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Fue allá por 1965 cuando Los Sírex, grupo español de rock, grabó y dio a conocer una canción («Si yo tuviera una escoba») que resultó un grandísimo éxito en todo el país. Y eso a pesar de su lenguaje excesivamente culto, sintaxis rebuscada y abuso ... de metáforas y símbolos, elementos embellecedores del texto… pero que dificultan su comprensión.
Así, de los treinta y tres versos del poema solo uno («Si yo tuviera una escoba») se repite quince veces y otro («Cuántas cosas barrerí») aparece seis. El resto (doce versos) se distribuye en dos buenas intenciones: «Lo que haría […] yo primero / barrería yo el dinero / que es la causa y el motivo / ¡ay!, de tanto desespero» y «[…] lo que haría yo segundo / barrería bien profundo / todas cuantas cosas sucias / se ven por los bajos mundos».
Pues bien, estimado lector. Algunas personas ya puretonas por edades, vecinos, hijos y nietos de quienes casi sesenta años atrás acaso habían rockanroleado con Los Sírex en discotecas de la ciudad (Pachá, Wilson, Astoria, La Belle Époque…) se concentraron el 2 de octubre en la calle Triana y, días después, en un barrio periférico (Almatriche Bajo), según leo en respectivos reportajes de David Ojeda y Juan Carlos Castro, periodistas de CANARIAS7. Los primeros reclaman «más atención al lavado y recogida de basura del barrio»; los segundos, por boca de su portavoz, insisten en lo mismo: «Hace cuatro meses que no vemos barrenderos en estas calles».
Se trata, estimado lector, de dos barrios absolutamente opuestos: Triana (código postal 35002) es uno de los emporios comerciales de la ciudad (35 944 euros de renta bruta) y zona muy visitada por el turismo pues se beneficia de su proximidad al correspondiente de Vegueta, allí donde nació LPGC a orillas del hormigonado y encementado barranco Guiniguada. Y los vecinos de Almatriche, distrito de la periferia capitalina (código postal 35018), ya habían ocupado la calle en 2021 (CANARIAS7, Rebeca Díaz) para reclamar aceras, alcantarillado, decentes paradas de guaguas con marquesinas, limpieza…
Pues bien. Tanto unos como otros hicieron caso a Los Sírex y salieron al asfalto con baldes, palas, recogedores, cepillos, escobas… pues en esto de la limpieza nuestra lengua no solo recurre al refranero popular («Bien barre una escoba nueva, pero pronto se hace vieja»). Oferta también un campo digno de ser envidiado cuando a variedades de un mismo objeto (escoba) se refiere: escobilla, escobillón, escobeta, escobajo... valen para referirse a la acción de escobar, es decir, 'barrer con escoba'.
(Existe también la construcción escoba + adjetivo como, por ejemplo, «escoba amarga -Cuba-; amargosa -Honduras-; babosa -Colombia, Honduras-; de cabezuela»… No obstante, no hay ninguna relación de tales construcciones con la acción de barrer, pues están vinculadas con el mundo de la botánica: son plantas que una vez sancochadas, guisadas, cocidas, hervidas, cocinadas… se utilizan como cataplasmas para combatir inflamaciones o curar enfermedades de la piel.)
Pero por más que la prudencia nos invite a meditar, pensar y reflexionar antes de hablar y actuar, los interiores dadentro del ser humano de las personas (al decir de Pepe Monagas) se reviran a veces como las añoradas panchonas de Sardina del Norte (¿altanería, soberbia, arrogancia, prepotencia…?). Y tal viradilla por dentro lleva no solo a meter la pata sino, incluso, a hacerle un feo a la lengua española, tan sabia ella, esplendorosa, pedagógica, sufrida y a veces maltratada.
Así la señora Medina Montenegro, concejala de Carnaval y Aguas y tercera tenienta de alcalde del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, traicionó -como casi infinito cargo público- a la locución verbal coloquial 'Vender una escoba' ('[...] obtener éxito en las actividades que uno emprende') cuando reaccionó con «No han cogido un cepillo en su vida». Con tal «respetuosa elocuencia» se manifestó frente a las reivindicaciones de quienes, días atrás, habían ocupado pacíficamente la calle Triana mientras ejercían el legítimo derecho constitucional de expresar en vía pública su opinión sobre suciedades, roñas, rañas (voz no registrada por el DRAE con significado de 'porquería'), falta de limpieza... de las mismas vías.
Reacción, claro, que tuvo titular en el digital atlanticohoy.com (día 8): «Magda Montenegro faltó el respeto de las personas que salieron escoba en mano a protestar por la necesidad de que Triana esté más limpia». Y a todas estas, inmediatamente antes de su lapidario comentario, la señora concejala quiso hacerse la graciosa, hilarante, coñona (por más que la Academia considere el término como 'malsonante'), jocosa y risible con una funeraria observación: «Le voy a decir más para tomarlo un poquito a risa», añadió en su respuesta al periodista.
Es decir, manifestarse cepillo o escoba en mano, recogedores, botes con lejía, ramas de palmeras, fregonas… le producen hilaridad y gracia, coña marinera (también 'malsonante' para la RAE), cual si de alguna carnavalera machangada se tratara. (Y bien que encaja el inmediato sustantivo anterior: significa 'Dicho o hecho de poca entidad o sustancia propio de niños'. Así lo define la Academia Canaria de la Lengua en su Diccionario básico de canarismos... como significado propio de Gran Canaria.)
La señora Montenegro registra en su currículo del Ayuntamiento diecinueve responsabilidades políticas aparte de la concejalía (vocal de distintos organismos oficiales, miembro de variados consejos de administración pública…), lo cual lleva de inmediato a una observación: es un personaje importante (es decir, 'que importa') en la estructura organizativa del grupo de gobierno. Y si tantas responsabilidades han dejado en sus manos quienes ostentan cargos superiores, la conclusión cae por su peso: es (o al menos así supongo) una persona muy preparada y con amplísima experiencia en las cosas de la gobernanza municipal.
Por tanto, su nada chistoso o jocoso preámbulo («Le voy a decir más para tomarlo un poquito a risa») y la conclusión final («No han cogido un cepillo en su vida») parecen doblemente imprudentes, arriesgados (cuando no intolerantes) y, tal como apunta el digital arriba nombrado, al menos roza la falta de respeto a un colectivo que manifiesta su desacuerdo con la actuación de una concejalía. (Yo pensaba que de 'eso' se encargan otros.)
La señora Montenegro se disculpó «por este comentario tan desafortunado». Debe tenerse en cuenta, claro, pero no fue inmediato («horas más tarde»). Tampoco fue «desafortunado», en absoluto, pues no se trata de una equivocación, un error, un tropiezo: echa por tierra el riguroso respeto exigible a un profesional de la política hacia tales residentes… por más que aquel no comparta sus decisiones. Así pues, guste o no guste, loe o critique al poder, manifestamos plácemes, disconformidades, discrepancias o severas críticas según los medios a nuestro alcance. Y la calle, como la lengua, es propiedad de los hablantes y los poetas.
Ya lo dejó claro Agustín Millares Sall en plena dictadura fascista: «No será tuya ni mía, / calle de todos será». (Afirmación de Agustín, por cierto, rebatida por el señor Fraga Iribarne, fundador de Alianza Popular -génesis del PP- y ministro de la Gobernación -actual de Interior- en 1976: «La calle es mía», dijo el también ex ministro franquista. Es decir, no de los habitantes, sino suya, para eso policías y guardias civiles estaban bajo su mando.)
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