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Cada día al pie del cañón. De siete de la mañana a ocho y cuarto de la noche, de manera ininterrumpida, lleva Tomás Sosa 54 años cortándole el pelo a los teldenses en el barrio de San Juan, en la calle León y Castillo a la altura de la conocida zona de las cuatro esquinas. Políticos, artistas o destacados deportistas han pasado por la Peluquería Tomás, un punto de encuentro de muchas generaciones.
«Llevo una jubilación activa. Está claro que algún día llegará la hora de dejarlo, pero ahora me encuentro muy bien y mientras me respete el pulso y la vista seguiré adelante», destaca Tomás Sosa, que desde hace 28 años tiene el relevo garantizado en el negocio con su hijo Óliver. El próximo mes de febrero, Tomás cumplirá 74 años y recuerda que con solo 12 años ya cortaba el pelo. «Me crié con mis tíos y abuelos en una tienda, bar, peluquería y barbería en Monte Quemado y ya desde niño tenía las tijeras en la mano. Cuando me licencié en la mili me animaron a montar un negocio y como mi novia era de Telde encontramos un pequeño local justo enfrente del actual. Allí estuve dos años y ahora en esta ubicación un total de 52, toda una vida», relata.
Persona tranquila y observadora, Tomás Sosa ha visto con el paso de los años la transformación de la ciudad de Telde. Ahora advierte «que la ciudad está cogiendo un poco de auge. He vivido los momentos buenos y no tan buenos de Telde, pero ahora se nota mucha vida en Telde. Hay un resurgir del turismo vacacional y solo falta un poco de control en las zonas nocturnas para una mayor tranquilidad. Se han abierto más comercios y restaurantes y Telde está recobrando su pulso», afirma.
Tomás tiene el relevo garantizado, ya que su hijo Oliver lo acompaña en el negocio desde hace 28 años. De lunes a viernes, de 7.00 a 20.15 horas, y los sábados de 7.00 a 14.00 horas, Peluquería Tomás se ha convertido «en una gran familia. He pelado a abuelos, a sus hijos, a sus nietos y a los hijos de los nietos. La clientela es nuestro principal tesoro y estamos orgullosos de ello. Con el paso de los años ese contacto se transforma en amistad con muchos de ellos y aquí, mientras se cortan el pelo, se hablan de muchísimos temas e incluso de asuntos personales que quedan en la confidencialidad entre el cliente y el profesional», comenta.
Tomás se considera barbero y peluquero, y reconoce que ha ido adaptando a los nuevos tiempos. «Cuando empecé en el oficio venía mucha gente de campo a cortarse el pelo, y no había ni luz ni agua potable. Cuando se empezó a lavar la cabeza en las peluquerías, aquello era todo un lujo. La profesión ha evolucionado muchísimo, con muchas modas que vienen de afuera e incluso influenciados, sobre todo los jóvenes, por cortes que ven en futbolistas o famosos, que muchas veces te preguntas si esto es realmente un corte de pelo, jajaja. A mí me gusta lo clásico, pero si viene alguien con un corte muy moderno pues se lo paso a mi hijo que él está al día».
Tomás trabaja a máquina o a tijera, un utensilio que le encanta y que va ligado a su vida; destacando que muchos clientes también acuden al afeitado a navaja. Los afeitados están siendo hoy en día muy demandados, con los arreglos de barba o los que se dejan chiva».
Tomás Sosa reside en Caserones Bajos. Su mujer, de forma jocosa, le comenta que solo falta que se lleve la cama a la peluquería, ya que él está todo el día en el local. «Mi hijo se va a comer a la 1 de la tarde y a las 4 cuando regresa me trae la comida a mí y como aquí, en la parte trasera del salón», revelando que desde primera hora de la mañana y hasta las ocho y cuarto de la noche está al pie del cañón, aunque rápidamente matiza que los sábados «si la cosa está tranquila me voy antes a disfrutar del fin de semana». Su fiel clientela abarca todas las edades. «Tengo clientes de 97 años de edad, como Pedro Suárez, pero también niños de 15. Es una mezcla de todas las generaciones que he visto crecer en este barrio de San Juan».
Tomás Sosa Rodríguez y su hijo Óliver Sosa Robaina están al frente del Salón de Peluquería Tomás, un establecimiento que va ligado ya a la historia del barrio teldense de San Juan. Arropado en su familia, abuelo de tres nietos y con el cariño de sus clientes, Tomás acude a diario a su puesto de trabajo para cumplir con sus obligaciones profesionales, con las tijeras en mano, y compartir con sus preciados clientes el día a día. A punto de cumplir 74 años, para él «es todo un orgullo» seguir al pie de la batalla y con buena salud al frente de su peluquería, con el respaldo de su hijo.
Tomás se ha convertido casi sin quererlo en toda una institución en San Juan. Todos lo conocen y es que 54 años en las cuatro esquinas dan para mucho. Es incalculable saber cuántos clientes han pasado por su negocio, pero la peluquería también se ha convertido en un museo con utensilios de peluquería antiguos y fotos de personajes famosos que han ido a que Tomás les cortase el pelo.
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David S. Olabarri y Lidia Carvajal
Iker Elduayen y Amaia Oficialdegui
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