
La ciudad y su Belén
Cronista Oficial de Las palmas de Gran Canaria
Martes, 24 de diciembre 2024, 00:07
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Cronista Oficial de Las palmas de Gran Canaria
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Llega la Navidad, cuando «todo canta con amor, / en estas Islas Canarias al Niño Dios Redentor», como proclama una de las versiones del más señero ... y destacado villancico isleño, 'Lo Divino', y una de sus más destacadas tradiciones, que hunde sus raíces en varios siglos, son los 'Belenes' -aunque hay quienes también los denominan 'nacimientos', y yo lo dejo al gusto del consumidor-. Tradición a la que la inolvidable revista 'Isla', editada por el Centro de Iniciativas y Turismo -que este año ha conmemorado el 90 Aniversario de su fundación, por personalidades de tanto arraigo como Néstor Martín Fernández de la Torre, Domingo Doreste Fray Lesco o Federico León Santanach-, dedicó en las Navidades de 1953 un número extraordinario, que incluía un magnífico grabado del pintor grancanario Jesús Arencibia titulado 'Estampa Navideña', que no era otra cosa que una vanguardista interpretación de la adoración de unos pastores y pescadores en el portal de Belén. En páginas interiores numerosas fotografías a gran tamaño de distintos Belenes con fama en la ciudad, todos ellos debidos a entusiastas belenistas particulares, que cada año abrían al público las puertas de sus casas para que sus vecinos disfrutaran de unas innegables obras de arte, y de tradición. Belenes como los de María Bornay de Beltrá, de Juan Francisco Apolinario, de Antonio Montenegro, de José Rodríguez Iglesias, Antonio García Ortega y el de José Arencibia Domínguez, aunque también tenia merecida fama el de Juan Melian, en su casa de la calle de Los Balcones. Se aunaban tradiciones e incipientes vanguardias, pues la tradición se asienta también en la evolución, lo que le permite perpetuarse y que pueda entenderse aquello de que 'todo lo que no es tradicional, es falso'.
Si en la mencionada publicación el profesor y sacerdote Joaquín Artiles, en un amplio artículo titulado 'Los Belenes', se refiere al origen y evolución de estos en la Europa Medieval, y habla de los 'Autos de Navidad' -a los que en Gran Canaria fue tan aficionado el canónigo poeta Bartolomé Cairasco de Figueroa autor de una magnífica 'Adoración de los pastores'-, que luego sus 'personajes se inmovilizaron en toscas figuras de terracota…' y nacieron los 'Belenes', el cronista Eduardo Benítez Inglott, en su artículo 'Las Navidades Isleñas', recordaba las acostumbradas visitas que se efectuaban, cada 25 de diciembre por la mañana, «a los Nacimientos dispuestos en los Hospitales de San Martín y de San Lázaro y en muchas casas particulares, en las que se recibía a los curiosos visitantes con la mayor franqueza y sencillez, fuera conocido o no».
A finales del siglo XIX otro cronista, Domingo José Navarro y Pastrana, también dejó cuenta de como era pocas «las casas que no tuvieran su Nacimiento en forma de risco con muchas cuevas y fabricado con raíces de cañas, papel bazo y poliadas, gachas; pintado con almagre y decorado con ovejitas, pastores, el portal, la mula y el buey, el Misterio y el ángel con su letrero gloria in excelsis», lo que trae al recuerdo unas curiosas figuras en barro, y pintadas a mano, modeladas en Teror a finales del siglo XVIII, que pertenecieron al Belén que montaba la familia González-Corvo de Quintana, y que hoy se conservan en la colección de figuras de Belenes que José Miguel Alzola donó al Museo Diocesano de Arte Sacro, donde están expuestas al público, y resaltaba además como estos Belenes particulares, o de hospitales y templos, «unos más sencillos, otros más complicados, todos eran objeto de continuas entradas y salidas para satisfacer la curiosidad hasta el día de la Candelaria que terminaba el largo visiteo».
Sin duda alguna, durante mucho tiempo, a lo largo de los siglos XVIII, XIX y buena parte del XX, hasta que se introdujeron usos y costumbres provenientes de otras latitudes y con carácter más globalizador y laico, los Belenes fueron el centro, el santo y seña de la Navidad en Las Palmas de Gran Canaria, como de toda la isla, el hito que marcaba que se estaba en tiempo de Navidad. Tanto que el cronista Luis García de Vegueta abría su artículo dedicado a 'El Nacimiento' recogiendo una estampa que era habitual en la mayoría de los hogares de la capital grancanaria. «El nerviosismo de los chicos presagiaba la época de construir el nacimiento. ¿Empezamos ya, papá? Una y otra vez el padre habría de recomendar paciencia. Aún estaba lejos la Navidad».
Pocos años después de aquel número navideño de la revista Isla, en diciembre de 1960, cuando llegaba un nuevo turismo, y con él muchas transformaciones, la localización tradicional de los Belenes comenzaría a cambiar, en especial con la inauguración de un gran Belén en un espacio público, que no era un templo, ni una institución privada o una casa particular. Se trata del Belén del Parque de San Telmo, que aquel año compartía protagonismo con la iluminación navideña de la calle Juan Rejón en El Puerto y la 'artística' promovida por los comerciantes de la calle de La Peregrina. Se trataba, como recogía la prensa del 24 de diciembre de 1960, ese 'Belén' que «nuestro Ayuntamiento está montando en el Parque de San Telmo. Llevará una iluminación especial y artística, y unos especiales efectos sonoros. Una atracción más para los pequeños -y grandes- en las Navidades». Un Belén que durante muchos años estuvo bajo la dirección artística del pintor Santiago Santana, que logró convertirlo en un auténtico hito de la Navidad en Las Palmas de Gran Canaria. En diciembre de 1962 ya se destacaba como «San Telmo, que siempre ha sido grande en noticias, novedades y presentaciones de todas clases, no lo ha sido menos ahora, con la inauguración de su grandioso Belén que llama la atención precisamente por la sencillez y clara perspectiva de sus contornos, pues cualquiera que lo visite se hace cargo rápidamente de su contenido».
En 1963 la prensa resaltó la presencia del «Belén que, cada año, y desde hace tres, instala nuestro Ayuntamiento en el parque de San Telmo. Y tenemos noticias que este año tendrá novedades. Por de pronto, la experiencia de años anteriores en los que aquel evocador rincón de nuestro popular parque, se llenaba de colorido y de ambiente pascual, con la contemplación de este belén ambientado aún más con esa música alegre, familiar y navideña que lo enriquecía». Sesenta y cuatro años después, tras diversas etapas y muchas vicisitudes, este monumental Belén representativo de las Navidades en la capital grancanaria ha sido realizado por la Asociación de Belenistas Canarios Lo Divino, sustituyendo la tradición hebrea por una creación que resalta la idiosincrasia del isleño, la vegetación autóctona y la recreación de diferentes espacios y edificaciones propias de la isla. Su presidenta, Margarita Rodríguez Betancor, destacó que, además de buscar la belleza en la composición, han querido «rendir homenaje a las costumbres y tradiciones que enriquecen la vida en Gran Canaria».
Tras algunos años en los que, como otras muchas tradiciones, el belenismo grancanario parecía sufrir un cierto declive, la recuperación, ahora en clave isleña, aunque sin faltar aportaciones vanguardistas y de carácter globalizador, ha sido enorme. Varios centros comerciales, convertidos en auténticas plazas mayores del acontecer ciudadano actual, han acogido grades y vistosos belenes, instituciones como el Cabildo o el Ayuntamiento lo han llevado a sus instalaciones, que son los casos de la Casa Palacio Insular, o del Castillo de Mata con un original y sugerente Belén ambientado en Nueva York que, aunque ofrece el nacimiento de Jesús de forma tradicional, escenifica la ciudad estadounidense en la década de los cincuenta, y que ha sido diseñado y montado por el artista y prestigioso belenista grancanario Fernando Benítez. El Gobierno de Canarias, en su sede, no ha querido quedarse atrás y ha inaugurado un belén dedicado a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, con muestras de la arquitectura civil y religiosa del casco histórico de la ciudad, un Belén que también es obra de Benítez.
Hoy, quizá con más fuerza que nunca, una ruta por los Belenes de Las Palmas de Gran Canaria acerca al visitante a tradiciones y costumbres que aparecieron y se trasmutaron, poco a poco, a través de los siglos, tal cual recuerdan, comentan, y hasta critican en ocasiones, en sus crónicas y libros autores como Domingo J. Navarro, Eduardo Benítez Inglott o José Miguel Alzola, el primero testigo directo de la Navidad isleña del siglo XIX, el segundo a caballo entre los dos siglos y el tercero de la del siglo XX. La ciudad y sus Belenes podrá ser también un hermoso y entusiasta 'Belén viviente', que tenga por escenario las costas, las medianías, las cumbres, las ciudades, pueblos y villas de Gran Canaria, desde el que, en esta Navidad, se irradie, convertida en el más potente de los faros marinos, un hondo mensaje de paz.
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