas.

Agapito González, que no puede estar mucho tiempo de pie, posa con parte de sus escritos, Cober

«Entre 2.478 poetas me llevé el primer premio representando a España», apunta con orgullo. «Es impresionante lo que valoran mi poesía. Yo es que no me lo puedo imaginar, cómo desde un sitio tan solitario llego de esa manera a tantos países, a Argentina, a México...». Uno de sus exalumos, Jesús Pascual González Díaz, le ayuda en la tarea. Agapito todo lo escribe a mano y a lápiz, y es Jesús, que además es primo suyo, quien se encarga de difundir sus textos. «Hace cinco poemas diarios que luego yo comparto con las diferentes casas poéticas por facebook y otras redes», explica. Agapito no usa ordenador, pero al menos se maneja por wasap y se los graba en audios a Jesús.

Este gusto por escribir le viene de bien pequeño. Puede que incluso lo heredara de su abuelo Maximiano Matías, que viajó a Cuba y volvió varias veces. Tan prolífico ha sido que tiene 37 libros escritos y registrados, con derechos de autor. Él mismo se los autoeditaba y los vendía en esa tienda del pueblo, que abrió a mediados de los 70 y que primero fue de ropa y luego de golosinas. Es más, acostumbraba a pegar algunos en la cristalera, a modo de reclamo. Todavía quedan varios, ajados por el sol.

Arriba, Agapito, en la antesala de su casa, en Los Cercadillos. Abajo, despliegue de parte de su obra, manuscrita una parte, y editada otra, en un sofá de su vivienda. Al lado, uno de los poemas que aún puede leerse en su local. Se titula 'Al fin'. Cober
Imagen principal - Arriba, Agapito, en la antesala de su casa, en Los Cercadillos. Abajo, despliegue de parte de su obra, manuscrita una parte, y editada otra, en un sofá de su vivienda. Al lado, uno de los poemas que aún puede leerse en su local. Se titula 'Al fin'.
Imagen secundaria 1 - Arriba, Agapito, en la antesala de su casa, en Los Cercadillos. Abajo, despliegue de parte de su obra, manuscrita una parte, y editada otra, en un sofá de su vivienda. Al lado, uno de los poemas que aún puede leerse en su local. Se titula 'Al fin'.
Imagen secundaria 2 - Arriba, Agapito, en la antesala de su casa, en Los Cercadillos. Abajo, despliegue de parte de su obra, manuscrita una parte, y editada otra, en un sofá de su vivienda. Al lado, uno de los poemas que aún puede leerse en su local. Se titula 'Al fin'.

'La mascota' de su casa

En ese mismo negocio, en un cuarto que tenía habilitado al fondo, dio durante años sus clases de inglés. Lo aprendió por Radio Ecca y después con profesores particulares. Llegó a desarrollar un método tan efectivo que fue elogiado por un profesor universitario y sus alumnos mejoraban sus resultados. Era tan solicitado en verano que daba clases mañana y tarde. Y si la familia no tenía dinero, no les cobraba.

Ese es otro de sus rasgos, su bondad. Y su humanidad, como sus poemas. «Son humanistas, te suben la moral, te conectan con la naturaleza y con los valores del ser humano». Así los define Agapito, que se siente fundido con su entorno y con el mundo, pese a que nunca ha salido de esta isla. Ahora vive solo, pero creció en una familia numerosa que vivía de la agricultura. Hijo de Antonia y Victoriano, fue de los más pequeños entre 8 hermanos. «Era la mascota, me decían así». Y en sus primeros años cuidó de animales y amarró tomateros hasta que abrió su tienda en el casco.

Edificio donde estaba la tienda que regentaba Agapito y donde daba sus clases de inglés. Todavía se conservan en las cristaleras algunos de sus poemas. C7

Ahora reparte su tiempo entre sus ejercicios diarios, receta de un fisio para superar las secuelas de un trance de salud, y sus escritos. «Me mantienen activo». Y relee sus propios libros. Estos días revisita uno que dedicó a Tejeda. Entre sus últimas creaciones está el poema 'En todas las cosas'. Termina así: 'En sosegada calma me dejo llevar, en los brazos de la vida, que sabe a dónde va, ya sin miedo abro las alas, hacia el espacio universal, donde la vida no acaba'.

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