Saint-Saëns, el obispo Cueto y los órganos de Gran Canaria (I)
El autor nos invita a conocer la fructífera colaboración entre el obispo José Cueto (1839-1908) y el compositor francés Camille Saint-Saëns (1835-1921) durante sus estancias en Gran Canaria. Esta primera entrega está dedicada a su amistad, al órgano de la Catedral de Santa Ana y a las composiciones para este instrumento producidas en la isla.
Dionisio Rodríguez
Sábado, 14 de septiembre 2024, 22:59
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Hablar del órgano romántico es hablar de Saint-Saëns, de su virtuosismo como intérprete, de su implicación en el desarrollo del instrumento y del ejemplo que supuso para sus alumnos, en todo orden. En lo que respecta a España, sabemos de su aprecio por los órganos Cavaillé-Coll del País vasco y Navarra, de su concierto ante la corte en el ejemplar de la iglesia de San Francisco el Grande (Madrid). También de sus actuaciones estelares en Barcelona (1881, 1884 y 1888).
Posteriormente y durante sus estancias en Madrid y Gran Canaria, dedicó en varias ocasiones sus composiciones a este instrumento, trabando en la isla canaria una feliz relación con el fraile José Cueto y Díez de la Maza, que fue obispo de Canarias entre 1891 y 1908, lo que a la postre originaría un movimiento de adquisición de instrumentos por las parroquias de la isla, que componen a día de hoy un valioso y variopinto tesoro.
Entre la correspondencia de Don Camilo –como era conocido en España– guardada en la Mediateca Jean Renoir de Dieppe (Normandía, Francia) hay varias notas de agradecimiento del obispo al músico por sus conciertos benéficos, y otra, más personal, por el préstamo de un libro que el prelado promete devolver tras su lectura, y que creemos pueda tratarse de su texto filosófico, 'Problemas y misterios', escrito por el compositor durante su estancia de 1894.
Al respecto del primero de sus conciertos benéficos para la obra hospitalaria (Hospital de S. José) del grancanario Bartolomé Apolinario, le dice a su editor y buen amigo Auguste Durand:
«Las Palmas, 4 marzo 1897. El objetivo era ayudar a construir un hospital. En pocas horas de trabajo recuperé toda la flexibilidad del pasado y pude disparar fuegos artificiales, incluyendo Kermesse y Vals de Fausto (Gounod) cubriéndome de gloria. [...] Hicimos 1.200 pesetas de recaudación; el obispo me escribió para darme las gracias, y es por eso que somos tan buenos amigos».
Un par de años más tarde, comenta: «Las Palmas, 30 enero 1899. Di un pequeño concierto al obispo, que no cabía en si de alegría; toqué 'San Francisco predicando a los pájaros' (Liszt), mi 'Rapsodia bretona' y la de Auvernia».
De la colaboración de ambos hombres en la renovación y compra de nuevos órganos para la isla existen variados testimonios ya que la mayoría han llegado a nuestros días. Hemos de hablar en primer lugar del de la Catedral de Las Palmas, del organero mallorquín Antonio Portell (1862).
Tras varios meses de incógnito en las islas, es reconocido el compositor a comienzos de abril de 1890. Entre otros homenajes y celebraciones, como no, fue invitado a tocar el órgano catedralicio. Esto es lo que decía la prensa del evento y al respecto del instrumento: «Diario de Avisos (Las Palmas ) 14/abril/1890. Tocó en la tarde de ayer varias composiciones religiosas en el órgano de nuestra Sta. Iglesia Catedral, concurriendo al acto escogida y numerosísima concurrencia».
«El País (Las Palmas) 15/4/1890. Al manifestar el Sr. Canónigo que el instrumento era bueno en presencia del notable organista francés, éste se encogió de hombros e hizo demostraciones de asentimiento para no herir sin duda, el sentimiento de patriotismo. Así al menos han quedado todos contentos».
«El Telégrafo (Las Palmas ) 15/4/1890. Según opinión de un inteligente maestro, el órgano de nuestra Catedral, que costó 9.000 duros es mucho más que malo, por la sencilla razón de que es pésimo».
Aunque durante la primera estancia de Saint-Saëns en Gran Canaria (1889-1890) era obispo de la diócesis, José Pozuelo y Herrero, sería Cueto el buen colaborador y propiciador del francés en el tema que nos ocupa. Saint-Saëns recomendó reformas del órgano de la Catedral al obispo durante su segunda visita en 1894, que las trasladó posteriormente al Cabildo catedralicio para su ejecución. Esto nos dice Nicolás Díaz-Saavedra, en su libro 'Saint-Saëns en Gran Canaria': «El Padre Cueto consigna una carta al Cabildo Catedral al respecto del órgano, en la que indica que es preciso completar los registros de que carece y modificar alguno de los que tiene el órgano de la catedral, explicando que esta idea se la había aportado el ilustre músico Saint-Saëns».
Rosario Álvarez, en su artículo: 'Los órganos históricos de las iglesias canarias', dice al respecto: «Con la llegada del nuevo siglo, surge la idea de reformar el órgano, atendiendo a los consejos del compositor francés Saint-Saëns, a quien le disgustó el instrumento de Portell por no atenerse a la estética romántica imperante. La iniciativa va a partir del obispo Cueto de la Maza, quien deseando que el órgano de nuestra Catedral sea completado con los registros de que actualmente carece, y modificado en algún otro de los que ya pose […] le pide al cabildo secundar la idea y éste accede».
Fue Saint-Saëns buen amigo e interlocutor intelectual del obispo, conocido popularmente como el Padre Cueto. Mantuvieron ambos hombres una fértil colaboración durante muchos años, extremadamente beneficiosa para la cultura musical y el patrimonio organístico histórico de Gran Canaria.
Amén del de la catedral de Santa Ana, los órganos de Guía, Teror, Valleseco y el de la parroquia de los Padres Claretianos de la ciudad de Las Palmas, fueron traídos a la isla o reformados a instancias suyas. El culto prelado le hizo caso en cuanto a la reforma del órgano catedralicio, continuó la cruzada organística durante todo su mandato y participó en el número extraordinario dedicado al compositor en el diario 'España' (8/2/1898).
«Homenaje debido.
El genio, en quien quiera que brille, merece ser acatado y honrado con singulares demostraciones. Es destello soberano de Dios, que se complace en derramar la luz y el fuego de su inspiración en unos hombres más que en otros levantándolos con el sello de uno de sus más grandes atributos, el de Creador».
El músico local, Santiago Tejera Ossavarry, organista entonces de la Catedral, dejó testimonio del francés con el órgano y archivo del templo, en el mismo diario: «Pues bien: me consta, de ciencia propia, que el maestro Saint-Saëns conoce la música antigua religiosa casi tan bien como la moderna, con ser distinta su notación y diverso, por lo tanto, el valor de las figuras; la sola lectura de este género de música es motivo para cualquiera de un minucioso y prolongado estudio. Cito un caso práctico. Siendo yo organista de esta Santa Iglesia Catedral Basílica, acompañé a Mr. Saint-Saëns en su visita al archivo de música en el que se encuentran, si bien en mal estado de conservación, valiosas obras de Alfonso Lobo y Sebastián de Aguilera. Abrió uno de estos libros, y al punto, lleno de entusiasmo, comenzó a cantar la voz principal de una Misa a seis voces, sin el más leve tropiezo, mientras que, con las manos, iba formando, en diversas posiciones, el conjunto de las restantes.
– Bien conoce usted, maestro, esta clase de música, le dije.
– ¡Oh, sí, me respondió! La conozco, la he estudiado mucho; todos los bailables de mi ópera Ascanio son del estilo de esta música, pues el protagonista es Benvenuto Cellini, que floreció en ese tiempo.
Así es de admirar la propiedad con que sus obras están escritas, revelando en cada página no sólo su rica vena, sino sus profundos conocimientos musicológicos».
Compuso Saint-Saëns multitud de obras en la tranquilidad de sus múltiples estancias grancanarias, entre ellas la segunda serie de los '3 Preludios y fugas Op 109 para órgano', dedicados a tres ilustres organistas discípulos suyos, entre ellos, Gabriel Fauré. Creemos también, a falta de alguna comprobación documental, que la primera serie de 'Preludios y fugas Op. 99' fue al menos esbozada durante su estancia canaria de 1894.
El jueves 24 de febrero de 1898 le escribe a su editor: «He probado mis dos preludios y fugas, suenan bien, el tercero comenzado. Sin duda, esta 'prueba' debió de hacerse en el órgano catedralicio. El 3 de marzo vuelve a escribir a Durand a propósito de enviarle por correo los 'Preludios y fugas', así como la 'Marcha religiosa', también para órgano, escrita en Madrid y estrenada y dedicada a la reina regente María Cristina.
La semana próxima habrá ocasión para Marsella, le enviaré mis 'Preludios y fuga'. La encontrará más sólida que la primera serie. El re menor lúgubre, el sol mayor jovial y el do mayor brillante, como conviene a estas tonalidades solares. […] Las pruebas de la Marcha han salido hace unos días, vía Inglaterra, verá que he modificado un compás donde la escritura es bastante fin de siglo, el modo está mal escrito, lo sé, pero no me agarro a los modos».
Ese mismo año de 1898 compone la 'Barcarolle Op. 108 para violín violoncello piano y órgano esspresivo' (armonio). Obra muy ligada a Gran Canaria, donde realizó hasta tres versiones de la misma; está dedicada a su buen amigo de Barcelona, Antoine Jeanbernat, rico filántropo que tocaba el armonio y le alojaba en su casa durante sus estancias en la ciudad condal.
«A propósito de Jeanbernat, intente enviar a su casa una prueba de la 'Barcarolle', a fin de que aproveche mi estancia para ensayarla, podría ser muy útil porque en fin, no he escuchado esta obra y quizá tenga alguna cosa a modificar».
Durante su estancia canaria de 1900, compone para la Exposición Universal de París, dedicada a la electricidad, 'Le feu (fuego) celeste Op.115 para soprano, coro, orquesta y órgano', que incluía textos declamados y efectos eléctricos.
Como veremos en la próxima entrega de este artículo, la afinidad intelectual de los mencionados no solo fue aprovechada mientras don Camilo estuvo en las islas. El impulso estaba ya dado y los modelos de instrumentos más idóneos establecidos; a lo largo del primer tercio del S XX muchas parroquias se van a dotar de instrumentos de cierta calidad. La labor de recuperación de muchos de ellos, inspirada por Rosario Álvarez y felizmente entendida por muchas instituciones va dando frutos, aunque dado el gran patrimonio, queda mucho por hacer.
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