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'Donde no habita el olvido' supuso el pasado mes de marzo la puesta de largo de La Intempesta, nueva compañía escénica creada y liderada por la actriz, directora y dramaturga grancanaria Romina R. Medina. Los premios Réplica a la Autoría Original y a la Escenografía coronaron a finales de julio en la gala celebrada en el Auditorio de Tenerife Adán Martín este ambicioso montaje que aspira a girar por el archipiélago y a saltar a la península, principalmente a Madrid.
«El balance es bastante bueno. Estrenar en el Cuyás, con su apoyo a la producción, ya fue un premio. Luego el reconocimiento de los Réplica es importante para dar impulso y visibilizar el proyecto y así poder venderlo, ya que estamos ahora en una fase de distribución. Ya hemos vendido algunas funciones», responde Romina R. Medina cuando se le cuestiona sobre el camino recorrido con La Intempesta y con un montaje que protagonizan la propia directora y autora del texto junto a Alicia Ramos, María de Vigo, Ruth Sánchez y Niria Rodríguez.
'Donde no habita el olvido' reconoce que es «una producción ambiciosa», tanto por el número de intérpretes que dan vida a esta propuesta en torno a las Sinsombrero como por su desarrollo escénico y el complejo apartado técnico que incluye proyecciones audiovisuales. «Soy una directora que prueba, arriesga y experimenta. No voy a lo seguro. Mi proceso creativo consiste en aprender en el riesgo. Me he encontrado con más de una crítica de que arriesgo mucho y de que el proyecto es muy caro», reconoce.
«Me gusta mucho algo que me dijo una vez Mario Gas: 'Uno no sabe el estilo que tiene, sino que se dedica a trabajar, la etiqueta te la ponen otros'. Te vas descubriendo a medida que vas trabajando tu sello personal. No pienso en hacer las cosas para que se vendan más. Hago lo que me apetece y lo que me apetece es investigar y abordar las temáticas que me interesan», defiende sin ambages.
Ese fue el caso de cinco de las brillantes mujeres que fueron silenciadas por sus compañeros artistas de la Generación del 27 y por las autoridades posteriores y que inspiraron 'Donde no habita el olvido'. Eligió a Josefina de la Torre, Ángeles Santos, Lucía Sánchez Saornil, Maruja Mallo y Marga Gil Roësset.
La respuesta de los espectadores a su propuesta escénica fue contundente, tanto en las funciones escolares y en las de público general del Cuyás, como en la desarrollada en el Guiniguada antes de la gala de los Réplica. «Al público le llegó emocionalmente, se entendió y les 'tocó'. Lo que sí que me dijeron algunos espectadores es que era algo diferente a lo que vemos producido aquí. Creo que es necesario que se abra un poco el abanico de propuestas», señala Romina R. Medina.
Tras años de trabajo entre Madrid y Canarias, esta profesional de las artes escénica decidió volver a su isla natal y poner en marcha esta compañía. Un paso que le descubrió una realidad compleja, que ya atisbaba pero que ha padecido en sus propias carnes. «En las islas hay una falta enorme de distribuidoras y productoras. Por eso me he visto arrastrada a hacerme productora y distribuidora, cuando lo que soy es una creadora. Llevo 15 años dirigiendo, pero como productora estoy aprendiendo y he tenido que mover yo misma el proyecto. Cuando tienes una forma personal de entender este oficio buscas una productora afín, pero aquí no la encontré y tuve claro que si quería hacer las cosas a mi manera, las tenía que hacer yo misma con una compañía propia», explica.
«Me he tenido que convertir en una empresaria. Es una de las mayores dificultades que he vivido durante todos estos meses. Las horas de producción han sido matadoras y acaban matando la parte creativa, por mucho que lo tengas todo muy trabajado de antemano. Estoy muy contenta con el resultado final, porque lo he mimado mucho, pero ha sido un camino muy duro y moverlo lleva muchos quebraderos de cabeza. También soy actriz y docente y tengo la suerte de poder trabajar en otras cosas, porque ahora mismo no gano dinero, incluso, no cobro o pierdo», subraya.
Reconoce que está picando piedra para conseguir que la obra tenga recorrido en el archipiélago y fuera. «Los productores hablamos unos con otros y nos apoyamos, porque todos vivimos la misma situación, salvo que seas muy grande, lleves mucho tiempo y tengas medios. No se venden bolos y si consigues diez o doce en varios años ya es un logro en las islas. Primero tienes que contactar con los programadores y después lograr que te atiendan. Si lo consigues, te queda esperar a que haya dinero y para una producción ambiciosa como la nuestra siempre es más difícil», explica.
En las islas, echa en falta «gestores culturales que vengan del sector». «Tienen que tener criterio y saber programar. Es algo que en Tenerife estoy empezando a ver. Ahora va a cambiar el circuito en Gran Canaria y esperamos que mejoren las cosas, aunque falta un mayor apoyo», destaca. «Se vende mucho lo comercial, la comedia y el musical, que están muy bien, pero se tiene que ampliar a un mayor número de propuestas diferentes. Los Premios Réplica fueron un punto de encuentro del sector y creo que estuvo muy bien que estuvieran tan repartidos entre distintas compañías. Las grandes nos decían que habían visto que tienen que ponerse las pilas, que ya no están solas. Es un cambio lento, pero que está en marcha, porque empiezan a funcionar nuevas compañías con artistas que tienen mucha experiencia detrás», señala.
«Además de que en las islas sea difícil vender el producto, nos encontramos con que es casi imposible llevarlo fuera salvo que tengas una ayuda para la movilidad. Solo llevar la escenografía es carísimo y en nuestra obra somos seis actrices y otros seis técnicos. Entrar en Madrid, aunque vengo de allí y conozco a gente, no es fácil. Da la impresión de que realmente estamos encerrados geográficamente. Estoy a la espera de que en varios sitios de Madrid me respondan. Yo había pensado desde el principio en tres teatros importantes, pero en diciembre cambiaron de dirección y me dicen que ahora solo quieren representar obras del siglo XIX y XX. Pero sigo con la esperanza de llevar la obra para allá, aunque será lento», dice convencida.
Detecta también una carencia evidente de salas alternativas. «Apenas hay teatro alternativo en las islas porque no hay salas que lo mantengan. Los de Anartistas han puesto en marcha la Sala Bruta, donde se hace microteatro y además es un punto de encuentro para el sector. Es un paso muy importante para la profesión», comenta.
No todo es negativo en el panorama escénico de las islas. Romina R. Medina tiene claro los puntos fuerte del sector. «Hay muy buenas actrices y actores. Estudié aquí, en la Escuela de Actores, hace 20 años, y siempre me he movido aquí, por lo que estaba al tanto de lo que había. Cada vez que venía de la península lo confirmaba. Los que hace 20 años ya eran buenos, ahora están en una fase de mayor madurez. Mi elenco, que estaba muy pensado, es muy bueno. No tiene nada que envidiar a otros que he visto fuera. Incluso, creo que son mejores actrices que muchas que he visto en montajes en Madrid», defiende.
Reconoce que no hay muchos técnicos especializados en montajes teatrales, pero «sí que en Canarias los hay muy buenos, aunque son pocos». «Me gusta trabajar con mujeres en los apartados técnicos, pero casi no hay», dice con pesar.
«Echo en falta también mayor formación en dirección. Encontrar ayudantes de dirección es difícil. Cuando estuve en la Escuela de Actores escribí mucho. Hice de ayudante de dirección para Rafael Rodríguez, de la compañía 2RC. Después me fui a la Resad [la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid], donde también hice ayudantías, también en el Centro Dramático Nacional y trabajé de meritoria con Mario Gas en el Teatro Español. Mario fue mi padrino y lo sigue siendo. Tenemos mucha unión. Me enseñó cosas muy básicas que me han ayudado y me han salvado en muchos proyectos», comenta con admiración.
Durante esos años reconoce que aprendió «mucho» para convertirse en la directora que es hoy. «Soy muy exigente, porque vengo de todo eso. He contado para 'Donde no habita el olvido' con Emma Álvarez, que fue una gran ayudante de dirección y que se ha formado mucho durante el proceso. No vale cualquiera para estos puestos. Tampoco para dirigir, por supuesto. Los ayudantes de dirección tienen que tener muy claro hasta dónde pueden proponer desde un punto de vista artístico y dónde no tienen que entrar. La línea que lo marca es muy fina. Soy de trabajar mucho con la intuición, la comunicación y la parte emocional de los equipos. Ahora, cada vez hay más liderazgos femeninos. Y se nota. Son menos capitalistas y más colaborativos», destaca Romina R. Medina, que ya trabaja en la puesta en marcha de un nuevo montaje teatral del que prefiere no avanzar detalles.
Romina R. Medina se incorpora el próximo curso a la nómina de docentes de la Escuela de Actores de Canarias como profesora de interpretación. Una institución en la que ella misma comenzó su formación hace más de dos décadas antes de dar el salto a la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid (Resad).
«Cuando estudié en la Escuela de Actores de Canarias ya teníamos los problemas de las infraestructuras. Cambiamos tres veces de sede. Es una vergüenza y por fin parece que se va a solucionar y se va a contar con una nueva y en condiciones, tal y como se ha anunciado», dice.
«Esas carencias nos han hecho más fuertes. Estuve en la Resad, donde lo teníamos todo para hacer las cosas, y aquí apenas contábamos con nada. Y el perfil con el que se sale es distinto. Aquí te conviertes en una superviviente y eso es importante. Te acostumbras a salir adelante, a adaptarte a las circunstancias y a no bajar nunca los brazos. Es una diferencia importante», destaca.
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