
Caso Yéremi, el podcast | Capítulo II
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Caso Yéremi, el podcast | Capítulo II
Pepe Suárez: «Ya no tenemos esperanza ninguna de llegar a donde queremos»«Ya no puedo más». Es el grito ahogado de una madre que lleva 17 años removiendo cielo y tierra para encontrar a su hijo y hacer justicia por su desaparición. Una Justicia en la que ya no cree. «Yo confío bastante en Marcos —hace alusión a Marcos García Montes, abogado de la familia—, pero en la Justicia no. No me siento con la esperanza de llegar a nada. ¿Qué se hará justicia divina? Sí, seguramente, con la persona que le hizo todo esto a mi hijo, pero aquí no», manifiesta Ithaisa Suárez, madre de Yéremi Vargas, que lleva en paradero desconocido desde el 10 de marzo de 2007. Tenía, entonces, 7 años.
La desazón de Ithaisa se extiende al resto de la familia. «Ya no tenemos esperanza ninguna de llegar a donde queremos. Tenemos un abogado buenísimo y no sale nada», repara su padre, José, conocido por todos como Pepe; la figura de abuelo coraje llevada a su máxima expresión.
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La mochila de Ithaisa se ha vuelto demasiado pesada. Se ha ido cargando de losa desde aquel fatídico invierno. La presión era —y es todavía a día de hoy— total. En aquellos primeros días de búsqueda del niño, se solapaban los interrogatorios interminables con el cuidado de la familia, especialmente del que era su hijo pequeño: Aidan. Más adelante tuvo otros dos retoños: Aday y Alan. «Estaba dándole el pecho a mi hijo Aidan en el cuartel de la Guardia Civil y recuerdo que me dio una mastitis, y decía, 'mira, por favor, es que tengo la camiseta empapada'. Unos dolores horribles y la ansiedad de querer ir a buscar a Yéremi, era horrible», rescata de su memoria.
Esa necesidad de salir y poner patas arriba la isla para encontrar al pequeño la encarnó el abuelo materno. Era habitual ver a Pepe recorriéndose la isla, ya fuera en quad o a pie, para hallar al menos una pista del paradero de su nieto. «Iba hasta unas casas lejísimas, de pastores, hasta allá arriba llegué caminando. No paraba, fui andando y buscándolo, a ver si aparecía algo, pero qué va», lamenta.
En aquellos momentos de oscuridad total, Ithaisa encontró un faro en una mujer que atravesaba su mismo calvario: la madre de Sara Morales, la niña de 14 años desaparecida en julio de 2006, en la capital grancanaria. Otro golpe del que el archipiélago no se ha recuperado.
La madre de Sara consiguió que desoyera las muchas informaciones falsas que se vertían sobre la desaparición de Yéremi, algunas de ellas relacionadas con sectas o tráfico de órganos. También, las teorías de algunas personas que se hacían llamar videntes. Ithaisa, desesperada, se citó con una de ellas, que le contó que su hijo estaba muerto en un barranco e, incluso, le llegó a confesar quién estaba detrás del deceso: «Me iba a volver loca, yo quería salir de allí para buscar a esa persona. Entonces, la madre de Sara me advirtió de que con ella había pasado algo parecido y abrí los ojos».
Aquel encuentro fue traumático para Ithaisa, pues llegó a creer en la palabra de la vidente y a confirmar sus peores sospechas: «Algo me decía que no, que no iba a ver más a Yéremi, aunque quería tener esperanza. Yo siempre me lo he callado. De hecho, cuando salía a la calle, me daba miedo que la gente me lo dijera, que me dijeran 'oye, tu hijo no va a aparecer'. Yo quería que me dieran esperanzas, aunque fueran falsas, y para mis adentros pensaba, 'sabremos quién se llevó a Yéremi el día que esa persona lo vuelva a hacer'».
Entre tanto, la investigación llegó a sufrir un importante parón: apenas se registraban avances, lo que llevó a Ithaisa al límite: «Es difícil, porque te quedas estancado en esa hora, ese momento, ese día, y está pasando tu vida a tu alrededor y no te das cuenta de que eso está perjudicando también a los demás que están en la familia, como es mi hijo Aidan, que fue quien me sacó adelante».
Pepe Suárez
Ithaisa echa la vista atrás y recuerda su paso por salud mental, «porque prácticamente no estaba bien», y el día en que su segundo hijo se dirigió a ella con un inocente: 'Mami, ¿vamos a jugar?'. «Me dije, ¿por qué va a tener que pagar él todo esto? Y tiré para adelante hasta el día de hoy», evoca.
Las pesquisas siguieron su curso a lo largo de los años y condujeron a un único sospechoso de la desaparición de Yéremi: Antonio Ojeda Bordón, alias el Rubio. Ithaisa, antes de ser informada de la situación, creía que se trataba de un simple vecino y que tenía varios hijos, ya que lo había visto con niños. Incluso, pensaba que era extranjero.
Antonio Ojeda participó activamente en las batidas de búsqueda del pequeño de Vecindario y se prestó a ser entrevistado por la prensa nacional que cubría el hecho.
No se ha sentado todavía en el banquillo por el caso Yéremi, pero sí cumplió cinco años de prisión por la agresión sexual cometida a otro menor de 9 años en Vecindario. Ithaisa acudió al juicio por este delito: «Quería ver las manos que me quitaron a mi hijo. Y cuando lo vi, me horroricé total. Yo no pensaba que me fuera a horrorizar tanto, pero, no sé, sentí y me imaginé lo que había hecho con el niño. Como el que ve un monstruo, igual».
Ithaisa recuerda lo «bien» que se explicaba el niño en el juicio y que identificó al Rubio «perfectamente», pese a que el acusado y posterior condenado decía no conocer de nada al menor. Entonces, pensó que con el caso Yéremia actuaría igual, «mintiendo».
Los investigadores de la Guardia Civil recurrieron a todas las estrategias legales posibles para que Antonio Ojeda confesara qué había ocurrido con Yéremi. El sospechoso terminó ofreciendo detalles inéditos del pequeño a un preso de confianza: manifestó que se había quedado flácido y azulado de piel, un dibujo en el que Ithaisa reconoció a su hijo.
«Mi hijo cuando tenía falta de aire, se quedaba de piel azulada. Eso no lo podía saber de ninguna manera, porque nunca se lo dije a la Guardia Civil, ni mis padres ni nada. Lo de las gafas tampoco, ¿cómo va a recordar exactamente los colores de las gafas? Él dijo: 'No, el chiquillo no llevaba esas gafas —las del popular cartel de 'desaparecido' de Yéremi—, llevaba las azules y verdes'», apunta.
Ithaisa Suárez
El abuelo materno de Yéremi fue el único familiar que pudo entrevistarse personalmente con Antonio Ojeda, a petición de este último. El encuentro tuvo lugar en la cárcel de Algeciras. Durante la conversación, el Rubio se reconoció como testigo de la desaparición de Yéremi, ubicándose de forma voluntaria en el lugar y momento de los hechos, pero inculpando a una mujer: 'la rubia'.
«Me pegó allí a decir cosas, como culpando a otras personas, y entonces me dijo unas cosillas que no cuadraban, y le dije: 'Coño, si tú dices que viste a la rubia, que crees que fue la que se llevó al niño, es que tú estabas allí', pues cogió una mosca de mucho cuidado. Yo seguí: 'Yo lo que te estoy diciendo es la realidad, si tú viste la rubia esa cruzar el solar, que dice que fue la que se llevó al niño, tú estabas allí, si la viste estabas allí'», expone.
Pepe sintió que tenía ante sus ojos a un «psicópata», por el «carácter que tenía y la cosa de él de hablar así, como hablaba, un psicópata de mucho cuidado. Si yo decía lo que decía, se empiponaba de una manera...».
Ithaisa manifestó en octubre de 2021 que sería capaz de perdonar al principal sospechoso de la desaparición de su hijo, si confesaba dónde se encontraba el niño. Unas palabras que hoy no pronunciaría: «No podría perdonarlo nunca en la vida, lo dije en un momento de desesperación. El daño que le ha ocasionado no solo a mi hijo, porque es el que no está aquí. Le arrebató la vida sin merecerlo. Un niño feliz, el quitarle la vida de esa manera tan cruel... Le deseo lo peor que le pueda pasar».
Pepe entiende la postura de su hija, pues llevó en sus entrañas a Yeri: «Es tremendo lo que nos ha pasado, no se lo deseo a nadie, ni a él mismo, fíjate, porque hay que estar ahí. Duermes, te das una vuelta en la cama y te viene toda la cabeza. Es un sufrir grande, para la madre más todavía, porque lo trajo al mundo».
El propio ritmo del sistema judicial ha sido la particular gota china de la familia, con acontecimientos como la puesta en libertad de Antonio Ojeda tras cumplir su condena de cinco años de cárcel, el archivo del caso Yéremi con su posterior reapertura de la mano del abogado Marcos García Montes o la pelea jurídica para acreditar que el joven Vargas padecía cianosis, lo que explica que su piel se 'tiñera' de azul ante la falta de aire.
«Eso nos ha costado bastante la salud, porque es difícil estar esperando. Cuando ves que llegan vacaciones, cuando ves que llegan navidades, otros piensan en fiestas, nosotros estamos pensando que hay un parón, un parón, otro parón. Y así, constantemente. Y eso, quieras o no, te va desgastando poco a poco. Y no te dan ganas de nada. Y siempre tenemos un varapalo delante que parece que no nos deja pasar», se desahoga Ithaisa.
La angustia ha terminado de asfixiarla, no solo por la desaparición de Yéremi en sí, sino por sus efectos en el resto de la familia. Existe un detonante que la ha llevado a bajar los brazos: Aidan, su segundo hijo, quien vivió desde bien pequeño toda la crudeza del caso. «Me lo habían dicho hace años los psicólogos, me lo habían dicho. Y yo siempre estaba centrada en Yéremi, Yéremi, Yéremi, y siempre me siento un poco culpable de eso cuando veo a mi hijo Aidan de la manera en la que está. Entonces, ellos nos decían, este niño es una olla a presión y cuando reviente van a ver. Y nos hemos dedicado tanto a esto que, al final, lo que he hecho ha sido dañar a quien no tenía que dañar», relata.
Pepe Suárez
«Creo que si ya no sale lo que tiene que salir, no voy a seguir adelante. Yo, por lo menos, no voy a seguir. Me tengo que retirar y seguir con lo que tengo en casa porque tengo mucho, mucho», agrega.
Es consciente de que cada paso que da para hacer justicia por Yéremi repercute en Aidan, en su familia y en sí misma, por lo que se ha marcado un plazo para decidir el rumbo a tomar: «Si no sale, pues se acabó. No puedo seguir luchando porque luchando yo estoy destrozando al otro, me estoy destrozando yo. Los más pequeños no quiero que sufran tampoco, no quiero. Con todo, con todo lo que hacemos por Yéremi, nos llevamos un palo».
El último tiene que ver con un documental, que costó dos años de intenso trabajo elaborar y cuya emisión se ha ha visto truncada. La familia había depositado sus esperanzas en él para darle un nuevo impulso al caso Yéremi: «Llevamos dos años con Womack Studios. Ellos iban a explicar muy bien desde el principio todo. Hay mucha gente que no sabe lo que es el caso y demás. Muchas veces me preguntan, ¿pero ya se sabe quién fue? ¿No se sabe quién fue? A nivel informativo, ese documental estaba bastante completo y bastante bien explicado».
Ithaisa revela que las plataformas no quieren proyectarlo por temor a las críticas, pero insiste en que el caso de Yéremi continúa abierto y en el bien que puede hacerle este tipo de contenidos: «Para nosotros esto es una ventana que tenemos para poder seguir avanzando y luchando. A mí esto también me ha echado un poco para atrás, sinceramente. Ya ver que ese documental tampoco parece que vaya a salir, porque llevamos dos años codo con codo trabajando para que eso saliera también. Y otro varapalo más. Y ya no, ya estoy cansada».
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Cristina Cándido y Álex Sánchez
Lucía Palacios | Madrid
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