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Nació en Gran Canaria, pero desde muy pequeña tuvo claro que en algún momento saltaría del archipiélago para formarse, sobre todo porque creció escuchando a sus padres contar miles de historias vividas durante el tiempo en que estudiaron sus carreras fuera de Gran Canaria. Salir de aquí, para Cristina, era algo así como abrir el zoom de un objetivo, era vivir, comparar, madurar y sentir nostalgia. Y tanto fue así que tuvo la oportunidad de repetir en el mismo Colegio Mayor que su madre y, además, de estar bajo la batuta de la misma directora.
De todas maneras, a Cristina, casi desde que nació, el mundo se le ha hecho pequeño. Desde muy niña subir a aviones para viajar con sus abuelos era una constante en su vida porque con su abuelo, almirante, Cristina conoció no pocos puertos a lo largo y ancho del planeta. Curiosa e inquieta son dos adjetivos que la definen a la perfección y en su círculo más cercano la llaman la chica pasaporte.
Cuando le preguntamos por el número de países que conoce, el recuento lo hace sin ningún esfuerzo: «he estado en 42 países a lo largo de mi vida, acompañada o sola porque cuando se trata de una pasión, no espero a que alguien pueda o no venirse conmigo. Planifico con meses de antelación y si encuentro con quien ir perfecto y si no, me embarco igualmente a la aventura». De hecho, en 2024 viajo y recorrió Costa Rica partiendo sin compañía desde Gran Canaria. Aunque también nos apunta que, el hecho de haber viajado tanto le ha generado una red de amigos de alcance mundial y por eso mismo, jamás se ha sentido sola.
De su carrera, ADE y Marketing, Cristina nos cuenta que le fascinó y que desde siempre se ha dedicado a ambas ramas. Una primera fase en el sector sanitario y la segunda, donde la estética y la belleza, tal y como se configura como filosofía propia en la Clínica Naac, es un sueño que trabaja y vive despierta cada día. «Tratar con personas que quieren mejorar su aspecto es tocar su sensibilidad, es ayudarles a encontrarse mejor consigo mismo y entrar en la profundidad de cada uno y eso, es magia y esa magia es nuestra razón de ser en Naac y por lo que trabajamos». Y la verdad que, escuchar a Cristina y su manera de expresarlo es contagiarse de un poderoso entusiasmo.
Si le preguntamos por alguna pasión más allá de los viajes y de su actividad diaria, a Cristina se le abren aún más los inmensos ojos verdes que tiene y nos lleva con ella hasta esa etapa catártica que supuso el Covid para todos. En aquel momento Cristina no estaba en activo profesionalmente y decidió profundizar en su inglés, pero a ella, inquieta por naturaleza no le era suficiente. Animada por su padre y con la ayuda de un amigo, Cristina hizo las maletas y partió hasta la isla de Zinga, uno de los lugares más pobres de África. Y sola.
Hoy en día, desde la mirada en perspectiva y con el poso que dejan los viajes de labor humanitaria, Cristina nos cuenta que fue mucho más lo que el poblado en el que convivió le enseñó a ella, que lo que ella pudo aportarles. A pesar de levantarse bien temprano cada mañana, de atender a niños de todas las edades en situación de orfandad y abandono, de arar campos para obtener el sustento diario, de ir a buscar agua, de bailar, de enseñarles un idioma e informática, de cantar, de cuidarles y curarles, porque son personas que no tienen absolutamente nada y, a pesar de todo ello, cada mañana se despiertan felices y se acuestan sintiendo exactamente lo mismo. «Cuando llegué a Zinga me di cuenta de que no sabía hacer nada de nada y que lo más básico y lo que aquí damos por hecho cada día, allí se consigue a base de trabajo y de un esfuerzo sobrehumano como actividad cotidiana». Y lo tiene claro, a Zinga volverá, no una vez más, sino las miles que sean y cada vez que pueda. Y de aquellos días también, un credo que admira cada vez que está triste, «si tengo un mal día por lo que sea, miro las fotos de mis niños de Zinga y todo se arregla».
Además, el regreso de aquel viaje no puedo ser mejor porque Isabel Marichal y el Dr. Ribas Nijkerk le dieron la oportunidad de formar parte de Nacc y desde entonces hasta ahora, rodeada, como nos cuenta Cristina, de excelentes profesionales, tratando con pacientes con los que se crea una red de confianza sólida, fiel y permanente, de hecho, han atendido a más de 12.000 personas desde que abrieron sus puertas y que llega mucho más allá de nuestra isla. Reciben pacientes de otras islas, de la península, del resto de Europa e incluso de América.
Por todo ello, la organización del viaje, de la estancia y del bienestar de sus pacientes también traspasa las puertas de Naac y a Cristina se le podría considerar embajadora de Gran Canaria con todas las distinciones que existen: hoteles, excursiones, rincones y por supuesto, los restaurantes que hoy comparte con nuestros lectores donde Gran Canaria coloca bien alto el listón de toda la gastronomía que es capaz de ofrecer, desde el desayuno hasta la cena sin olvidar el ratito para despejarse y relajarse disfrutando de una copa.
Muy cerca de la clínica la podremos encontrar por las mañanas de Café Regina para desayunar unas deliciosas tostas con tomate.
Mar Gastrotasca es otro de sus lugares favoritos porque, además de disfrutar de un delicioso y creativo desayuno, las vistas a la Playa de Las Canteras forman parte del paisaje que ofrece este delicioso local.
A Fresquito le encanta ir por su ambiente internacional y cosmopolita siempre que acude, aparte de sus desayunos que le encanta.
Otra parada para ella imprescindible es la tosta de aguacate en Luwack y cuando quiere disfrutar de un café delicioso la veremos en Cuptural Coffee.
Si toca salir de la capital y presumir del norte de la isla, Nativo es parada obligatoria y su suma de encantos: buena comida y local sorprendente.
Lo primero que nos recomienda es una visita a La Locanda El Roque, para Cristina un local absolutamente mágico.
En La Dehesa de Triana será fácil encontrarla disfrutando del mejor cachopo de la capital y Llévame al Huerto es una constante en su día a día por su menú sano, variado y equilibrado.
Si toca ir hacia el centro, primera parada en Los Siete Lagares porque para Cristina pocos locales con tan fantásticos como éste.
Cuando toca que los amigos de otras partes del mundo se acerquen a Gran Canaria, ella los lleva hasta Amigo Camilo para que prueben cocina canaria mientras las vistas sobre la bahía hacen el resto.
En Borneo con la propuesta de comida filipina de Cristina Monge calma su espíritu viajero y cada vez que encuentra mesa, no duda en sentarse a disfrutar de la excelente gastronomía que ofrecen en Camino al Jamonal.
El Bodegón del Pueblo Canario es otro de sus locales infalibles y, además, en la época que estamos, el que más le sabe a Navidad. Al igual que La Travesía de Triana, para ella indispensable durante estas fiestas.
Antes de meternos en faena en las cenas de Cristina, nos adelanta que le encanta disfrutar de la hora de la merienda, así que, cuando tiene tiempo dos son los locales donde más las agradece. Uno de ellos, la archiconocida Churrería en El Fondillo y el otro, uno de los locales más encantadores de la capital grancanaria: La Picnictería.
Un local por producto y ambiente, sin duda la Bodega Extremeña. Al igual que la barra del Samoa, un local para ella lleno de recuerdos y punto de encuentro con su amigo Carlos Déniz.
En La Pizarra en Sardina del Norte disfruta además de su cocina, de atardeceres únicos en Gran Canaria.
Si toca poner rumbo al sur, el nuevo Maná 264 porque Sandra y Rey siempre la hacen sentirse como en su casa.
El Churrasco de Meloneras, aunque también el de la capital, es otro de sus locales que valora por el trato y la carta, ambos exquisitos. Y jamás deja pasar por alto una cena increíble y deliciosa como las que siempre disfruta en La Palmera Sur.
Otro de sus habituales cuando llega hasta Mogán es la cocina italiana de A Casa Mía, un local y una propuesta excelentes.
Si toca paseo por Tafira, terminará su día en El Zarcillo porque para ella este es un local mágico y encantador.
De vuelta a la capital grancanaria, Cristina tiene sus sitios de bocados favoritos, como el bocadillo de cochino en Dorotea y sus puerros, Dos bocados tan únicos y maravillosos como el local.
Nos destaca también en su lista, Rever por sus croquetas de carabineros y sus berenjenas.
En Qué Leche! Podremos verla porque las propuestas de Jenise siempre le fascinan. Al igual que en Anteo y toda su carta.
Cuando quiere disfrutar de la cocina japonesa, Cristina lo tiene claro, la mejor la encuentra en el Fuji. Eso sí, cuando no tiene ganas de salir de casa la pide a domicilio a Umare Sushi.
A Segundo Muelle acude cada vez que su paladar cosmopolita le pide un buen ceviche y en Deliciosa Marta cada vez que quiere triunfar porque sabe que todo sale a pedir de boca de manera excelente.
Y un nuevo apunte, desde que surja la ocasión irá a conocer el nuevo restaurante Revés Bistró y nos cuenta que, sin ir, ya sabe que le va a encantar.
Alis Rooftop es una constante porque desde ese cielo se disfrutan además de unas increíbles vistas a la bahía de la capital grancanaria.
Y el segundo local a donde le encanta acudir con amigos y donde se lo pasa mejor que bien, es la terraza Casablanca en lo alto de La Casa Roja, con vistas a su querida y muy presumida por Cristina, Playa de Las Canteras.
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Gaumet Florido | Teror
Sara I. Belled y Clara Alba
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