Secciones
Servicios
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
De repente, el móvil emite un estridente pitido al máximo volumen. Da igual que esté en silencio. Y un segundo después, vibra. Un mensaje de advertencia aparece en pantalla: está usted en peligro y debe tomar medidas inmediatamente. Así se enteran en Ucrania de que se prevé un bombardeo inminente, en Japón de que se acaba de producir un terremoto, en Tailandia de que hay peligro de tsunami -aunque el sistema estará plenamente operativo a principios del año que viene- y en Estados Unidos de que se acerca un huracán capaz de provocar una tragedia.
En España el sistema ES-Alert sirve, en palabras de un portavoz del Ministerio del Interior, «para el envío de alertas relevantes de protección civil a la población afectada a través de dispositivos móviles». O sea, para advertir a la ciudadanía de que corre grave peligro por cualquier motivo. Una DANA como la que ha arrasado numerosas localidades levantinas, por ejemplo.
«El sistema se basa en el principio de necesidad de actuar por parte de la población. Se enviarán alertas relevantes cuando sus destinatarios deban tomar medidas activas de protección», explican desde Interior, a cuyo ministerio pertenece Protección Civil. Algo parecido sucede en el resto del mundo: a los ucranianos se les pide que busquen el refugio antiaéreo más cercano, a los japoneses o tailandeses que se alejen de la costa y accedan a un lugar elevado, y a los estadounidenses que abandonen su localidad o se encierren en el sótano.
La advertencia se lanza también a través de los medios de comunicación y, en el caso de que exista, utilizando la red local de altavoces. En China, por ejemplo, la sirena se prueba cada año durante el Día Nacional para la Educación en Defensa, que coincide con el aniversario del inicio de la invasión japonesa. Y en numerosos centros escolares se llevan a cabo simulacros de evacuación.
El funcionamiento de este '112 inverso' es técnicamente sencillo. En el caso de España, las Autoridades competentes decretan una emergencia, determinan su gravedad -el Plan Estatal General de Emergencias establece tres niveles, de los cuales solo los dos más leves pueden ser desactivados en los móviles-, redactan el contenido del mensaje, acotan el territorio en el que se difundirá, y los operadores de telefonía lo emiten por radio a todos los móviles conectados a las torres en el lugar, independientemente de dónde estén registrados y sin conocer el número de teléfono o la identidad del usuario. Por eso se envía también en otros idiomas.
El sistema de alertas ES-Alert se compone de un sistema de información, conocido como CBE (Cell Broadcast Entity), que permite definir el mensaje que se quiere enviar a través de la red de radio.
En esa alerta se incluye el tipo de riesgo, el suceso observado o esperado, el área afectada (estructurada por celdas, 'cell' en inglés), el periodo de validez y el mensaje a enviar a los ciudadanos.
Una vez validada, la alerta es enviada a los sistemas situados en los operadores de telefonía móvil (CBC, Cell Broadcast Centre) encargados de activar el envío del mensaje.
Estos mensajes se envían, a través de la red de radio del operador (es decir, sin un número de teléfono o ningún tipo de identificación), a las celdas requeridas.
Y los teléfonos situados en estas celdas reciben directamente el mensaje, siempre que haya cobertura 2G, 3G, 4G y/o 5G.
AUX STEP FOR JS
Más complicado -y polémico- resulta el proceso previo a la decisión de enviar la alerta. «La competencia es de carácter territorial y son los órganos autonómicos de protección civil los responsables de establecer los parámetros de la alerta -área afectada, texto del mensaje, hora de emisión- y de emitirla siguiendo sus procedimientos internos, sin intervención del Ministerio del Interior», apuntan desde el Gobierno, conscientes del debate que ha generado la tardanza en activar el sistema en Valencia.
Instituciones como la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) o las confederaciones hidrográficas ofrecen datos de forma automática y decretan niveles de alerta, pero la decisión de apretar el botón rojo es del gobierno autonómico. «Los Centros de Emergencias son los órganos responsables de las alertas ciudadanas. Centralizan todas las informaciones procedentes de distintos organismos oficiales y es con el análisis cruzado de todos los datos como se toman las decisiones», explica la Confederación Hidrográfica del Júcar, que se defiende de las críticas recordando que no es competente para enviar alertas.
Maider Larrañaga es la responsable del Centro de Coordinación de Emergencias del País Vasco. El organismo encargado de utilizar el sistema ES-alert en caso de que se produzca una catástrofe en Euskadi, extremo al que nunca han tenido que llegar. «La decisión se tomaría en la mesa de crisis que se crea cuando se prevé que se van a producir daños numerosos. La componen técnicos de diferentes organismos y políticos», explica. «En el caso de Euskadi tenemos una ventaja porque el servicio de meteorología está integrado en el centro de emergencias, y no solo tenemos en cuenta variables como el volumen de precipitación. También se incluye el impacto previsto. Porque no es lo mismo que llueva mucho después de un tiempo prolongado sin precipitaciones que lo haga después de lluvia continuada en el tiempo», comenta. Eso sí, Larrañaga subraya que «la meteorología no es una ciencia exacta, sino que se basa en predicciones que, aunque cada vez son más precisas, pueden fallar».
En el caso de que una alerta generalizada a los móviles fuese necesaria -porque no lo es siempre que se activa la de color rojo-, el cargo político tendría la última palabra. «Una persona redactaría el mensaje y otra lo aprobaría, porque no se puede tomar a la ligera», añade Larrañaga, que incide en la importancia de la celeridad en la toma de decisión. Aunque no quiere entrar en la polémica política, la tardanza es la principal crítica que recae sobre el gobierno de Carlos Mazón.
En Japón, sin embargo, algunas alertas están totalmente automatizadas. Las de los terremotos, por ejemplo: desde que un sismógrafo recoge un temblor sustancial, precursor de las ondas sísmicas más devastadoras, solo pasan 15 segundos hasta que la alarma llega a los ciudadanos y los medios de comunicación. De la misma forma funciona el 'Shake alert' de Estados Unidos, que da cobertura a 50 millones de personas y está gestionado por el servicio geológico de ese país. En este caso, la alerta también llega a sistemas automáticos. «Puede reducir la velocidad de los trenes, cerrar válvulas de agua, o arrancar generadores de emergencia entre otras cosas», explica la USGS. Cada segundo cuenta, ya que el terremoto avanza 4 kilómetros en ese tiempo. Algo similar sucede con los tsunamis que se generan tras los seísmos, y que pueden viajar a velocidades superores a los 650 kilómetros por hora.
Pero desde el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) se subraya que la tecnología es solo uno de los tres pilares sobre los que se sustenta el sistema de alerta temprana de Japón, considerado el más avanzado del mundo y que en 2015 asombró por su capacidad para predecir un tifón con dos semanas de antelación. Los otros dos son, precisamente, la formación de las instituciones y la colaboración con la ciudadanía a diferentes niveles y escalas.
Chitresh Saraswat, especialista en sistemas para la adaptación al clima, y Eric White, director de adaptación de sistemas del WEF, afirman que «los avances tecnológicos para detectar de antemano fenómenos catastróficos, utilizando supercomputadoras, satélites meteorológicos y radares» son clave para el éxito, pero igual de importantes resultan «la coordinación de la Agencia Meteorológica de Japón y las autoridades regionales para asegurar que la información se extiende rápidamente y que las evacuaciones son fluidas», así como la formación de la población para que actúe correctamente cuando recibe la advertencia. De poco sirve que llegue la alerta si luego la gente baja al garaje a sacar su coche.
Noticias relacionadas
José Antonio Guerrero
Lola Soriano Pons
Estos sistemas tienen un impacto tan claro como rotundo. La Organización Meteorológica Mundial estima que pueden reducir en un 30% los daños materiales provocados por un desastre natural. Eso son entre 3.000 y 16.000 millones de dólares al año. En Japón han comparado la respuesta en las décadas de 1950 y 1960 con la que se da en la actualidad y han calculado que la alerta temprana reduce el número de muertos en un 97% y el impacto económico en un 21%.
Por su parte, un estudio de la Universidad de Michigan analizó 6.000 alertas enviadas por geolocalización a 17 millones de móviles en Ucrania y concluyó que redujeron las muertes en los primeros meses de la invasión rusa en un 45%. Pero también descubrió que, debido a su carácter reiterativo, perdían eficacia con el tiempo, según la población se acostumbraba a recibirlas. De hecho, los autores subrayan que entre el 8% y el 15% de los fallecimientos se podrían haber evitado si las víctimas hubiesen seguido las recomendaciones.
«Tiene que haber un equilibrio. Activar muchas alertas rojas sin que luego se produzcan daños puede llevar a la situación de 'Pedro y el lobo' y a que la gente no actúe», analiza Larrañaga. Por eso, y porque las advertencias pueden causar perjuicio económico, se recomiendan enviarlas con precaución. «Afortunadamente, no parece que esa fatiga sea irremediable. Aquellos días en los que el Gobierno ucraniano hizo anuncios especiales sobre el rumbo de la guerra, la gente respondía en mayor medida a las alertas», afirmó uno de los autores del estudio de Michigan, David Van Dijcke.
La importancia de que la población preste atención a las alarmas será cada vez mayor, porque los desastres naturales van a ir en aumento. «Como consecuencia del calentamiento global, tenemos más energía disponible en el sistema climático. En los océanos y la atmósfera. Y eso se traduce en una mayor intensidad de los fenómenos extremos, pero también en una mayor frecuencia. Es vital la adaptación a estos fenómenos, respetando zonas inundables, por ejemplo, y mejorando las alertas tempranas», analizan desde AEMET.
Las estadísticas no dejan lugar a dudas: entre 1970 y 2019, las catástrofes naturales en el mundo se han multiplicado por cinco. Y, según Naciones Unidas, el número de personas que han tenido que ser evacuadas de sus casas ha pasado de 188 millones en 2015 a 307 millones en 2021. «Habrá que hacer un análisis de lo sucedido en Valencia y todos aprenderemos de los errores para dar una mejor respuesta», señala Larrañaga. «También hay que trabajar más en la formación y en la concienciación de la ciudadanía», concluye.
Cualquier teléfono que tenga cobertura recibirá las alertas más graves que afecten a la zona en la que se encuentra, independientemente de su configuración. No obstante, los centros de emergencias también cuentan con 'apps' para que los ciudadanos reciban las advertencias de menor riesgo.
Fenómenos meteorológicos adversos pero cuyo riesgo se circunscribe únicamente a actividades concretas. Hay que mantenerse atentos al pronóstico.
Riesgo meteorológico importante. Se prevén daños materiales y peligra la integridad física de las personas, que deben extremar la precaución.
Riesgo extremo por fenómenos de intensidad excepcional. Se prevén daños materiales elevados y la población corre peligro. Siga las instrucciones de las autoridades.
Publicidad
Isaac Asenjo | Madrid y Álex Sánchez
Borja Crespo, Leticia Aróstegui y Sara I. Belled
Lidia Carvajal
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.