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un proyecto con

Transición energética

La Isla de la Cartuja se convertirá en la ciudad de 2050 (y lo hará en 2025)

¿Podrá este territorio ser autosuficiente, sostenible y descarbonizado dentro de tres años? El proyecto eCity de Endesa en Sevilla se ha propuesto conseguirlo

Ana García Novo

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¿Podrá este territorio ser autosuficiente, sostenible y descarbonizado dentro de tres años? El proyecto eCity de Endesa en Sevilla se ha propuesto conseguirlo

Ana García Novo

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Lo han dicho la Unión Europea y la ONU: en 2050, nuestras ciudades y pueblos deberán ser climáticamente neutros. Es decir, no podrán emitir más carbono del que se pueda procesar. Es un objetivo ambicioso, pero también imprescindible para dominar problemas como el cambio climático y sus consecuencias.

¿Cómo serán, entonces, nuestras ciudades y pueblos? ¿Qué cambios tendremos que realizar para lograr esa meta? ¿Cómo afectarán a nuestras vidas? Las respuestas se están empezando a despejar ya en la Isla de la Cartuja de Sevilla. El objetivo allí consiste en lograr para 2025 aquello que la UE y la ONU esperan para 2050.

ECITY

La Isla de La Cartuja, en cifras

La Isla de la Cartuja es un terreno de la ciudad de Sevilla situado entre dos brazos del río Guadalquivir, perteneciente al barrio de Triana, uno de los más notables de la capital hispalense. Aunque técnicamente no es una isla al no estar rodeado totalmente de agua, se le conoce de esta manera por su singular ubicación. Un territorio compuesto por unas 480 hectáreas donde cohabitan la friolera de 536 empresas y startups, centros formativos y de investigación que se ubican en dentro del Parque Científico y Tecnológico de Cartuja (PCT Cartuja), el principal espacio de innovación de Sevilla. Su afluencia es importante, donde acuden más de 23.700 trabajadores cada día y con un flujo de tráfico en torno a los ocho mil vehículos. Cuenta con varios accesos desde el municipio. De tal forma que el parque tecnológico que sucedió a la Expo’92 se convierte en un laboratorio para ensayar sobre la ciudad del futuro, donde prima la puesta a punto de sistemas avanzados para ser energéticamente autosuficiente.

480

hectáreas de superficie de la Isla de La Cartuja

523

empresas y entidades instaladas en el PCT

8.000

vehículos entran cada día a la isla

Adelantar el reloj de la descarbonización

En 2025, la Isla de la Cartuja tendrá que ser ya un entorno 100% sostenible y descarbonizado. Estamos hablando de un territorio de unas 480 hectáreas, abrazado por el río Guadalquivir, que cada día recibe a más de 30.000 personas que acuden allí sobre todo a estudiar o trabajar. Universidades, administraciones públicas, centros de innovación y empresas encontraron allí donde se levantaron los pabellones de la Expo’92 un lugar para desarrollar su actividad. Incluso la Comisión Europea decidió instalar en la isla su cuarta sede, el JRC o Centro Común de Investigación por sus siglas en inglés. El espacio que un día mostró las maravillas del mundo a más de 20 millones de visitantes se ha convertido en un Parque Tecnológico y Empresarial (PCT) que bulle de actividad cada día.

Hoy, el proyecto eCitySevilla, liderado por Endesa, la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento de Sevilla y PCT Cartuja y en el que participan cerca de 100 entidades, utiliza el PCT Cartuja como campo de pruebas para adelantar el reloj de la descarbonización 25 años. Dentro de solo tres años, ese territorio dinámico se habrá convertido en un entorno abierto, digital, descarbonizado y sostenible. Es decir: en una ciudad de 2050.

Concretamente, eCitySevilla transforma la Isla de la Cartuja en un gran laboratorio en el que universidades, empresas y Administración prueban soluciones en cuatro grandes ámbitos que, a su vez, servirán como palancas para eliminar su huella de carbono: energía, edificación, movilidad y digitalización. Se trata de ensayar en un entorno real aquello que necesitaremos en el futuro: que las ciudades sean autosuficientes y utilicen energías renovables, convertidas en una especie de ser vivo en el que todos sus órganos colaboren —desde las cubiertas de los edificios a los vehículos o los parkings— generando energía y ahorrando emisiones. Si lo que se pruebe en la Isla de la Cartuja funciona, se podrá convertir en un formato extrapolable a un barrio o a una ciudad.

Por qué Sevilla y por qué la Isla de la Cartuja

“Es un espacio muy fácil de manejar”. Rafael Sánchez Durán, director general de Endesa en Andalucía, resume así por qué este experimento aterrizó sobre la Isla de la Cartuja. “El PCT es un entorno con pocos habitantes, pero que están muy relacionados entre sí. Hablamos de unas 500 entidades que interactúan de manera muy estrecha, lo que facilita el diálogo y la toma de decisiones. Hablamos de la Comisión Europea con el JRC, de la Administración, de la universidad, de las empresas o de entidades tecnológicas que, juntas, conforman una mezcla muy interesante para repartir juego. No solo aportan soluciones, sino también conocimiento”.

Ese diálogo entre entidades públicas y privadas al que se refiere el experto es muy importante en este tipo de proyectos. De su fluidez depende, por ejemplo, que la normativa permita probar un vehículo autónomo o compartir excedentes de energía de diferentes maneras.

Ubicación de la Isla de la Cartuja

Zona de bajas emisiones

Edificiones autoconsumo

Puntos recarga vehículos eléctricos

Aparcamiento bicicletas

Las claves de un entorno 100% sostenible y descarbonizado

1

Zona de bajas emisiones

El parque tecnológico va a marcar un hito al ser un espacio que cuenta con un sistema de autosuficiencia energética. Para ello, es fundamental la capacidad de generación fotovoltaica de su cubierta como su elevada eficiencia energética, que va a combinar una óptima gestión de los espacios, junto con soluciones domóticas o un microclima propio generado por plantas autóctonas y el uso de agua de lluvia. Pero entre los planes para convertirlo en un enclave futurista se encuentra el uso de materiales locales, tales como la cerámica y de hormigón de bajas emisiones para levantar el edificio contribuirá a reducir su huella de carbono.

2

Puntos de recarga para vehículos eléctricos

Otra de las grandes novedades es su decidida apuesta por la movilidad del futuro. De hecho, se contempla que por cada 10 vehículos eléctricos exista, al menos, un punto de recarga instalado. En la zona también será un banco de pruebas de la conducción autónoma, llamada a revolucionar el transporte y que va a marcar otro de los grandes hitos de la humanidad en los próximos años.

3

Biciestacionamiento junto a EOI

El uso de otras alternativas de transporte como las bicicletas también va a ser fuerte. Por esta razón, también va a contar con una amplia estación para este medio de transporte ecológico y que cada vez cuenta con más adeptos en la sociedad.

4

Gran zona de parking

Esta ciudad del futuro experimentará con distintas soluciones de autoconsumo y plantas fotovoltaicas en infraestructuras comunes. Una de ellas estará situada en la cubierta de un parking de la zona. Una de las ideas es sustituir el uso de vehículo privado, mayoritario hoy en día, por el del transporte público, pero mientras se asienta esta revolución se va a apoyar en parkings inteligentes conectados por lanzaderas eléctricas.

5

El 50% de la energía procede de fuentes 100% renovables

Lo que sin duda marca el cambio es el uso de las energías renovables para suministrar a toda la zona. Un espacio del que se va a aprovechar un ecosistema favorable a la innovación, que viene dado por sus 3.000 horas de sol al año. En definitiva, unas condiciones climatológicas privilegiadas para la generación in situ de energías renovables como la solar, ya que su máximo rendimiento coincide con las horas de mayor demanda de climatización en verano.

6

Un nuevo edificio JRC

Además de los planes marcados, la zona contará con el JRC de la Comisión Europea, que será un edificio de cero emisiones. Un concepto de eficiencia energética que se trasladará en su medida a otros edificios ya existentes, que realizarán distintas adaptaciones para reducir su consumo y contribuir, así, a la autosuficiencia energética de la isla.

Ya tenemos claro por qué la Isla de La Cartuja es el escenario ideal para este ensayo, pero ¿por qué hace falta convertirla hoy en un laboratorio futurista? ¿No bastaría con esperar a que la innovación tecnológica siga su curso y nos conduzca a la descarbonización? Sánchez Durán no lo considera así. “Si dejamos que los cambios se produzcan solos, no llegamos a 2050”, asegura, para incidir en las ventajas del efecto laboratorio: “Nos permite adelantarnos a escenarios futuros, anticiparnos a los problemas reales que nos encontraremos al implantar las distintas soluciones”.

Energía, la palanca imprescindible

Todo este ecosistema favorable a la innovación se ve, además, regado por casi 3.000 horas de sol al año. Son unas condiciones climatológicas privilegiadas para la generación in situ de energías renovables como la solar, ya que su máximo rendimiento coincide con las horas de mayor demanda de climatización en verano. Recordemos que la ciudad del futuro no solo debe utilizar energías limpias para su descarbonización, sino que también debe ser autosuficiente.

eCitySevilla ensaya en un entorno real aquello que necesitaremos en el futuro: que las ciudades sean autosuficientes y utilicen energías renovables

La demanda energética del PCT Cartuja es de 85 GWh anuales. El objetivo es que ese entorno sea totalmente sostenible en 2025 y que utilice energías renovables producidas localmente para cubrir sus necesidades. “La ciudad del futuro tiene que ser capaz de producir su propia energía y aquí tenemos el gran reto”, explica Sánchez Durán. De hecho, no sirve solo con cubrir de placas solares todos los tejados. Tiene que haber más actores que arrimen el hombro para generar energía limpia.

En este sentido, eCitySevilla experimentará con distintas soluciones de autoconsumo y plantas fotovoltaicas en infraestructuras comunes. Una de ellas estará situada en la cubierta de un parking de la zona. También se probarán comunidades energéticas locales (CEL). Estas CEL conectarán distintos edificios y permitirán gestionar los excedentes de energía generada en sus cubiertas para repartirlos en función de la demanda de cada uno de ellos. Toda esta generación renovable se verá apoyada por una planta fotovoltaica cercana.

Una nueva movilidad

Que decenas de miles de personas se muevan cada día por un espacio acotado supone también un reto para la descarbonización. De hecho, el transporte es uno de los principales emisores de CO2, responsable del 20% de las emisiones producidas por quema de combustible en el mundo, según el Banco Mundial.

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En la Isla de La Cartuja, los vehículos no sostenibles se quedarán plácidamente aparcados en el parking solar. A partir de ahí, las personas deberán elegir entre distintos modos de transporte sostenibles, principalmente propulsados por energía eléctrica, y que primarán la movilidad compartida para un mejor aprovechamiento de los recursos.

Se trata de sustituir el uso de vehículo privado, que es el mayoritario hoy en día, por el del transporte público. A ello colaborarán parkings inteligentes conectados por lanzaderas eléctricas, así como otras soluciones de movilidad compartida, con especial protagonismo de la bicicleta o el patinete eléctrico. Además, por cada 10 vehículos eléctricos habrá un punto de recarga instalado. La conducción autónoma también tendrá su espacio de pruebas.

Edificios inteligentes y sostenibles

¿Y los edificios? ¿Cómo tendrán que ser en las ciudades de 2050 para cumplir con todas las nuestras exigencias de descarbonización? El proyecto eCity de Endesa en Sevilla ya ensaya un nuevo concepto de edificación sostenible. Y lo hace sobre un modelo de lujo: el JRC de la Comisión Europea, que será un edificio de cero emisiones.

“La elección de Sevilla para albergar el JRC de la Comisión Europea ha sido un espaldarazo definitivo para eCitySevilla”, destaca Rafael Sánchez Durán. “Nos permite establecer una sinergia magnífica”. ¿Por qué? Pues porque el JRC es una instalación que se ha concebido desde el principio como se deberán concebir las ciudades del futuro: con el ciudadano en el centro.

El futuro JRC no solo se fundirá con el entorno, sino que será capaz de generar el doble de la energía que necesitará consumir

“El objetivo final es que este espacio al que cada día vas a trabajar, a estudiar o a investigar se parezca a un gran jardín, poblado por edificios y sedes muy bien integradas, con espacios muy abiertos”, explica el experto. Por esa razón, la configuración del edificio JRC no tiene paredes. “Tú simplemente accedes desde la calle, pasas por el edificio y continúas tu camino. Sigue la corriente de la Nueva Bauhaus, que reúne el trabajo de arquitectos, ingenieros, paisajistas, sociólogos y expertos en medioambiente”, añade.

El futuro JRC no solo se fundirá con el entorno, sino que será capaz de generar el doble de la energía que necesitará consumir. En este hito serán fundamentales tanto la capacidad de generación fotovoltaica de su cubierta como su elevada eficiencia energética, que combinará una óptima gestión de los espacios, soluciones domóticas o un microclima propio generado por plantas autóctonas y el uso de agua de lluvia. Incluso el uso de materiales locales como la cerámica y de hormigón de bajas emisiones para levantar el edificio contribuirá a reducir su huella de carbono. Este concepto de eficiencia energética se trasladará en su medida a otros edificios ya existentes, que realizarán distintas adaptaciones para reducir su consumo y contribuir, así, a la autosuficiencia energética de la isla.

Digitalización para dirigir la orquesta

Todo este ecosistema en el que infraestructuras y edificios aportan y consumen energía en vivo requiere de una red inteligente, capaz de autoconfigurarse en función de lo que ocurra en cada momento. De su desarrollo se ocupa ya el proyecto eCity de Endesa en Sevilla.

“Hoy, la energía entra a la isla a través de dos subestaciones que, a su vez, la reciben de una gran planta. Esta configuración va a cambiar mucho, ya que la isla no dependerá de grandes centros de producción para abastecerse de energía. Solo los utilizará como respaldo. El protagonismo lo tendrán los recursos distribuidos generados por muchos pequeños productores”, explica Sánchez Durán. Esa red no solo deberá redirigir la energía generada allí donde se necesita en cada momento, sino también mantener estable el suministro.
En esencia, el proyecto debe desarrollar una red capaz de responder a su entorno. Por ejemplo, debe saber qué hacer si pasa una nube: la generación de energía descenderá, pero también lo hará la demanda eléctrica de los edificios para hacer funcionar el aire acondicionado. Para gestionar correctamente estas variables, debe recibir información de lo que está ocurriendo a cada momento y tener la capacidad de adaptarse a ella.

Todo esto requiere una capa transversal de digitalización con una energy cloud o nube compartida energética. También es necesaria la sensorización de toda la red para que el sistema sepa qué ocurre en cada momento y pueda adaptarse a lo que se necesita tanto desde el lado de la generación como desde el de la demanda. “Es necesario desplegar todo tipo de sensores IoT y soluciones de telemando, además de manejar una capa de datos común que permita coordinar toda la orquesta”, detalla el experto. “Si se gestiona bien esa información procedente de edificios, aparcamientos y de la propia red a través una capa común de datos, todo funcionará como debe”, añade.

No será sencillo, pero sí posible, desarrollar entornos que nos permitan convivir en paz con el planeta. Las ciudades del futuro ya comienzan a tomar forma y nos ponen a los ciudadanos en el centro. La innovación abierta, como la que se desarrolla hoy en el marco del proyecto eCitySevilla, será la herramienta que nos permitirá alcanzar ese futuro sostenible.

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