Caso Yéremi, el podcast | Capítulo IV
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Caso Yéremi, el podcast | Capítulo IV
«El Rubio dio datos que no conocían ni la opinión pública ni los medios de comunicación»Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
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Corría el 10 de marzo de 2007. Alejandro Rodríguez disfrutaba de un día normal de carnavales en Vecindario, pero se dio cuenta de que algo no iba bien. Observó a diferentes vecinos repartiendo panfletos y fotografías de un niño. Algo le decía que en poco tiempo recibiría una llamada y tendría que salir corriendo. Se cumplió su vaticinio y así fue como comenzó su vinculación con el caso Yéremi.
Entonces, pertenecía al equipo territorial de la Policía Judicial de la zona sur de Gran Canaria de la Guardia Civil. Comenzó colaborando en la búsqueda del niño, de 7 años, con efectivos de la Policía Local de Santa Lucía de Tirajana, Protección Civil y los propios familiares y vecinos del pequeño. Nada hacía presagiar que terminaría investigando el suceso durante 15 largos años.
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«Caos» es la palabra que se le viene a la cabeza cuando recuerda aquellos primeros momentos en la casa familiar de Yéremi. «Tuvimos que poner un poquito de orden, separar a las personas que querían ayudar de lo que es la familia en sí, y empezar a poner fechas, momentos, lugares, qué pasó, con quién estaba, dónde estaba... Empezamos a obtener datos para ver qué había pasado», relata.
Llegaron refuerzos cuando se descartó que Yéremi se hubiera alejado de la vivienda con algún amigo, de forma voluntaria. Se movilizó a la unidad orgánica de la Guardia Civil. «Bajan todos los compañeros de Las Palmas y ya nos ponemos en marcha, empezamos a tomar declaraciones, acotar la zona, localizar testigos, cámaras que pudiera haber en la zona...», expone.
El trabajo era intenso, no se miraban las horas del reloj. El único objetivo era encontrar a Yéremi, pero la falta de testigos dificultaba poderosamente la labor: nadie había visto nada. «Nadie, nadie. Se recibían muchísimas llamadas, muchísimos avisos de que lo han visto en el centro comercial de Vecindario, en la zona de Sardina, de Balos... muchísimos avisos que se miraban uno a uno y todos eran infructuosos. No se miraba el horario, empezábamos a las seis, siete de la mañana, y ya no solo la Unidad Orgánica Policía Judicial, englobando el equipo territorial en el que estaba yo, sino también los compañeros de la Guardia Civil de Vecindario, que todos salían a la calle con el afán de obtener un dato, una información, algo que nos indicara dónde podía estar Yéremi», apunta.
El entorno familiar del niño fue el primero en ser investigado, algo a lo que Alejandro resta importancia, ya que es lo habitual en este tipo de casos. «Íbamos a mirar lo que habían hecho desde el minuto uno hasta el minuto final, o sea, lo que habían hecho durante ese transcurso de la desaparición de Yeremí, tanto a la familia más cercana, abuelos, padres, tíos, como a la familia más lejana. Se les iba a mirar a todos y se les dijo abiertamente, y no pusieron ningún tipo de pega, ni impedimento, nada», reseña.
Los agentes no se centraron exclusivamente en la familia, siguieron otras líneas de investigación, un trabajo al que se sumaba la lucha contra los bulos. «Aunque en tu fuero interno digas, 'esta persona está desvariando', siempre te queda la duda. Mirábamos las informaciones una a una. Nos llegó a llamar una vidente de la península, que nos dijo que Yéremi estaba a 250 kilómetros de donde había desaparecido, digo, 'señora, le recuerdo que esto es una isla, si recorro esa distancia me salgo de Gran Canaria'. Y así muchas anécdotas», cuenta.
En definitiva, no se descartaba ningún dato sobre el paradero del niño. Incluso, se verificaban las teorías de aquellos que se hacían llamar videntes. Los agentes no creían en sus 'poderes', sino que pensaban que podían manejar información cierta y, por miedo a resultar sospechosos, la ofrecían como si fueran adivinos.
Pasaban los días, pero la investigación no avanzaba, lo que motivó la movilización de nuevos recursos de la Guardia Civil. Entró en juego la Unidad Central Operativa, UCO. Si bien, se decidió que Rodríguez continuara en el equipo de investigación, debido a su origen canario y a su cercanía con el caso. «Los jefes en aquel momento creyeron oportuno que siguiera yo en ese grupo de UCO, en exclusiva, apoyando y siguiendo la investigación. Los compañeros de Madrid iban y venían. Entonces, en esos lapsus en los que no estaban, seguíamos nosotros tirando del hilo», especifica.
Alejandro Rodríguez
El trabajo volvió a intensificarse con estas nuevas incorporaciones: «Los compañeros de la UCO de Madrid llegaban, los recogía en el aeropuerto, empezábamos a las siete de la mañana y terminábamos, no sé, tres o cuatro de la mañana del día siguiente, para volver a empezar a las siete, para volver a terminar a las tres o a las cuatro, esa era la metodología de trabajo».
La línea de investigación que terminó ganando fuerza con el paso del tiempo fue la del crimen sexual. Eso llevó a la Guardia Civil a estudiar el perfil de 532 personas de la provincia de Las Palmas y de 67 extranjeros con antecedentes por delitos sexuales.
El número de depredadores sexuales de menores presentes en la isla impactó poderosamente a los agentes: «Nos sorprendió no solo a nosotros, sino también a los compañeros de la península, no esperaban que en una isla hubiese tantas personas con ese perfil determinado».
El caso Yéremi, incluso, se cruzó con el del karateca Fernando Torres Baena, responsable de una academia de artes marciales de Gran Canaria y condenado a 302 años de cárcel como autor de 35 delitos de abuso sexual y 13 de corrupción de menores. «Se miraba todo y colaboramos con la Policía Nacional, también, con lo de Torres Baena, ya que Yéremi practicaba kárate, nos ayudaron mucho, se compartieron datos la Sima de Jinámar, tuvimos que bajar la Sima de Jinámar...», desvela el agente de la Guardia Civil.
Entre tanto, la investigación policial dio un giro, ya no se buscaba a un niño desaparecido, sino a una víctima mortal: «Según va pasando el tiempo, sabes que, entre más tiempo pasa, más difícil es recuperar con vida a la persona que desaparece. Entonces, el equipo investigador se empieza a plantear otro tipo de cuestiones, otro tipo de formas de investigar y de buscar cosas. Ya no se trata de si el niño está vivo o muerto, sino de encontrarlo, ese es el resumen».
El equipo de investigación del caso Yéremi tenía como tarea estudiar las denuncias de menores del sur de Gran Canaria, relacionadas con la libertad o dignidad sexual. Así conocieron el relato de un niño de 9 años, que aseguraba que había sido agredido sexualmente por un hombre en una cuartería de Vecindario, en el año 2012. Los agentes indagaron y dieron con un sujeto del que ya sospechaban: Antonio Ojeda Bordón, apodado el Rubio.
«Llegó una denuncia en la que un menor decía haberse escapado de un adulto que vivía en unas cuarterías, se coge, se mira, lo primero es localizar al menor, para ver quién es el y el grado de credibilidad. Una vez entrevistamos al menor y comprobamos dónde era la cuartería, se da la casualidad de que ahí vivía ese señor, Antonio Ojeda Bordón», detalla.
El investigador de la Guardia Civil desvela que tenían indicios que vinculaban al Rubio con la desaparición de Yéremi, antes, incluso, de la denuncia del menor de 9 años: «Primero ya teníamos indicios bastantes razonables de que podía estar vinculado con la desaparición de Yéremi, eran indicios, se seguía trabajando a ver si se podía conseguir algo más, y en ese lapsus de tiempo surgió este otro caso».
Antonio Ojeda Bordón se convirtió en el principal sospechoso de la desaparición de Yéremi y los agentes comenzaron a trabajar para obtener su confesión. El Rubio terminó manifestando a un compañero de prisión detalles inéditos sobre el joven Vargas, más concretamente sobre la cianosis que padecía y el color de sus gafas. Detalles que conocían la Guardia Civil y la familia, pero que no habían trascendido.
«Dio datos que no se habían participado de la opinión pública y medios de comunicación, si dio esos datos que no los hemos publicado pues más fuerza policial, o más nos convencíamos nosotros mismos de que pudiera tener algo que ver con lo de Yéremi, y así lo trasladamos a la autoridad judicial», especifica el investigador.
El caso continúa abierto y en manos de la autoridad judicial, pero para Rodríguez, policialmente está resuelto: «Si no hubiésemos tenido los indicios necesarios y certeza de que era él, no lo hubiésemos presentado a su señoría. La Guardia Civil, si no tiene la certeza, no camina. Si hay algo que caracteriza a la Guardia Civil es que somos cabezones y estamos ahí hasta que tiramos el muro, y cuando yo me vaya, seguirá otro, y ahí hemos seguido hasta que policialmente creímos que era la persona que era y lo pusimos a disposición de los juzgados».
Alejandro Rodríguez
Finalmente, el Rubio fue condenado en 2015 a 5 años de cárcel por la agresión sexual al niño de 9. Hasta ahora, no ha sido juzgado por el caso Yéremi.
Cuando Antonio Ojeda salió de la cárcel, en el año 2020, Alejandro dejó de estar destinado de forma exclusiva a la investigación del pequeño Vargas. El agente emprendió, así, un nuevo e ilusionante camino profesional dentro de la Guardia Civil, con la herida del pequeño de Vecindario aún borboteando.
«Te vas con la sensación triste, la cantidad de horas, tiempo, sacrificio... El hecho de que haya sido esa persona u otra ya pasa a segundo plano, queríamos ver dónde está Yéremi, esa es la realidad, y poder decirle a la familia: 'Oye, está aquí' y poder empezar el duelo. Te vas triste, triste por no haberle podido decir a la familia dónde está Yéremi», confiesa.
Y es que la familia de Yéremi ha terminado convirtiéndose en la suya propia, tras años de intenso trabajo, codo con codo, y de transmitirse ánimos mutuamente. «No he dejado de tener contacto con ellos, es un vínculo familiar, no policial. Estuve en ese caso 15 años, o sea desde 2007 hasta 2020-2021, cuando ya finaliza un poquito la cosa. Fueron muchas, muchas noches pensando y muchas noches buscando algo, algo que se nos hubiese pasado, algo de lo que no nos hemos dado cuenta, algo, dándole vueltas buscando algo, es que esas son las palabras: buscar algo», comparte.
****Vinculadas
Alejandro insiste en que la Guardia Civil no ha dejado de trabajar en el caso Yéremi, incluso cuando el juez de instrucción decretó el archivo provisional de la causa. El esfuerzo de la familia logró su reapertura, pero los agentes no cejaron en su empeño de encontrar al pequeño. «El tema de Yéremi no está cerrado. La Guardia Civil sigue ahí mirando y atenta a cualquier información que pueda llegar, que el juzgado lo haya sobreseído provisionalmente, que la familia ha contratado otro abogado y ha conseguido reabrirlo judicialmente... Nosotros seguimos trabajando igual. Si vas a nuestro despacho, verás que está la fotografía de Yéremi, recordamos todo los días que estamos ahí, no lo hemos cerrado hasta que sepamos la verdad y ojalá sepamos la verdad algún día», concluye.
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Patricia Cabezuelo
José A. González y Lidia Carvajal
Encarni Hinojosa
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