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Hijo, ¿por qué no te buscas un trabajillo este verano?
Primer trabajo de verano

Hijo, ¿por qué no te buscas un trabajillo este verano?

Cuándo animar a los jóvenes a aprovechar las vacaciones para lograr su primer empleo

Iratxe Bernal

Martes, 13 de agosto 2024, 17:53

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Seguro que si piensa en su primer trabajo todavía recuerda alguna de las lecciones 'de vida' aprendidas aquellos días. No lo vamos a romantizar si no quiere, pero dado que es algo por lo que hay que pasar antes o después, por qué no alentar a nuestros hijos a aprovechar las oportunidades veraniegas del mercado laboral para asomarse a él antes de finalizar sus estudios. «Lo que somos, a dónde llegamos, es la suma de todo lo que hemos aprendido, tanto en clase como en ese supermercado donde fuimos cajeros o aquella pizzería donde servimos mesas», anima Nadia Maestro, directora de la consultoría en recursos humanos Aldalan.

«El valor del trabajo ya es en sí mismo un aprendizaje muy importante. Implica responsabilidad, rutinas, puntualidad para empezar y terminar, aprender algo nuevo, obedecer consignas, trabajar en equipo, resolver problemas… Se ve de una manera más directa que en el entorno académico, que si queremos un resultado concreto hay que realizar unas acciones concretas», señala Maite Casado, psicóloga del Colegio Oficial de Bizkaia con experiencia clínica con adolescentes.

«Para mí, lo más importante que se aprende es que hay que dar siempre lo mejor de uno mismo, pero también sirve para ir viendo lo que nos gusta y lo que no, las carencias que tenemos o, incluso, cómo han sido las trayectorias de sus compañeros o jefes. Y todo eso ayuda a tomar después decisiones muy relevantes», añade Maestro, quien subraya además la importancia que las empresas dan a estas experiencias laborales tan tempranas. «Al igual que las prácticas o los voluntariados, dan una muy buena impresión a un empleador. Le dicen que está ante alguien proactivo».

A partir de los 16

Salvo para participar en espectáculos, en España solo se puede emplear a un menor una vez cumplidos los 16. Además, su contratación tiene limitaciones tanto en el tipo de actividad como en las condiciones laborales y siempre requiere la autorización de los padres o tutores. De modo que, al margen de quién lo proponga, la idea ha de ser necesariamente valorada en familia.

Currículum

«Al igual que las prácticas o los voluntariados, dan una muy buena impresión a un empleador. Le dicen que está ante alguien proactivo»

Nadia Maestro

Directora de la consultoría en recursos humanos Aldalan

Lo primero, aconseja Casado, es tener en cuenta cómo ha llevado el curso. «Si sacarlo ha supuesto un esfuerzo continuado no plantearía al chaval retos que pueden ser una carga, ya sea trabajar, obtener un título de inglés o, más adelante, sacar el carnet de conducir. Si ha mostrado implicación echando horas, yendo a clases de refuerzo, renunciando a salir y preocupándose por mejorar, se merece un descanso, como cualquier adulto que lleve un año trabajando», explica.

Supongamos entonces que ha pasado el curso fácilmente, ¿qué más valorar? «Aunque en principio la idea no salga de él, es imprescindible que muestre voluntariedad. Si no se le ha enseñado que los recursos de que dispone en el hogar no son gratuitos, puede que no crea que esa experiencia le vaya a aportar nada y que ni siquiera aprecie la posibilidad de ganar dinero porque con lo que se le da ya está saciado», advierte la psicóloga.

– ¿Qué hacer en estos casos?

– No hay que 'machacarle' con el tema, pero sí pedirle un argumento razonado.

Poner en valor destrezas

Si, en cambio, el joven acoge bien la idea, hay que estudiar qué tipo de trabajo es el más apropiado. «Aquel que ponga en valor sus destrezas –resume Casado–. Si tiene facilidad para relacionarse, puede ser un empleo de cara al público; si es habilidoso, alguno con un componente mecánico... Es importante que se sienta competente porque lo contrario podría ser muy frustrante». «Además, las empresas hoy tratan precisamente de potenciar las habilidades de cada trabajador», opina Casado, que ha desarrollado parte de su carrera como formadora en el ámbito de los recursos humanos. «El ideal sería algo afín a sus intereses que, además, le permita adquirir competencias que igual no tiene muy desarrolladas», discrepa Maestro, que sí cree que «en algunos casos» se puede forzar «un poco» la naturaleza de cada joven.

¿Y si la idea parte del chaval? «Salvo que estemos ante algo muy descabellado, debemos respaldarle –señala Casado–. Si lo propone será porque alguien en su entorno también vaya a trabajar. Si, por ejemplo, quiere hacerlo en el extranjero, antes de negarse hay que valorar qué manejo tiene del idioma o si ya ha pasado temporadas fuera (generalmente para estudiar ese idioma) y pactar cada cuánto va a llamarnos».

Consenso

«Aunque en principio la idea no salga de nuestro hijo, es imprescindible que muestre voluntariedad»

Maite Casado

psicóloga del Colegio Oficial de Bizkaia

«Los padres temen a veces que, una vez que gane dinero, el joven se vea tentado de abandonar los libros –añade Maestro–. Y, más bien, se da lo contrario. Ven que deben seguir formándose para lograr puestos mejores y poder elegir, así que muchos siguen trabajando precisamente para poder contribuir a pagar esa formación».

«Era un riesgo más real con otras generaciones que veían el esfuerzo que suponía estudiar frente al impacto inmediato que implicaba ganar dinero. Pero los jóvenes hoy tienen un mayor nivel de bienestar en el hogar y los sueldos no dan para independizarse», coincide Casado. Ese primer contacto con el trabajo «lo que les va a dar es la constatación de lo poco que casa la realidad de la mayoría con lo que nos muestran las redes sociales y les hará sentirse valorados más allá del dinero del que dispongan, que será más o menos el mismo que los chicos de su edad», concluye.

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